Las ballenas son animales enigmáticos.
Sin duda, son los mamíferos que más me han llamado siempre la atención, supongo que por la dificultad para encontrarlos, verlos de cerca o para llegar a filmarlos.
Este verano he viajado hasta las costas de Mozambique, durante sus meses de invierno, donde se pueden avistar fácilmente desde la playa. ¡La primera vez que las vi saltando no me lo podía creer! Ver a un animal que puede medir hasta 16 metros y pesar más de 30 toneladas levantarse en medio del océano es algo fascinante.
Pero mi primer encuentro fue aún más especial. Creo que ni siquiera las había visto aún, pero me bastó con escucharlas. Durante las primeras inmersiones que hicimos pude oír perfectamente su canto, y os aseguro que ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida.
Sólo los machos producen estos cantos potentes y complejos que pueden durar hasta veinte minutos. Y lo más curioso es que todos los individuos dentro de una gran superficie comparten la misma canción. Este canto va cambiando progresivamente sin volver a repetir una versión anterior, y todavía no se tiene muy clara su finalidad.
También salimos a buscarlas en barco, con el objetivo de poder fotografiarlas y nadar con ellas. Pasamos horas observando sus acrobacias y las nubes que generan al expulsar el aire de sus pulmones… ¡de hasta tres metros de altura!
La frecuencia y duración de sus inmersiones varían de acuerdo a la época del año: durante el verano suelen durar menos de cinco minutos (raramente superan los diez), pero en invierno pueden sumergirse hasta quince minutos y se han registrado duraciones superiores a media hora.
Y a pesar de que no nadan muy rápido, estos cetáceos recorren distancias de más de 25.000 kilómetros al año: durante el verano se alimentan en las regiones polares y en ésta época migran a aguas tropicales y subtropicales para reproducirse y parir a las crías.
Tienen una alimentación muy variada basada en kril y bancos de peces pequeños como salmón, caballa, capellán, arenque… y por supuesto, son totalmente inofensivos para el ser humano.
De hecho, las yubartas son muy curiosas y tuvimos la suerte de que se acercaran a nuestra barca espontáneamente. Mientras nadan alrededor te das cuenta de su espectacular tamaño, mucho más grande que el de nuestra embarcación.
Pudimos verlas con esta claridad, pudimos sentir cómo nos miraban y contemplamos a una cría nadando debajo de su madre. Para que os hagáis una idea, al nacer el ballenato mide unos cuatro metros y pesa aproximadamente 700 kilos.
Los jóvenes alcanzan la madurez sexual a los cinco años y las hembras paren generalmente cada dos o tres años, con un periodo de gestación que dura once meses (posteriormente, las crías son amamantadas por su madre durante un año).
Estas ballenas tienen una esperanza de vida de entre 40 y 50 años, algo difícil de conseguir bajo la amenaza de la caza comercial a la que han sido sometidas históricamente.
Durante el siglo XX, sólo en el hemisferio sur, se mataron alrededor de 200.000 ejemplares, la mayoría de ellas de forma ilegal. Se estima que esta caza comercial tan intensa redujo su población mundial en un 90%, cifras realmente preocupantes.
La cacería comercial de ballenas fue prohibida en 1986 gracias a una moratoria de la CBI, Comisión Ballenera Internacional, a la que actualmente pertenecen 89 países y que fue creada en 1946.
A pesar de ello, algunos países como Japón, Noruega, Islandia o las Islas Feroe siguen cazando ballenas hoy en día, dejándonos siniestras imágenes como éstas.
Necesitamos conocer nuestros océanos para protegerlos. Gracias Mozambique Experience por enseñarnos tanto de estos majestuosos animales y por vuestro contagioso amor por el mar.
Fotografías ballenas: Tomas Kotouc
Fotografías: @alvaropuertophotography
Vídeos: @Mozambiqueexperience