Notre Dame: el corazón de París
Pocas ciudades tienen un corazón tan fácilmente identificable como París. Un corazón que late y que funciona como motor de la ciudad. El centro mismo de la urbe. El epicentro de toda su personalidad. Eso pasa en París…y ese corazón está en Nôtre Dame. La ciudad nació y creció en torno a la isla en la que se encuentra La Catedral Medieval que comenzó a construirse en 1163. Todo fue grandeza ya en sus inicios porque al levantarla se pensaba en erigir una catedral digna de la capital de un reino que iba camino de ser una gran potencia, y para ello se movilizaron a miles de canteros, carpinteros, forjadores, escultores y vidrieros. Y eso se nota…Es un edificio que ha vivido y sobreviviendo a los siglos.
Nôtre Dame es el primer sitio al que hay que acudir cuando se llega a París…El primer sitio al que hay que subir para poder situarse bien. Si se sube a sus torres y se memorizan todos los monumentos importantes que desde allí se ven, uno no se perderá ya más en la ciudad. Y sabrá en qué orilla del río se encuentra y qué dirección tomar. Es la clave para orientar el cerebro y también para entender la ciudad.
Nôtre Dame tiene varios misterios, pero hay que irlos descubriendo poco a poco…uno de los más insistentes es su espiritualidad que perdura a pesar de las ordas de turistas que todos los días del año abarrotan sus naves. Es suficiente concentrarse un instante en sus muros para, con un poco de imaginación, trasladarse varios siglos atrás. Sus paredes de piedra , sus lámparas, sus elementos ornamentales, todos guardan la magia de los materiales muy vividos que han sido testigos de la historia.
Fijensé detenidamente en sus rosetones: coloridos y perfectos. Son especialmente bonitos en primavera porque la luz atraviesa el cristal y rebota en las paredes del templo. Hay muchos edificios medievales hermosos, pero pocos tan elegantes…Un último consejo: al salir de la iglesia acerquése hasta el parque que hay en la parte posterior . La silueta de Nôtre Dame es especialmente hermosa desde éste ángulo y si hace bueno y es la hora de comer puede que lo encuentre lleno de niños… oirá sus voces y sus risas encaramados en los aparatos y entonces sentirá que los años pasan y la vida sigue. Pero ella, Dôtre Dame, Nuestra Señora, lo contempla todo desde lo alto. Impertérrita y señorial.