Planes Navideños: Krabi
¿Es posible imaginarse una Navidad más fabulosa que esa que se pasa tirado al sol en playas de arena fina y con un cocktel en la mano? Yo desde luego no. Pues esas son las vacaciones que se disfrutan en el fabuloso mar de Andamán. Si todavía no has decidido destino para celebrar el fin de año, estás a tiempo: Tailandia te espera. Las opciones son muchas…Yo te propongo la zona de Krabi. ¿Vienes a pasear conmigo?
Sus playas no tienen parangón. Son espacios naturales de una belleza sublime e inolvidable. Da igual las veces que hayas estado en la isla, vuelves a ella con las mismas ganas de disfrutar de ese universo apartado de la realidad. Krabi es un paréntesis de paz. Un refugio de formaciones calizas con un microcosmos por descubrir. www.turismotailandes.com
Y para ello necesitáis montaros a bordo de los long tail boat que os llevaran mar adentro para descubrir sus secretos. Ya el viaje en barca es una pequeña aventura donde tomaréis contacto con la población local. Mi guía de a bordo fue Ken, un chaval muy educado y amable que con su gran sonrisa nos dio la bienvenida. Ha nacido en este paraíso y por eso ves que se mueve en el entorno como pez en el agua, nunca mejor dicho. Bote, Kayak o submarinismo, todo lo practica con igual soltura. Aprendió a nadar casi después de andar, así que es su hábitat natural y ahora ha convertido esto también en su modo de subsistencia.
Con el boat os llevarán a la laguna, un lugar en el que veréis especies totalmente desconocidas para los urbanitas de pro, por ejemplo las estrellas de mar. Ken las encuentra a las primeras de cambio y nos las enseña mientras atravesamos una alfombra de cangrejos que se mueven como un ejército por la arena. Buscamos los manglares que se divisan a lo lejos. Siempre me han fascinado estos bosques pantanosos que viven donde se mezcla el agua dulce de río con la salada del mar. Son ecosistemas fascinantes y misteriosos que nos recuerdan, por lo menos a mi, lo espléndida puede ser la naturaleza cuando no se la perturba.
El paseo concluirá en Ko Hong, pronunciado así como pensáis, sí. Es una maravillosa isla mucho menos conocida que otras como Ko Phi Phi donde se grabó ‘La isla’ de Di Caprio en el 2000. Esa publicidad ha atraído hasta ella hordas de turistas que en cualquier época del año pugnan por sentirse protagonistas de una superproducción. Si buscáis algo más apartado Ko Hong es perfecto. Nada más llegar os percataréis del cartel que anuncia los planes de evacuación en caso de tsunami. Las navidades de 2004 lo cambiaron todo. El maremoto se llevó por delante a más de 200.000 personas de 11 países. Uno de los más afectados fue Tailandia, así que no se de extrañar que las autoridades se pusieran las pilas y diseñaran refugios por doquier.
En Ko Hong el tiempo se detiene. La luz, espléndida y cegadora, las rocas, blancas e irregulares, el mar, arrollador y relajante…Todo ayuda a llevarte a otra dimensión. Un limbo cálido y placentero en el que es fácil quedar amodorrado. La sorpresa viene al entrar en el agua. Si te descuidas te puedes ver rodeada por un pequeño banco de peces de colores que se acercan sin miedo a la orilla. Pocas veces la convivencia entre las dos especies es tan amistosa.
Ao Thalane en kayak es otra opción inolvidable. Era mi primera experiencia en este tipo de embarcación y por eso la esperaba expectante. Pensaba que tenía una gran parte de aventura, es decir, de experiencia incontrolable, que me excitaba y me inquietaba a partes iguales. Y no me ha decepcionado. El kayak permite llegar a lugares impenetrables con lanchas más grandes y por eso hay que recurrir a el, aunque para los que no estén acostumbrados a hacer ejercicio habitualmente puede representar unas buenas agujetas al día siguiente.
El cañón por el que os introducís remando es un remanso de paz. Según vais entrando es como si os metierais en una burbuja. Los sonidos cambian y solo se oyen los pájaros y el agua. Si alzáis la vista las pareces de roca se elevan frente a vosotros sin final. Cuando la naturaleza apabulla te hace sentir pequeña e insignificante. Pero también produce un sentimiento de grandeza difícil de olvidar.
Visitar alguna de las comunidades locales es una oportunidad de entrar en contacto con nativos que muestran su manera de vivir. Una de ella es la de Khao Khanap Nam. Nada más llegar a sus dominios vemos que los restaurantes de la zona tienen pequeñas piscifactorías en las que se puede elegir el pescado que se quiere comer. Nos dan la bienvenida con varias especies en la mano, pero la más llamativa es el pez globo. El peligro le convierte en un balón hinchado con el que casi entran ganas de jugar al futbol.
El pueblo es un lugar curioso con caminos de tierra habitado por musulmanes. Nos queda claro nada más entrar porque un cartel nos enumera todas las cosas que no se pueden hacer. No alcohol, cerdos o drogas. Y las chicas cuidado con ir muy escotadas.
Las mujeres circulan con velos en la cabeza y batik en las piernas. Es la típica prensa de colores floreados y alegres que a modo de falta larga envuelve sus extremidades inferiores permitiendo que circule bien el aire por ellas. Que nadie olvide que la humedad es casi insoportable para un occidental, así que asfixia solo el hecho de ver a todas las mujeres tapadas de la cabeza a los pies con un calor tan sofocante. Sorprende el intenso tráfico que hay por el pueblo, casi aldea, de motocicletas. Es un trasiego constante por estos caminos de barro y tierra. Es muy difícil dar dos pasos sin que el pitido de alguno que viene o que va te sobresalte. Aunque a veces lo que de verdad sobresalta con las escenas que te encuentras en la carretera. Fijaros en ésta madre y sus 3 hijos…
En el bar del pueblo los hombres están reunidos. Hay un combate de Muay, el boxeo tailandés. Una mezcla de deporte, arte marcial y defensa personal, muy popular entre la población hasta el punto de que se ha convertido en seña de identidad del país. Todos miran fijos la televisión. Las exclamaciones se suceden animando a uno u otro contendiente.
Cuando acaba el asalto, el dueño de la cantina pasa por las mesas para cobrar las consumiciones a los clientes, campesinos de la zona que queman aquí las últimas horas del día.
El paseo se acaba con un buen dolor de brazos que olvidaréis pronto mientras volvéis a cualquiera de los magníficos resorts que se congregan por la zona. Hay varios, pero yo os remarco uno que me gustó mucho por su ubicación y calidad: ‘El Tubkaak’. www.tubkaakresort.com
Es un hotel boutique con cabañas de teca iguales a las que salen en las películas. Desayuno a pie de playa, vistas inmejorables y habitaciones con una pequeña piscina privada y una pileta con pétalos de flores para darse un relajante baño caliente en cuanto se tenga la oportunidad.
Un buen momento puede ser cuando el día ya se ha ido y el cansancio hace mella. Entonces los sonidos de la noche se despiertan y los percibes con más intensidad mientras disfrutas de las esencias en tu bañera. Y piensas, ¿cómo podría hacer para no dormirme nunca?