Es quizá la capital más desconocida de Polonia, y sin embargo conocerla es enamorarse de ella, de su personalidad, de su mestizaje y de su cultura, resultado de las influencias checas, austríacas y prusianas que han marcado su historia. Wroclaw, o Breslavia en español, es hoy una localidad moderna y abierta con una gran oferta de ocio. A las puertas del 2016, cuando será Capital Europea de la Cultura, hoy nos paseamos por este enclave de la Baja Silesia que tiene hasta 50 nombres diferentes.
Podemos considerar que en la ciudad hay 2 centros: La Plaza Mayor y la Isla de la Catedral. Dos lugares que a su manera guardan la esencia de Brotisla, su primer nombre. Ahora la encontramos repleta de 140.000 estudiantes y 300 duendes de los que luego hablaremos. Es una urbe grande, pero ‘abarcable’ y quizá la mejor opción es comenzar en la ‘Runek’ y después explorar su calles aledañas. La plaza es la Segunda más grande del país después de la de Cracovia. Se levantó en el siglo XIII con casas de madera. La Segunda Guerra Mundial, como en el resto del país, lo arrasó todo y lo que veis es su antigua estampa reconstruída. El Ayuntamiento es el edifico más significativo. Os daréis cuenta de los distintos estilos arquitectónicos que existen en su fachada porque tardó más de dos siglos en construirse. Debajo del fabuloso reloj astronómico que funciona desde hace 400 años, hay un balcón, no muy grande y acristalado, desde el que se pronunciaban las sentencias de muerte y se decidía sobre la vida de muchos siervos.
La cervecería ‘Spiz’ que se encuentra en un lateral es un lugar perfecto para sentarse a tomar una pinta y observar el ambiente local. Ellos hacen su propia ‘ale’ y es uno de los lugares más animados, sobre todo por la tarde, de una ciudad que tiene fama de estar siempre en movimiento. No se sabe muy bien si por sus universitarios o por sus duendes que están repartidos por todo Wroclaw… Hasta se han diseñado rutas para hacer que los niños puedan encontrarlos. Los gnomos nacieron como una forma de resistencia ciudadana en la época comunista. La llamada ‘Alternativa Naranja’ comenzó pintándolos donde las autoridades habían tapado grafitos antigubernamentales. Años después, ya convertidos en movimiento, se organizaron para repartir panfletos y hasta se manifestaron para pedir la liberación de Santa Klaus. La iniciativa era tan ‘inclasificable’ que descolocaba a las autoridades del Régimen que no sabían muy bien cómo castigar semejante ‘atrevimiento’. El acto más ‘surrealista’ de todos tuvo lugar una tarde de 1988 cuando miles de personas recorrieron las calles de la ciudad vestidos con sombreros naranja para apoyar la liberación de los duendes.
Hoy en día las autoridades comunistas ya no están y nos gnomos les han sobrevivido. Son ellos los que se han apoderado de las calles. Están leyendo, esquiando, y hasta encadenados a algún pub para que su mujer no les saque de la cervecería…
Actualmente hay más de 300, y es la rara la calle o plaza que no tiene uno o varios incluso…Muchos de ellos han sido creados por marcas publicitarias porque todas quieren tener uno, por supuesto…Ellos solos se han convertido en un símbolo de esta ciudad que luchó contra la dictadura como mejor sabía, con mucho sentido del humor.
La gente aquí es abierta, o por lo menos más abierta que en el resto de Polonia. Son del sur, diréis, pero yo creo que también tiene que ver con su historia. Primero pertenecieron a lo que hoy es la República Checa y después tuvieron 200 años de dominación austriaca, 150 prusiana y otros 150 alemana, hasta que después de la Segunda GM pasaron por fin a ser polacos. Su mente abierta se ve también en la pacífica convivencia de religiones que hubo en sus barrios. El de las Cuatro Confesiones recuerda, incluso con lápidas en sus aceras, que católicos, protestantes, ortodoxos y judíos pudieron vivir en paz durante siglos.
La Sinagoga es de las pocas que quedó en pie tras la invasión alemana, y eso fue porque había tal ambiente en el distrito que los nazis tuvieron miedo de que se sublevara la población si la destruían. Ahora, Wroclaw organiza gran cantidad de seminarios y festivales sobre la cultura sefardita. Ya que os encontráis por aquí, echad un vistazo a las cafeterías que veis. Polonia es un país de grandes espacios para hacer una ‘pausa’. Quizá porque están acostumbrados a la escasez desde hace décadas, son capaces de diseñar una cafetería, un bar o un restaurante con apenas unos pocos objetos antiguos, pero tan bien colocados que producen bienestar. En este sentido no os perdáis ‘Meleczarnia’.
Nada más abrir la puerta suenen fados portugueses. No tiene luz eléctrica, pero hay velas. Todos sus productos son naturales o caseros y por si esto fuera poco os sentiréis como en casa de la abuela por los pañitos de ganchillo que hay en todas las mesas. Es un lugar muy de moda entre estudiantes e intelectuales para leer, charlar o ‘enchufarte al ordenador’ entre sombras. ¡Ah, y los fines de semana hay conciertos con música en directo!
Y hablando de escritores, artistas y gente que empeña hasta la camisa por la cultura…Quiero presentaros a Ewa Malec. Su padre la transmitió el amor por lo español, por nuestro país, por nuestro folklore, por nuestras letras…Vendió su piso de Varsovia y ha montado un centro Hispano en el corazón de Breslavia. Un lugar que intenta tender puentes entre dos culturas tan distintas y en el fondo tan próximas. Aquí se puede escuchar flamenco, comer tortilla de patata y hacer intercambio de conversación. Monta cursos y seminarios sobre temas relacionados con nuestro país y con sus libros personales, ha organizado hasta una biblioteca que presta ejemplares. Y todo ello sin recibir un euro de subvención. ¿Tiene o no tiene mérito?.
Breslavia tiene a los turistas reservadas muchas más sorpresas, por ejemplo, el ‘Hotel Monopol’ donde durmió la Dietrich, Hitler habló a la masa y Picaso pintó la famosa Paloma de la Paz durante el Congreso del 49 . La Opera tiene también un ‘padre’ conocido, el mismo arquitecto que diseñó la Puerta de Brandenburgo de Berlín. Muchos lugares que nos recuerdan la importancia en la historia de esta urbe que tiene hasta 5 ríos. El más importante es el Oder al que atraviesan un montón de puentes que ahora aparecen escondidos tras los candados ante los que los enamorados se prometen amor eterno.
Después tiran la llave al río y aquí es donde vienen los problemas porque algunas veces, cuando esa llama se ha consumido , no son pocos los que vuelven dispuestos a arrancar de cuajo lo que haga falta para olvidarse del antiguo amante. Los puentes son tantos que Wroclaw recibe también el sobrenombre de ‘La Venecia Polaca’. Atravesando una de estas pasarelas llegamos al otro centro de la ciudad, la llamada Isla de la Catedral, la ‘Ostrów Tumki’. Aquí fue donde los ‘slezanies’, la tribu de eslavos occidentales que dio nombre a la región, construyeron una fortaleza en el siglo VII. Aquí se levantó la Catedral de San Juan Bautista, un templo gótico de 3 naves que sufrió grandes daños, pero que ha sido reconstruída y que cuenta con una torre desde la que se divisan estupendas vistas de la ciudad y también el rascacielos conocido por la ‘guasa’ popular como Manhattan. La Isla es ahora un lugar en el que residen muchos clérigos y monjas, algo normal teniendo en cuenta el considerable número de congregaciones de la zona. Tanto es así que los locales apodan a este islote ‘El Pequeño Vaticano’.
Pero no solo de ‘hombres de dios’ está llena la Isla, también de muchos estudiantes universitarios que vienen a divertirse . ‘El botellón’ ineludible en todas las ciudades estudiantiles se encuentra habitualmente aquí. Aunque oficialmente no se puede beber en la calle, nos cuentan que las autoridades hacen la ‘vista gorda’. Al fin y al cabo, ¿quién no se acuerda de lo que es ser joven?
Estoy en la ciudad el día en el que se inaugura oficialmente el Curso Escolar. Se hace de manera solemne en una magnífica aula llamada ‘Leopoldina’. La amabilidad de la vigilante de turno nos ha permitido entrar en un día con el acceso muy restringido. La admirarnos en medio de los estudiantes que se colocan educadamente en los bancos para escuchar al Rector. Mientras, yo contemplo la magnífica sala decorada con elaborados estucos, esculturas y pinturas al fresco. Una auténtica maravilla para los que comienzan su vida adulta. A la salida del edificio, una estatua recuerda que los que se dejan llevar por la diversión y no estudien pueden acabar como la figura que tienen delante: desnudos tras haberlo perdido todo en el juego.
Una última recomendación dentro de este paseo que podría durar varios días porque la capital de Silesia es rica en cultura, en gastronomía y en vida. Echad un vistazo a una escultura urbana sorprendente y fabulosa. Se titula ‘Transiciones’ y es de Jerzy Kalina. Está a ambos lados de la calle y muestra cómo la sociedad polaca se tuvo que ‘reconvertir’ rápidamente a todos los niveles cuando se esfumó el comunismo.
Sé que la ciudad os gustará así que no os olvidéis antes de marcharos de colocaros en la plaza del Ayuntamiento, pero en la lateral que tiene la fuente de cristal. El edificio de color crema tiene una ventana falsa. Aquí tenéis la foto. ¿Sabéis cuál es?.
Dice la leyenda que si lo adivináis,(el acertijo se resuelve al final del texto) volveréis a la capital de Silesia, quizá el año que viene aprovechando su Capitalidad Cultural Europea y disfrutando de edificios como la recién inaugurada Filarmónica. Así que ya estáis intentándolo. Pensad que habéis pasado por ‘la Venecia Polaca’ y ‘el Pequeño Vaticano’ en una mañana. Y que habéis visto más duendes juntos de los que volveréis a encontrar en toda vuestra vida…No se puede pedir más…
(RESOLUCIÓN DEL ACERTIJO: LA PRIMERA VENTANA A LA IZQUIERDA DE LA TERCERA FILA COMENZANDO POR ABAJO ES LA FALTA)