O eso es por lo menos lo que creían los nazis que la convirtieron en el centro de sus convenciones anuales. Nuremberg es ahora una ciudad moderna y abierta que ha tenido el valor de enfrentar su pasado para que no se vuelva a repetir. Aquí se puede visitar la sala 600 en la que tuvieron lugar los juicios contra los principales criminales del régimen capturados, aquí está la tribuna Zeppelin desde la que Hitler presidía los actos del partido, y aquí queda todavía uno de los edificios del III Reich más grandes que se conservan, el Palacio de Congresos. Son pedazos de historia viva que merece la pena recordar, así que ¿me acompañas?.
Quizá el lugar que más impresiona de todos sea el espectacular palacio de Congresos que se quedó a medio hacer, pero que pone de manifiesto con enorme claridad las inhumanas dimensiones de la arquitectura nazi. Y también su filosofía. Todas las construcciones de la época estaban concebidas para transmitir el mensaje de que Alemania era un Imperio que estaba destinado a hacer historia. Y así fue, aunque seguro que en un sentido distinto al que imaginaban los jerarcas de la época. Lo que queda del espectacular edificio concebido para dar cabida a más de 50.000 personas, acoge ahora un museo y centro de interpretación en el que se van exponiendo, de forma muy didáctica, las diferentes etapas por las que pasa el Nazionalsocialismo.
La zona, a la que se llega fácilmente en tranvía, merece un paseo por los alrededores. Allí se encuentran algunos de los restos de ese complejo de edificios proyectados para dar relevancia al sistema. Uno de ellos es el Campo Zeppelin, llamado así porque este descampado fue el lugar en el que aterrizó el Conde del mismo nombre en 1909 con su dirigible. La Tribuna Zeppelin fue proyectada por Albert Speer, el arquitecto de cabecera de Hitler, inspirándose en el Altar de Pérgamo que se encuentra en el museo de Berlín. Con capacidad para 100.000 personas dentro del terreno, y otras 80.000 en las gradas, fue en su momento el espacio más grande para reunir multitudes en el complejo.
Multitudes que se fascinaban con la larga hilera de columnas y la esvástica nazi que presidía el lugar. Enormes pebeteros bordeaban el lugar y cuando la luz se marchaba lanzaban enormes llamas a la noche. Toda la puesta en escena era fascinante. No hay que olvidar que los nazis inventaron la escenografía política. La inventaron y la dominaron, siendo un elemento fundamental en todo su discurso.
Los amantes de la historia pueden recorrer los espacios destinados al Campo de Marte, al Estadio, la Luitpoldhalle, la Gran Avenida y hasta la zona del campamento. No queda casi nada, pero permiten ver perfectamente las dimensiones del proyecto que Hitler quería llevar a cabo en Nuremberg. La Tribuna es ahora un espacio ganado por los ciudadanos. Su estado de conservación no es el ideal porque hace unos años se planteó el debate de qué hacer con ella. La ciudad ha sentido fuertemente el estigma nazi y ha necesitado tomar distancia para poder seguir adelante. La consecuencia es que los poderes públicos decidieron que no se derrumbarían los símbolos del III Reich, pero tampoco se destinaría dinero público para mantenerlos. Entiendo la postura, pero también me gusta pensar que esos espacios con una carga tan dramática en otras épocas han sido conquistados por los ciudadanos. Aquí hay un enorme parque en el que la gente puede hace picnic o pasear, hay un estadio de fútbol, otro de hockey y una pista de carreras.
Incluso en verano se celebra un animado festival de música que es la delicia de toda la ciudad. El ‘Open Air’ ofrece la posibilidad de disfrutar al aire libre de animados conciertos de música. El ambiente merece la pena incluso para vivirlo un fin de semana. A lo largo de la tarde todo el mundo llega a la enorme explanada y ‘acampa’ donde puede entre la multitud que desde primera hora se aposta en el terreno. Cada uno se provee de lo necesario para hacer un picnic a la vez que se escucha la melodía al caer la tarde. Mirad el programa porque a lo largo del verano la filarmónica y la sinfónica de la ciudad se turnan las actuaciones…
El otro punto interesante de Nuremberg, históricamente hablando, es el Tribunal de Justicia, en el que se encuentra la sala 600 en la que se celebró el famoso juicio a los dirigentes nazis capturados tras la guerra. El lugar está tal cual, intacto. Solo se ha modificado el lugar que ocuparon los diferentes actores del proceso: abogados, fiscales, jueves, procuradores, acusados y hasta traductores, ya que fue el primer juicio contra criminales de guerra y hubo que darle cobertura en las lenguas oficiales de las potencias aliadas.
La exposición de la planta superior está concurrida, de turistas y también de adolescentes alemanes que aprenden historia sin perder de vista que solo el saber impide que los errores se repitan.
Nuremberg es una sorprendente ciudad que ofrece muchas cosas…Aunque de esas otras hablaré más adelante, por lo pronto baste decir que está mucho más cerca de lo que parece. Vueling une Barcelona y la ciudad bávara varias veces por semana. No os la perdáis…