Hoy retomo esta sección para hablaros de uno de los productos que más consumo en esta época del año y que considero un superalimento por muchas razones: las alcachofas.
En España tenemos oportunidad de consumirla en dos temporadas, a finales de otoño y en invierno y ahora en primavera, cuando se recolecta en el mediterráneo.
La alcachofa es una hortaliza desconocida para muchos, que está deliciosa y que os recomiendo principalmente porque:
Te ayudará a regular el tránsito intestinal y a saciar el apetito, por ello están especialmente indicadas si queremos perder algo de peso, ya que tienen muy pocas calorías y no tienen grasa.
La alcachofa disminuye la retención de líquidos y favorece la eliminación de toxinas, además ayudan a reducir el colesterol en sangre, por tanto, son realmente recomendables para personas con la tensión alta porque además, apenas aportan sodio.
Esta hortaliza contiene cinarina, un principio activo que aporta numerosos beneficios al organismo relacionados con la depuración del hígado, la vesícula y la sangre, lo que nos ayudará a sentirnos mejor por dentro y por fuera de forma natural.
Presenta alto contenido en potasio, fósforo y magnesio, ideales para recuperarnos después de entrenar. También son ricas en vitaminas E, B1 y B3.
Es importante saber elegir bien al comprar: la alcachofa debe ser compacta, gordita y pesada. Si las hojas están blandas o tienen colores más pardos (no verdes) es síntoma de que no están frescas.
Para limpiarlas debemos quitar las hojas externas hasta que empecemos a acercarnos al corazón (lo notaréis cuando éstas comiencen a ser un poco más carnosas). Limpiaremos el tallo cuidadosamente para no romperlo, porque también se come. Cortaremos la zona más alta del cogollo para quedarnos con el “corazón de la alcachofa”.
Para mí, la mejor forma de disfrutar de ellas es al vapor, con un poquito de aceite, sal y perejil, y una patata o zanahoria; pero las podemos preparar de muchísimas maneras. Por ejemplo, me gusta hacer chips de alcachofa: cortando los corazones en láminas muy finas y friéndolos hasta que doren. Los podemos consumir solos o se pueden añadir así a una tortilla francesa. También son el mejor complemento para una buena pasta o pizza casera.
Un superalimento y un manjar que deberíais incluir en vuestra dieta para sentiros sanos por dentro y por fuera.