Es difícil imaginar lo que fue esta ciudad normanda después de que los bombardeos aliados la destrozaran casi completamente. Entre el 5 y el 6 de septiembre de 1944 los países que luchaban contra los nazis bombardearon el centro para obligar a huir a los últimos alemanes que quedaban en la zona…Fue como matar moscas a cañonazos porque en esas 48 horas Le Havre soportó 11.000 toneladas de bombas. 150 hectáreas quedaron arrasadas y 12.000 inmuebles totalmente arrasados…La ciudad se convirtió en una tabla rasa…
Y a pesar de la hecatombe, resurgió…Hoy es una urbe declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por la forma en la que fue reconstruida: ‘un ejemplo excepcional del urbanismo posterior a la guerra’. Quizá el secreto de este reconocimiento está en la uniformidad de estilo del proyecto confiado en su totalidad a Auguste Perret.
Se nota algo diferente nada más enfilar la avenida Foch, una monumental vía que atraviesa toda la ciudad y que tiene la misma dimensión que los Campos Elíseos. El espacio es inmenso y simétrico, lo que recuerda a las grandes avenidas del Moscú Soviético y del Berlín del Este. Perret se encontró con 80.000 personas viviendo en la calle y en barracones con lo que hubo que trabajar a toda velocidad. El arquitecto es conocido por su confianza en el hormigón que siempre quiso dignificar. Comenzaron a construir sin desescombrar y dejando en el mismo lugar los edificios públicos o religiosos que conocía toda la población. Se trataba de que los puntos de referencia no cambiaran…
Primer punto importante, El Ayuntamiento: un edificio de amplios ventanales y formas cuadradas que no recuerda en nada al que había en el lugar antes de la Guerra. Frente a él se extiende una enorme plaza con una gran fuente que tiene a lo lejos uno de los enormes cruceros que atracan en la ciudad…Son pocos los que se quedan en ella…Muchos turistas prefieren hacerse a la carretera para pasar unas pocas horas en París…Al marcharse, se pierden un lugar muy interesante en el que sus habitantes vive muy bien…
Perret diseñó apartamentos muy modernos. Él creía que desde cualquier vivienda se tenía que ver algo de cielo y algo de tierra, así que sus construcciones tenían patios grandes por donde entraba la luz y se plantaban jardines interiores. Vistos desde hoy en día sus apartamentos eran espacios que ya quisiera más de uno: Casi todas las paredes son paneles modelables dependiendo de las necesidades, con toda la luz posible y cocinas no muy grandes. El arquitecto fue uno de los primeros que se atrevió plantear comer en el salón y no en la cocina como era costumbre…
El segundo punto importante de la ciudad es la Iglesia de St Josep. Para su construcción se utilizaron 700 toneladas de acero y 50.000 de hormigón. Y aunque solo con estas cifras parece que nos encontraremos con una mole terrorífica, la verdad es que Perret consiguió levantar un templo estéticamente muy armonioso de 107 metros de alto. Se ve desde cualquier punto de la ciudad y su referencia es la mejor forma de orientarse en ella.
St Josep resplandece los días de sol debido a las vidrieras que recubren el campanario. Son obra de Margarite Huré porque se dice que el Abad Marcel Marie le dijo a Perret: “Usted desea que su iglesia sea bella. También desea que sea agradable. Entonces hay que confiarle los vitrales a una mujer”. Y acertó de pleno. La luz forma una degradación de colores hasta llegar al blanco.
Le Havre ha seguido también el camino de la arquitectura moderna con Niemeyer. ‘Le Volcan’ es Casa de la Cultura y Teatro Nacional, uno de los más grandes de todo el país. Y un ejemplo más de cómo se puede resurgir de la mano de los más grandes.
Fue levantada por Francisco I, uno de los Reyes más importantes que ha tenido Francia y destrozada por los aliados cuando la necesidad de triunfar con el Desembarco justificada enterrar en bombas, con civiles incluidos, a una ciudad entera. Le Havre se levantó y hoy es una ciudad sorprendente que el año que viene ya celebrará sus 500 años. Toda una lección de vida.
CÓMO LLEGAR: Ahora es muy fácil. La compañía Vueling programa vuelos semanales que unen Madrid y Barcelona con Normandía. La costa francesa está a dos horas. Aprovechad la oportunidad porque no siempre es tan fácil llegar a una región que tiene todo que ofrecer.