EL PLACER DE LAS HACIENDAS
Es como retroceder en el tiempo varios siglos. Como si al entrar en ellas fueras a ver a los compesinos mexicanos trajinando en los campos de Henequén. Muchas se han reconvertido en hoteles de lujo para disfrutar y para pasar unos días absolutamente inolvidables de descanso y ocio. Quiero llevaros a una de las Haciendas más grandes de todo Yucatán. Así es la Hacienda Temozón.
Ya la misma entrada te da idea de sus dimensiones y de su espacio enorme y grandioso. Y no es de extrañar porque se trata de un edificio con mucha Historia. Su nombre significa "Remolino del viento" y la primera vez que quedó registrada en un documento oficial fue en el año 1655. Así que si tenéis la suerte de poder alojaros en ella pensad que sus paredes ya estaban en pie en el siglo XVII. Y eso, el paso de los años y de los siglos, queda siempre en los lugares. Deja una huella que los hace distintos y únicos.
Su primer propietario fue Don Diego de Mendoza, descendiente directo ,al parecer, de los Montejo que conquistaron la ciudad de Mérida. Seguro que él se instaló en la que ahora es la habitación del patrón.
Se cuentra al final de una preciosa galería en la que es una auténtica delicia sentarse para contemplar un bonito amanecer o una espectacular tormenta. En Temozón el tiempo es distinto. Fluye con pausa, como si cada segundo durara más y te permitiera ser más consciente de tu vida. Se pueden hacer mil cosas. Leer en su impresionante salón...
...Tomar un masaje a base de aceites esenciales en el spa...Jugar un partido de tenir o darse un baño en su espectacular piscina. Y por la noche, cena mexicana con exquisitos platos típicos.
Hasta el siglo XIX Temozón no se convirtió en una Hacienda esencialmente henequenera. El lugar en el que originalmente se procesaba, ésta planta, se ha reconvertido es el maravilloso espacio que véis.
Se conservan algunas de las cintas originales para transporte, pero aquí, ahora, se organizan banquetes de bodas y celebraciones. El mismo uso se da al salón de pacas, el lugar dóne se almacenaban las alpacas del henequén una vez preparadas para exportarlas al "viejo mundo".
Sus paredes están decoradas con fascinantes fotografías en blanco y negro de lo que fue la vida en ese microcosmos.
El punto de máximo esplendor de Temozón fue en el año 1900 cuando la Hacienda tenía más de 6.600 hectáreas y contaba con 640 trabajadores. Entonces el patrón dormía aquí solo, sin su familia, que se había trasladado a la capital. Y los labradores seran transportados a lo largo de la extensión en vagonetas. La vida ha cambiado mucho desde entonces. Pero sigue siendo un lugar sorprendente. Por lo que queda de ella, y por la gente que allí te encuentras. Para mi fue una auténtica sorpresa encontrarme con Reto.
Un suizo que vino a conocer México invitado por un amigo y aquí se quedó. Enamorado del país, de su cultura y de una mexicana, ¡claro!. Ahora trabajada a fondo en la Hacienda y ejerce también de chamán, campo en el que se ha formado intensamente. Os invito a ir hasta allí para conocerle y poder charlar con él de lo divino y lo humano. Enfín, no sé si ha quedado claro, pero para mi la estancia en Temozón fue un tratamiento terapéutico de belleza, descanso y paz. Aunque solo sea por eso merece la pena cruzar "los charcos" que haga falta.
De todas formas otra opción que hay que tantear son los llamados "Hotel Boutique", lo que para nosotros serían establecimientos con encanto. (http://www.casalecanda.com/es-es/)
Casa Lecanda es uno de ellos. Situado en pleno centro de la ciudad de Mérida, el edificio ha sido rehabilitado con mucho gusto y refinamiento. Es otra opción para alojaros disfrutando enormemente del sitio. Echad un vistado a su web porque si tenéis presupuesto merece la pena. El sitio es realmente acogedor, y además está en el centro de la capital. No se puede pedir más.