De vuelta con Yin Yoga
Septiembre suele ser uno de los meses más difíciles del año: la mayoría volvemos de vacaciones, dejamos atrás los placeres veraniegos y retomamos la rutina frenética del trabajo y la ciudad, enfrentándonos a los retos del nuevo curso.
La vuelta a la rutina implica muchos cambios y nuestro organismo es el primero que se resiente con menos horas de sueño, dietas para perder esos kilos de más, los propósitos deportivos de septiembre… Tenemos que empezar progresivamente para evitar maltratar a nuestro cuerpo.
Es por eso que quiero compartir con vosotros una nueva modalidad de yoga que he descubierto hace unos meses y que creo que os puede ayudar mucho este otoño.
Un buen día mi profesora decidió dedicar la clase al “Yin Yoga”, un estilo más pasivo y sencillo del Hatha yoga, en el que se trabajan los tejidos en profundidad. Según la teoría taoísta, el tejido yin es el tejido conectivo (ligamentos, tendones, huesos…) y el yang es básicamente el músculo.
Nos contó que, paradójicamente, cuando practicamos yoga muchas veces tenemos prisa y apenas nos concedemos tiempo para profundizar en las posturas como es debido. Me di cuenta de que era cierto, nuestra mente va tan rápido que a veces, no le dedicamos ni el tiempo ni la concentración que deberíamos.
El Yin Yoga me está enseñando a parar, a tomarme ese tiempo tan necesario conmigo misma y con mi cuerpo. Y aunque sea un modo menos activo, ¡no significa que no sea intenso! Es una práctica difícil, que también me está sirviendo como meditación porque requiere una gran concentración física y mental.
A continuación os dejo una serie de ejercicios muy sencillos en los que debemos cuidar mucho la postura y mantenernos en ella entre tres y cinco minutos… ¡Estoy segura de que nunca habéis estado tanto tiempo en la misma postura!
Yo tampoco lo había estado, y es muy curioso todo lo que le pasa a tu cuerpo y cómo se queja tu mente hasta que empiezas a tomar el control. Es un aprendizaje muy sano sobre tus propios límites. Nunca debes sentir dolor, irás avanzando en la postura con el mínimo esfuerzo físico.
Sostener tan profundamente los asanas calma el sistema nervioso central y te enseña a relajarte a nivel profundo, al mismo tiempo que estimulas puntos de acupresión muy importantes: los que envían energía a los órganos vitales.
Un ejercicio realmente recomendable para todas y todos: para estirar los músculos y adquirir flexibilidad, para ganar movilidad en las articulaciones, para reducir el estrés y la tensión corporal, para dormir mejor, como complemento para mejorar nuestro rendimiento y evitar lesiones en cualquier otro deporte… y por supuesto, para aprender a escucharnos y sentirnos mejor cada día.
Ya os he contado en alguna ocasión lo fundamental que es estirar para mí, siempre antes y después de entrenar y cada noche antes de dormir. No importa la edad que tengas o si eres deportista o no, considero que es un ejercicio imprescindible.
Y con este yoga regenerador descubrirás una nueva forma de estirar, relajarte y sentir tu cuerpo, y de algún modo también, una manera de introducirte en la meditación.
Agradecimientos: Álvaro Puerto