Islas Columbretes: un destino de piratas
Una de las cosas que más me gustan es amanecer en alta mar. Cuando suena la campana y abres los ojos, lo primero que sientes es el vaivén de las olas, las entrañas del barco y el peculiar olor de la madera y la sal.
Emocionada, siempre me incorporo de un salto para asomarme por el ojo de buey y contemplar el espectáculo.
Hoy os voy a hablar de uno de lugares más especiales y desconocidos de nuestro país: las Islas Columbretes.
Son un archipiélago de pequeñas islas volcánicas que se asientan sobre fondos de 80 metros de profundidad en el Mar Mediterráneo, aproximadamente a 60km de las costas de Castellón. Actualmente es una reserva marina de gran importancia para nuestro ecosistema.
Se formaron hace más de un millón de años y los primeros restos que se encontraron datan de la época de los fenicios.
Fueron los romanos quiénes las bautizaron como “Colubraria” debido a la gran cantidad de serpientes que allí vivían.
En un intento de asolarlas, las islas fueron quemadas numerosas veces a lo largo de la historia, lo que unido al paso de los años nos ha dejado un paisaje agreste con muy poca vegetación y en consecuencia, fauna.
Todavía podemos encontrar alguna planta endémica, como la curiosa zarzaparrila, y pequeños escorpiones y lagartijas. Estas islas también son un importante lugar de paso para las rutas migratorias y en ellas anidan infinidad de aves.Pero donde vamos a encontrar mayor diversidad de vida es en sus fondos marinos.
A lo largo de la historia ha sido desde refugio de piratas y corsarios hasta zona de prácticas militares: en los años setenta el ejército español y estadounidense las bombardeó en numerosas ocasiones y todavía hoy podemos encontrar los vestigios de estos ataques.
Actualmente tan sólo está habitada por biólogos y técnicos, y sólo se puede visitar la Illa Grossa. Ésta es la isla más grande y el único punto donde está permitido fondear. Su forma de arco abierto muestra claramente el origen volcánico de la formación.
Y por eso es uno de los destinos de buceo que más me gustan en España, porque tu estancia la vives a bordo.
Cuando te despierta la campana, sales a cubierta antes de que amanezca y con los primeros rayos del sol te preparas para sumergirte en sus aguas. Sólo por ver cómo sale el sol en medio del Mar Mediterráneo entre estas pequeñas islas ya merece la pena la travesía.
La primera inmersión siempre se hace temprano ya que la actividad comienza a ser frenética en el fondo submarino con las primeras luces. Como podéis ver en las imágenes los fondos son variados y en ellos encontraremos infinidad de vida: doradas, barracudas, sargos, morenas, corvinas, nudibranquios, coral rojo…
Los meros son el principal habitante de esta reserva pudiendo alcanzar un tamaño de hasta metro y medio, siendo una de las especies costeras más grandes, aunque completamente inofensivas.
Sus fondos protegidos son esenciales actualmente porque están contribuyendo a la regeneración de especies mediterráneas, como la langosta roja. En una de las inmersiones bajamos hasta cuarenta metros para ver ejemplares como estos, normalmente escondidos bajo las rocas y a una temperatura por debajo de los 18 grados.
A esa profundidad los colores rojos desaparecen y todo se vuelve azul grisáceo. Para contemplar las langostas nos tenemos que asomar con focos entre las rocas y… ¡como veis tenían un tamaño impresionante!
Las inmersiones en esta reserva están muy controladas con el fin de proteger al máximo la vida marina. Normalmente se realizan dos buceos diarios en el entorno de la isla más grande de las cuales se informa detalladamente a los biólogos antes de bajar.
Este verano un equipo del Oceanografic ha devuelto a las aguas de Columbretes una tortuga boba y una raya violácea, animales que habían sido recuperados de pescas infortuitas y que han vuelto a su casa gracias a esta reserva marina.
Conocí estas islas en 2008 y he tenido la suerte de bucear en ellas hasta en cuatro ocasiones diferentes en travesías que han sido inolvidables no sólo por el entorno, sino también porque siempre han sido a bordo de una embarcación de película, una goleta turca llamada la “Goleta de San Sebastián”, que cubre esta ruta durante los meses de verano.
Sin duda, este es un lugar que debe formar parte de vuestro diario de buceo.
Gracias a mis queridos cámaras sin los que nada de esto sería posible: Daniel Aldaya, por acompañarme y seguirme entre las burbujas y Álvaro Puerto, por las mejores fotografías que me han hecho nunca.