La libertad del piragüismo
Uno de los lugares donde me gusta escaparme cada verano para descansar y disfrutar de la montaña es el Valle de Tena, una preciosa parte del Pirineo aragonés que muestra su verdadera silueta durante los meses más cálidos.
Los días estivales en alta montaña significan naturaleza, aire puro, cielos completamente azules, infinidad de caminos para perderse, aguas cristalinas y noches frescas y silenciosas.
Durante estos días aprovecho para hacer senderismo por la zona (hay rutas para todos los niveles), bañarme en las pozas glaciales y practicar una actividad que me entusiasma: el piragüismo.
Hoy me gustaría animaros a que probéis este deporte porque además de poder practicarlo en lagos, ríos o en mar abierto, es apto para toda la familia.
El piragüismo nace de una de las formas de navegación más antiguas de la historia: se han encontrado canoas de 6000 años de antigüedad en América del Norte y kayaks (de origen esquimal) que datan del 2000 a.C.
Fue formalizado como deporte en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 y actualmente existen infinidad de modalidades: en aguas tranquilas o bravas, en eslalon, travesía, maratón, etc.
Para empezar sólo tendréis que alquilar una canoa y os proporcionarán todo lo necesario: un pequeño chaleco salvavidas y la pala para remar. Cuando subáis por primera vez os daréis cuenta de que es una embarcación muy estable y en seguida cogeréis el ritmo para avanzar. Además podéis practicarlo en pareja y repartir así la tarea.
Como veis, yo suelo entrenar en un lugar privilegiado: el embalse de Lanuza. Este hermoso pueblo se sitúa a orillas del lago y estuvo abandonado muchos años debido a que el agua y la nieve lo cubrían casi por completo en invierno, una imagen que me marcó especialmente cuando era una niña. Ahora luce rehabilitado y tiene un embarcadero donde encontraréis las canoas.
Dependiendo del viento notaréis que necesitáis más o menos esfuerzo, pero en general es una actividad de gran gasto energético. En ella trabajamos el equilibrio y la fuerza del tren superior, por tanto los músculos de los brazos, la espalda y el core están en constante movimiento, e indirectamente también ejercitamos los de las piernas y glúteos.
A mi personalmente lo que más me gusta de este deporte es la libertad que se siente a bordo de la canoa, mientras avanzas con el viento y las gotas golpeándote en la cara.
Es una forma de navegar muy especial, en la que te relajas y disfrutas contigo mismo, contemplando un paisaje inmejorable.
Gracias al Embarcadero Suscalar por recibirnos cada verano con los brazos abiertos.
Fotografías: Álvaro Puerto.