Túnez en esencia: Cartago, La Medina y el Bardo

telecinco.es 11/06/2016 21:00

Túnez es mediterránea, abierta y dorada. Un país que se puede recorrer con facilidad y que permite levantarse viendo el azul del mar en Cartago y acostarse disfrutando de las tostadas dunas. Esta joya del Mediterráneo ofrece todo tipo de experiencias exóticas e inolvidables: vagar por sus ruinas romanas, pasear por sus lagos salados, surcar el desierto en camello o regatear en sus laberínticas medinas… Todo con una gente acogedora y amable que está deseando superar el trauma del terrorismo y volver a recibir hordas de españoles a los que decir eso de: ‘aquí más farato que en carrrrrrrefur’. Nos subimos al autobús que nos llevará a alguno de esos lugares que dan personalidad a este país lleno de contrastes. ¿Vienes conmigo?

No hay mejor lugar para perderse que una Medina…Es probable que sin proponéroslo lo consigáis…Si os pasa, disfrutad de la oportunidad callejeando por los puestos y hablando con los vendedores, porque podréis vivir momentos inolvidables. La de Túnez capital fue fundada por los árabes en el siglo VII, y entre sus calles empinadas y estrechas esconde antiquísimas casas y confortables palacios. Todos encubiertos, ¡claro!. Un amigo marroquí me dijo hace muchos años que en el mundo árabe las viviendas más grandes estaban siempre detrás de puertas pequeñas. No se exhibe casi nada, se oculta todo para que nadie sepa lo que se vive tras los altos muros…Esa es la sensación que tienes cuando encuentras pequeñas aberturas rematadas con arabescos de metal…Que al otro lado ocurre de todo…

Nada más meteros por los primeros vericuetos, aparecen las tiendas y los vendedores. Te identifican rápido, se acercan automáticamente y hablan del Real Madrid y el Barca como que fueran hinchas de toda la vida: ‘Ronaldo???’ ‘Tú de qué equipo? Real o Aleti???’. La escena se repite una y otra vez mientras pienso en que La Torre de Babel estaría pensada como castigo para separarnos, pero está claro que lo que el fútbol une no hay dios ni en la tierra ni en el cielo que lo separe…

Comienzan a aparecer los pequeños artesanos. ¡Estaría horas mirándolos trabajar con esas manos duras y embrutecidas pero llenas de talento!. Este es un buen momento para comprar algún recuerdo: cerámica, pañuelos, cuero o incluso ‘Manos de Fátima’, una amuleto conocido por este nombre entre los turistas, pero que para la población local es la ‘jumsa’, un talismán de protección contra las envidias que podría tener su origen en los fenicios.

En la Medina todo lleva a la Mezquita de Zaytouna, un elegante edificio en el que se dice que Carlos V, el Emperador, entró a caballo cuando conquistó el país. Si no sois musulmanes no podréis pasar y es una pena porque tiene una espectacular sala de oración que se remonta al siglo IX. De todas formas incluso en los alrededores percibiréis un ambiente curioso por el que se cruzan imanes, fieles y vendedores de Coranes.

Si la Medina es un recordatorio constante de todos los pueblos -fenicios, cartagineses y árabes, entre otros- que han pasado por aquí, el Museo del Bardo es la expresión máxima de lo que los romanos dejaron en la tierra que conocían como Tynes. La misma entrada, ahora presidida por los nombres de todos los que murieron en el tremendo atentado contra el museo en marzo del 2015, ya deja claro el poder y la riqueza de los mosaicos que se encuentra en sus salas. Ellos componen la mayor colección de teselas romanas de todo el mundo, por su calidad y por lo bien conservados que están…El Bardo es una visita imprescindible de la capital, incluso aunque no seáis muy amantes de los museos porque es también el palacio residencia oficial de los sultanes hafsidas desde el siglo XIII.

En el primer piso se encuentra la conocida como Sala de Cartago y también el salón de conciertos de palacio. Las mujeres del harem se colocaban en uno de los púlpitos, y los músicos, a menudo ciegos, en el otro situado en frente. El rico mosaico del piso inferior acogía a las bailarinas. Recordad que en esa época las mujeres no podían dejar el palacio solas, así que ya se sabe, si Mahoma no va a la montaña será la montaña la que tiene que ir a Mahoma, y por eso el Sultán propiciaba a sus mujeres este tipo de distracciones dentro de los muros de la residencia. La zona del harem, la más exótica del edificio, resultó muy castigada durante el ataque terrorista que costó la vida a 25 personas. Tiene varias salas cerradas pero a pesar de eso se ve perfectamente la riqueza de su decoración con fabulosos mosaicos, alicatados y estucos. Es como entrar en el escenario de ‘las Mil y una noches’.

Muchos de los mosaicos de la Galería provienen de los yacimientos de Dougga, Oudhna, Útica, y por supuesto, la gran Cartago. Cartago fue una magnífica ciudad que inspiró novelas, leyendas y poemas… Dicen los poetas que su belleza era inigualable, empezando por su ubicación. Hoy en día allí se encuentra uno de los barrios más exclusivos de la capital y la residencia del presidente del país.

No se puede entender nada de lo que ve en Cartago sin saber algo de su historia. La urbe fue fundada en el año 814 a.C por los fenicios, excepcionales comerciantes que llegaron a dominar el Mediterráneo. Su emplazamiento, en la Colina de Birsa, era el perfecto para un pueblo cuya fortaleza se basaba en el comercio. Cuando los romanos derrotaron a los cartagineses arrasaron el terreno y lo mismo hicieron siglos después los vándalos con ellos, así que no vayáis con expectativas desmesuradas sobre lo que vais a ver porque es verdad que lo que queda son ruinas…Aunque sean las ruinas de la que llegó a ser tercera ciudad del Imperio tras Roma y Alejandría.

Queda todavía un lugar en el que está intacto el encanto que debió de rezumar la villa en su momento, y son las Termas de Antonino. Los romanos no practicaban la talasoterapia, sin embargo eligieron un fabuloso emplazamiento al lago del mar para situar unas enormes termas, las segundas más grandes del mundo romano, de las que quedan sobre todo los vestigios de la parte subterránea por donde circulaban libremente los esclavos. Es laberíntica y sugerente, quizá por eso no cuesta nada imaginarse a los siervos pululando por el lugar mientras sus señores se relacionaban e intrigaban con sus iguales en el piso de arriba.

El plano de la entrada es importante para ubicarse en el complejo…Mirad bien el capitel que encontraréis en el camino de salida. Pesa la friolera de 8 toneladas y formaba parte de una columna de 15 metros de altura. Suficiente, para entender cómo era entonces Cartago, una ciudad poderosa y envidiada. El barrio sigue conservando su belleza intacta. Los siglos no han alterado nada ese paisaje que quitó el hipo a los poetas. Así que es probable que cuando el Presidente Essebsi se asome a la ventana piense en cómo recuperar algo del esplendor de esa época porque ahora los tunecinos no están pasando por su mejor momento.

La primavera árabe, la poca ayuda de algunos vecinos y hermanos y sobre todo los atentados terroristas de El Bardo y Susa han minado gravemente la economía del país…Pero los tunecinos no se rinden... Siempre han sido un pueblo pacífico que no entienden qué cruel carambola del destino les ha colocado aquí…De momento los hoteles han reforzado intensamente las medidas de seguridad y la presencia policial y del ejército se nota en la calle. La gente espera pacientemente sentados o en la calle o en un café a que los turista vuelvan.¡ Insallah!

CÓMO LLEGAR:

Tunisair es muy buena opción porque os lleva directamente a la capital del país, Túnez con una frecuencia de 10 vuelos semanales. 4 con salida desde Madrid y 6 desde Barcelona. Los catering que sirven a bordo suele contener comida caliente, algo que se agradece enormente porque ya casi se ha perdido.