Caminante no hay camino
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar” -A. Machado-
Este verso de Machado siempre me ha trasladado hasta un lugar muy especial, en parte por su remota ubicación, donde he encontrado una soledad, una luz y un silencio renovadores.
La primera vez que llegué hasta aquí tenía catorce años y cada vez que alcanzo su cima me quedo sin palabras y sin aliento, como la primera vez.
Después de cinco horas de camino en ascenso constante, con un desnivel de casi mil metros y un tramo final de escalada, llegas a la hoya de las Cinco Lagunas de Gredos.
Se trata de un conjunto de lagunas de origen glaciar formadas durante el Pleistoceno que hoy en día permanecen cubiertas de hielo durante más de siete meses al año, conformando un paisaje único, fundamentalmente rocoso, con algunas zonas verdes.
Hace algunos años en pleno mes de agosto buena parte de las paredes de la última laguna estaban cubiertas de nieve y el agua era gélida. La Laguna Cimera, la más grande y sin duda la más impresionante, esconde un agua cristalina color verde esmeralda que este verano permitía el baño ya que apenas quedaban neveros a su alrededor.
Las lagunas son el hogar de cientos de cabras montesas, una especie endémica que hace años veías a lo lejos completamente mimetizadas con el paisaje y que ahora pululan alrededor de los montañeros sin ningún reparo, como podéis ver en las fotos.
La cada vez mayor afluencia de gente que pasa por allí y alimenta a los animales salvajes está amansando a estos ejemplares herbívoros, que tendrán que cambiar su casa si continuamos así.
Para mí, la ruta más bonita y variada sale desde el pequeño pueblo de Navalperal de Tormes y recorre toda la Garganta del Pinar. El sendero comienza a orillas del Río Tormes y está perfectamente indicado hasta nuestro destino por carteles e hitos de piedras. De media son necesarias cinco horas para completarlo y la mejor época para hacerlo es el verano, ya que contamos con más horas de luz y la previsión meteorológica suele ser favorable.
Es una excursión dura que recomiendo hacer a personas entrenadas que tengan algo de experiencia en la montaña. Lo ideal es pasar una noche arriba y bajar descansados al día siguiente.
Otra de las maravillas que ofrece este lugar es un espectáculo nocturno difícil de igualar: cuando cae el sol las temperaturas se desploman y comienzan a brillar millares de estrellas en el cielo. Bien abrigados, podemos tumbarnos a contemplar nuestra vía láctea con total nitidez.
Al amanecer apareces en un paisaje lunar, en completo silencio, rodeado de rocas coloreadas por líquenes brillantes. Me encanta sentarme a orillas de la Laguna Cimera, la más elevada, y ver cómo el sol avanza en absoluta calma.
Una de las cosas que más me gustan es la sensación de eternidad, de vacío temporal que me transmite el entorno. Es como si te trasladases a otra era, a una burbuja en la que te das cuenta de que el tiempo ha pasado para ti pero no para ese páramo, que parece mantenerse impasible día y noche, año tras año.
Creo que pocos sitios son tan mágicos como las Cinco Lagunas, donde nos encontraremos en puro contacto con la naturaleza y con nosotros mismos.
Si queréis conocer la Sierra de Gredos e iniciaros en este deporte a través de una ruta más sencilla, no os perdáis este post:
Gracias a Álvaro Puerto por acompañarme hasta aquí y fotografiar así uno de mis lugares preferidos.