No se puede comer mal en Euskadi. Es casi imposible. Ni aunque te lo propongas. Es lo que pensamos todosl os que hemos pisado alguna vez el País Vasco y sabemos de su buen hacer culinario en restaurantes, mesones o tascas por muy humildes que sean. Conocemos los pintxos de San Sebastián, los de Bilbao, pero es verdad que poca gente esconsciente de la variedad y riqueza culinaria de Vitoria-Gasteiz, la capital dela Gastronomía 2014. Esa ha sido quizá una de las grandes sorpresas de éste viaje para mi…Hoy os cuento pequeños secretos gastronómicos de ésta ciudad pionera en sostenibilidad, respeto al medio ambiente y urbanismo ordenado.
El primer sitio que tenéis que conocer es “Toloño” , al lado de la Catedral de la Virgen Blanca y en el mismo centro de la ciudad. Un lugar imprescindible para todo el visitante por la calidad y finura de su comida. Es un restaurante familiar en el que su patrón,Enrique Fuentes lleva 15 años trabajando para mezclar buen producto, tradición e innovación. Él y su familia dieron la gran sorpresa ganando el primer concurso de Pintxos de Heuskal Herria allá por el año 2006. Y eso que parecía que esa “corona” no se la podía llevar nadie que no fuera guipuzcoano o vizcaíno. Pero allí llegaron ellos, llegó Enrique, con su “Milhojas de habitas sobre pisto de Verdel” haciendo las delicias del jurado e imponiéndose a los demás
En el “Toloño” sientes el amor por la cocina. Percibes el intento por superarse cada día, por hacer mejor su producto. Enrique pertenece a ese tipo de emprendedores modestos y discretos, que, siendo uno de los grandes, no busca reconocimientos ni estrellas, si no complacer a la gente que cada día abarrota su local. Pero que está al mismo nivel de calidad y profesionalidad de los más reconocidos.
Tras los pintxos del "Toloño",vienen los platos del "Ikea". Un restaurante de referencia ubicado en un antiguo caserón reconvertido. Os chuparéis los dedos con las propuestas del Iñaki Moya, pero además disfrutaréis de la decoración que Mariscal ideó para el lugar.
La reforma es de hace varios años, y sin embargo no es difícil imaginar lo moderna que tuvo que resultar en su día. El interior del establecimiento, acogedor y confortable, se asemeja a un bosque “animado” construido con 5 tipos de maderas de la zona. Y contemplándolo todo: los cangrejos de Mariscal, las lámparas diseñadas para éste restaurante que siguen siendo un elemento de referencia del lugar.
Ikea, la “pequeña colina” en vasco, ha subido casi hasta una montaña en éstos 30 años de experiencia en Vitoria-Gasteiz. Y seguro que ha sido uno de los lugares en los que ha comido Ken Follet. El escritor de “Los Pilares de la Tierra” visita la capital alavesa casi cada año. Son viajes si no “secretos”, sí diremos que “discretos” , que acaban siempre en los templos gastronómicos de referencia de Vitoria.
Su estatua preside el exterior de la Catedral Vieja, el templo que sirvió como inspiración para “Mundo sin fin”, la continuación de la primera parte de una de las novelas más leídas de éste siglo. El escritor galés conoció Vitoria en 2002 y al visitar Santa María comprendió que era el lugar perfecto para hablar del ocaso de una Basílica levantada en la Edad Media y en torno al cual trascurre la vida de la ciudad durante siglos. El caso es que Follet vuelve cada año. Da la impresión que a disfrutar del monumento, de la ciudad y también de la comida. Motivos no le faltan.
Seguro que Follet también ha recalado en “Goya” la pastelería en la que los vitorianos llevan décadas comprando dulces. Los más afamados, los “vasquitos” y las “nesquitas”, los deliciosos bombones de chocolate que se llevan muchos visitantes. Y otro lugar para“ojear” es “Eguía”. Una tienda de tés y cafés seleccionados que importan de medio mundo. Ellos hacen las mezclas y convierten un producto de calidad, en un producto con personalidad e irrepetible. Es el sitio más parecido a una “perfumería” que conozco si hablamos de alimentación.
He aquí alguna pequeña pista culinaria para una ciudad que no necesita recomendaciones…Tened en cuenta que en muchos mesones y restaurantes donde se come de menú la calidad está garantiza. Porque los Vitorianos comen bien. Eso lo tengo claro. Lo aprenden desde pequeños. Así que eso es un “haber” que tienen en su educación para toda la vida. Qué placer, ¡comer bien!.