De todos los secretos que guarda Polonia, de todos los lugares que sorprende encontrar, quizá el que más llama la atención son las Iglesia de la Arquitectura de Madera de Malopolska. Impresionantes edificios que tienen ya varios siglos y que sin embargo guardan su encanto como el primer día. ¿ Quieres saber cómo son, por qué se construyeron así y dónde se encuentran? Hoy te propongo un paseo por una arquitectura nunca vista.
Comenzaremos por una de las más magníficas. Una que fue declarada Patrimonio de la Unesco hace casi 15 años: se trata de la Iglesia de la Paz de Swidnica. Este templo que veis en las fotografías fue levantado en apenas 10 meses… Un récord difícil de superar hoy en día si tenemos en cuenta su grandiosidad. Aunque lo cierto es los constructores no se podían demorar mucho más porque el Tratado de Westfalia permitió a los protestantes de Silesia construir 3 únicas iglesias, siempre que se erigieran en menos de un año, no tuvieran campanario y su construcción utilizara materiales pobres como la arcilla, la arena y la madera. Eso era todo. Tres materiales que de modestos nunca habían figurado en los grandes templos de la cristiandad y que aquí, sin embargo, se levantan como nobles y bellos si son usados por manos expertas.
Las iglesias de Swidnica y Jawor siguen en pie. La tercera de Glogow sucumbió en un incendio en 1758 por lo que, para evitar que vuelva a ocurrir lo mismo, los bomberos están conectados día y noche con la edificación. Nos cuentan que la más leves sospecha hará saltar las alarmas para que se presenten en pocos segundos a sofocar cualquier incidencia. Los habitantes de la zona son conscientes de que tienen en sus manos un patrimonio inigualable que hay que preservar a como de lugar. Y hacen bien porque el espacio corta la respiración nada más traspasar el umbral.
Quizá porque desde fuera no parece tan espléndido, quizá por que su delicadeza es única, quizá porque los palcos y galerías de varios niveles recuerdan más a un teatro que a una Casa de Dios… El caso es que es un edificio inolvidable de enormes proporciones si hablamos de madera. El altar y la escalera son diferentes porque son posteriores, de la época barroca.
La Iglesia de la Paz de Swidnica merece sin duda unos minutos de recogimiento. Sobre todo si la visitáis a primera hora de la mañana y tenéis la suerte de disfrutar de unos pocos minutos a solas. Fijaros que no hay ni un solo clavo. Las pinturas murales y el techo se han conservado intactos…y gloriosos hasta el punto de que sientes que mirar hacia arriba, a las alturas, es asomarse un poco al cielo desde la misma tierra. Aquí caben hasta 7.500 personas, 3.500 sentadas y el resto de pie. Eso es así porque la filosofía protestante de la época intentaba dar cabida al mayor número de feligreses posible aunque no fuera en las mejores condiciones de comodidad. Hoy todavía sirve para el culto, los domingos y festivos a las 10 de la mañana lo podréis comprobar; y también hay actividades musicales y conciertos en ocasiones especiales.
El terreno exterior servía para enterrar a los feligreses. Y después se plantaban grandes árboles alrededor de la iglesia para que la cobijaran de los fuertes vientos y de las tormentas frecuentes en Silesia.
La Ruta de la Arquitectura de Madera es amplia y merece la pena. Son construcciones especiales y distintas que no se ven en ningún lugar: San Miguel Arcángel en Brunary Wyzne, San Paraskeva en Kwiaton, La Madre de Dios Protectora en Owczary, San Santiago el Menor en Powroznik…Y muchas más. Echad solo un vistazo a cualquiera de estos pequeños-grandes edificios con sus tejados de madera característicos y veréis que bien merecen un viaje a la región polaca.
Otra pequeña joya se encuentra cerca de Zakopane, una localidad famosa por sus concursos de esquí y por sus actividades de nieve y deportivas. Es la capilla del Sagrado Corazón de Jesús de Jaszczczuròwka. Levantada entre los años 1904 y 1908, conserva todas las características de llamado estilo de Zakopane diseñado e inventado por Witkiewicz, es decir: tejados y paredes de madera, basamento de piedra, silueta esbelta, soportales…
El interior es sencillo y recogido pero de una belleza enorme y siempre acorde con la naturaleza. Atención a la figura que se dibuja en los candiles de los extremos. Son los ‘zbójnicy’, los ladrones, considerados como pequeños ‘Robin Hood’ locales. En un principio eran maleantes que se pasaban a la Hungría más rica, para hacer sus fechorías y robar a los que tenían más dinero. Debido al clima esto solo lo podían hacer en los meses de primavera y verano, así que el resto del tiempo ‘ofrecían sus servicios’ a los campesinos de la zona a los que cobraban por protección. Así pasaron a ser ‘venerados’ por la población local que veía en ellos ‘una fuerza’ que les garantizaba protección y paz. La leyenda de los ‘Robin Hood modernos’ estaba en marcha. Después vendría Janosik, el ladrón que a decir de las jóvenes era el más guapo y apuesto de todos y con el que soñaban fugarse.
Veréis que los ‘zbójnicy’ de los candiles tienen postura de querer saltar. Una de las pruebas que tenían que superar para entrar a formar parte de estar reducida élite era saltar una enorme hoguera. Había que demostrar una buena forma física para poder huir rápidamente si la ocasión lo requería, claro. La figura de los ‘zbójnicy’ en la capilla apela a su protección. Según las creencias populares nadie se atreverá a tocar ninguno de los tesoros del interior (los cuadros de estilo naif, las vidrieras de rudos colores, la esculturas de madera,…) si ellos lo custodian.
Esta arquitectura de madera es típica de Zakopane porque aquí la creó Stanislaw Witkiewicz, un escritor y autor teatral de culto que aunque nació en Varsovia, se trasladó a Silesia siendo muy pequeño. No le gustaban las casas que veía a su alrededor y decidió inventarse un estilo propio que mezcla cierta estética suiza con elementos tradicionales polacos de madera. El resultado son edificaciones respetuosas con el entorno que todavía hoy se siguen levantando.