Os voy a llevar a un paseo que podrían ser de dos o tres días, porque la Mérida no española, la yucateca, es fascinante y merece pasar en ella todo el tiempo que se pueda... Esta ciudad sorprendente, animada y regia esconde en sus calles mucha vida y más historia.
Comenzamos el paseo por el corazón de cualquier ciudad mexicana, su Plaza Central. La de Mérida es grande y siempre tiene movimiento. Da igual la hora del día, encontraréis a madres con sus niños, jóvenes con sus parejas, hombres con sus colegas y adolescentes con sus compañeros pelando la pava. Lo suelen hacen en los ‘confidentes’, unos sillones pintados de blanco y con forma de ‘S’ que toman ese nombre debido a que permiten hablar con acompañante muy de cerca.
Este lugar en el que os encontráis ahora, la Plaza Grande, era también el centro religioso y social de la antigua ciudad de T’ho, el pueblo al que llegaron los españoles durante la Conquista. En él descubrieron un gran asentamiento maya de piedra y mortero que les recordó a la arquitectura romana de la ciudad Extremeña. Por eso la rebautizaron con su nombre y comenzaron a construir en torno a ella una capital regional que hoy tiene personalidad propia y gran identidad cultural y política.
Sin salir del Zócalo, nos asomamos a la Catedral de San Ildefonso que se alza exactamente en el mismo sitio en el que ya había un templo maya. Algunas de esas piedras se usaron incluso para levantar este edificio en cuyo interior sorprende un enorme crucificado, el llamado Cristo de la Unidad, considerado un gran símbolo de la ciudad y un signo de reconciliación. Las iglesias y Catedrales yucatecas son muy especiales porque el clima obliga a que sean abiertas. Las altas temperaturas y la humedad exigen un espacio con cierta ventilación y sin puertas. Además no suelen estar tan recargadas de figuras y santos. Sus paredes son limpias, blancas y una suave brisa mece con frecuencia el ambiente interior.
Seguimos sin salir de la plaza y vamos al otro gran edificio que hay que admirar, el Palacio de Gobierno, un lugar tranquilo y espacioso que alberga unos fabulosos murales de Castro Pacheco.
En la mejor tradición del país, en Mérida encontraréis unas fabulosas pinturas que hacen un amplio repaso desde el nacimiento de los mayas según el PoPol Vuh, a la llegada de los españoles pasando por un recuerdo a sus líderes revolucionarios. El gran salón de ceremonias no tiene nada que envidiar a las salas de baile europeas, y goza de unas vistas inmejorables. En uno de los bosquejos está el hombre que más influyó en la ciudad y del que todavía quedan muchas huellas, me refiero a Francisco de Montejo El Mozo.
Él fue el fundador de la colonia que dio origen a la capital yucateca y hoy es todavía recordado con un precioso paseo contruído en el XIX para intentar dotar a Mérida de una gran Avenida al estilo de los Campos Elíseos de París. La influencia cultural y arquitectónica se percibe gracias a las exquisitas mansiones que se construyeron de uno y otro lado con el dinero del henequén o sisal. Los yucatecos de la época se sentías franceses. Eso es lo que se desprenden de las crónicas que nos han llegado, así que no escatimaron dinero ni esfuerzos en convertir sus casas en auténticos palacetes que todavía hoy se pueden contemplar. 80 familias controlaban toda la producción por lo que ellas eran las que se podían permitir estos dispendios. Haced el recorrido: está la Quinta Rengil donde moraban los dueños de 1.000 haciendas henequeneras, las llamadas Casas Gemelas que el propietario construyó para sus dos hijas, la Casa Juvé, el Palacio Cantón que se proyectó como residencia del gobernador y la Casa Barbachano. Esta última es propiedad de una conocida familia hotelera que ha tenido entre sus huéspedes a Grace y Rainiero de Mónaco, la Reina Juliana de Holanda y Jackie Kennedy.
Muchas palacetes son museos o sedes de instituciones. Todos merecen una visita para entender lo que fue Mérida en sus buenos tiempos. En cualquier caso, la historia de esta próspera ciudad se reúne en una gran escultura que encontraréis al principio de la Avenida. Es el Monumento a la Patria en el que se detallan las fechas y batallas importantes de la Nación. Sobre un árbol de Ceiba, sagrado para los antiguos pobladores mesoamericanos porque conectaba el cielo con el inframundo, el escultor Rómulo Rozo recuerda los grandes símbolos del país: la llegada de Colón, el águila devorando una serpiente, el chacmol, la choza maya y el escudo de la ciudad, entre otros…Todos los estados están representados con sus símbolos y sus escudos oficiales…Aunque quizá no lo parezca, atención porque es una obra tan grande que podréis pasearos por ella y hasta tomaros fotos…Un buen recuerdo de vuestro paso por la Mérida mexicana.
En el Paseo Montejo encontraréis algún hotelito de mucho encanto para pernoctar, almorzar o simplemente tomaros un café a media tarde. Acordaros de ‘Rosas y Xocolate’, que con su colorida fachada no pasa desapercibido. Fue un antiguo convento que hoy se ha rehabilitado con todas las comodidades del mundo moderno, piscina incluida.
Mérida no se entiende sin visitar una Hacienda, las estructuras agrarias que la aportaron su máximo esplendor. Os recomiendo una que está dentro de la misma ciudad: Xcanatún. Levantada a mediados del siglo XVIII, fue la primera propiedad que utilizó una desfibriladora que se trajo desde Alemania. Su producción fue grande, pero cuando el negocio del henequén desapareció quedó abandonada hasta la década de los 90.
Entonces la familia Ruz la compró y la rehabilitó haciendo de ella un fantástico lugar para pernoctar. Tiene 18 habitaciones, de ellas 8 de calidad superior. Es aquí donde se quedan los muchos novios que la eligen para pasar su luna de miel, o simplemente su noche de bodas. Y no es el único reconocimiento que ya tiene… El año pasado fue elegido como mejor hotel histórico de las Américas según CNN.
Xcanatún puede ser un buen lugar para comer. Comida tradicional en un buen ambiente, si el tiempo lo permite, en el porche del patio en el que habitualmente se celebran eventos. Una deliciosa velada y una gran jornada os esperan en la Mérida yucateca, la ciudad que a los primeros colonizadores españoles les recordó a la capital extremeña y que ahora destila personalidad y encanto.
WAMOS
Mérida está en la Península de Yucatán por lo que vuestro mejor punto de entrada es Cancún. Hasta allí vuela cada semana Wamos Air, una compañía que lleva años trabajando en el sector, aunque con otro nombre. Posiblemente os sonará más ‘Pullmantur’, que ha estado décadas proyectando las vacaciones de millones de personas. Wamos Air ofrece precios ajustados y bastantes frecuencias, dependiendo, eso sí, de la época del año en el que penséis visitar el país azteca. ¡Aprovechadlo!...Es un viaje fascinante que no olvidaréis