Vida a bordo
Está amaneciendo y me encuentro navegando entre las más de mil islas que componen Maldivas, un país del que no sabía casi nada hace un año. Y además estoy aquí cumpliendo uno de mis sueños: intentar mostrar ese otro mundo que existe bajo el agua.
Hace dos días aterrizamos en Malé, capital de Maldivas, y en el mismo aeropuerto embarcamos en el emblemático Southern Cross. Vamos a pasar aquí una intensa semana de rodaje dentro y fuera del agua, de día y de noche. Estoy rodeada del mejor equipo humano y técnico que me pueda imaginar, y sólo esperamos que el océano sea generoso con nosotros.
Las Maldivas es uno de los países menores de Asia, a pesar de que se compone de 1192 islas en una extensión parecida a la de Portugal. En nuestro crucero, vamos a visitar varios atolones, entre ellos Ari y Felidhoo, donde tenemos previsto bucear con mantas y con tiburones nodriza de noche.
Normalmente en un vida a bordo de este tipo, amaneces con los primeros rayos de sol sobre las 0600am para empezar a bucear, y por día se suelen realizar entre tres y cuatro inmersiones.
Nosotros durante el día estamos grabando entrevistas, visitando islas desiertas o barcos de pescadores, y cuando cae el sol empezamos a bucear. Por la noche la vida marina se activa y sale para comer: el espectáculo está asegurado.
A pesar de que anoche salí del agua de madrugada, el jet lag y la emoción no me dejan dormir. Está saliendo el sol y estoy sentada en la proa mientras navegamos. Ésta es una de las cosas que más me gustan: sea la hora que sea, en un vida a bordo siempre puedes salir o asomarte por cualquier ojo de buey, y ver el mar, ver el infinito azul que nos rodea.
En este viaje me acompañan Certina y su tortuga, unos relojes deportivos preparados para soportar altas presiones y muy resistentes en condiciones extremas. Una marca que siempre ha acompañado a grandes del deporte y que hoy, también me acompaña en una de las aventuras más importantes de mi vida.
Fotografías: Álvaro Puerto