Espíritu Comunero
Medina del Campo saca todos los años a pasear su espíritu más profundo, su alma comunera adquirida hace siglos, y celebra la Feria Renacentista "Imperiales y Comuneros". Es un fin de semana lleno de acontecimientos y celebraciones de una historia rica y llena de matices, pero también muy desconocida. Vamos a vestirnos de época y a fundirnos entre el gentío de esa España en la que no se ponía el sol.
El momento más esperado de todo el fin de semana es la Quema de la ciudad, el sábado por la noche y en el que participa gran parte del pueblo llano. Rememora la historia de los medinenses, atrincherados en el centro de la capital castellana, intentando impedir que los soldados imperiales se llevaran los cañones del castillo para atacar con ellos la ciudad de Segovia.
La oposición fue tan fuerte que al final los soldados de Carlos V decidieron quemar la ciudad entera. Fue el inicio del espíritu comunero que ahora se quiere recordar. La "función" comienza con el encendido de antorchas en el Castillo de la Mota por parte de los soldados Imperiales y la bajada a la ciudad. Las calles están llenas, nadie quiere perderse ese momento en el que muchos cantan un lema aprendido desde niños que reafirma su intención de sublevarse al poder establecido: "Medina entera se siente comunera".
La entrada a la plaza es quizá el momento más emocionante y podríamos decir que hasta tenso porque los vecinos se meten tanto en su papel que silvan con fuerza a los Imperiales que también son paisanos ...Al lado de la Colegiata se representa una pequeña obra que recuerda todo...hasta el fuego que se llevó por delante media ciudad
De todas formas es un fin de semana completo en el que también se pueden ver otras muchas cosas interesantes. Por ejemplo, torneos medievales...
...Por ejemplo, autos de fe como los que hacían a las brujas en aquellos tiempos, con varias jóvenes representando el papel de condenadas, medio pueblo repudiandolas y muerte de los herejes en la hoguera.
Puede ser un fiesta interesante para todos, también para los niños porque además de actividades y talleres, tienen la oportunidad de subirse a una preciosa noria de madera que muchos adultos quisieramos probar.
En definitiva es una feria que cada vez está cogiendo más brío. Y la prueba es la tremenda implicación de los lugareños. LLama la atención la cantidad de ellos que aparecen vestidos de época durante la feria comunera. Se cambian de traje como si fuera lo más natural del mundo tener repleto el armario de faldas largas, corsés y miriñaques. En algunos desfiles hasta 3.000 personas se ponen a todo con la celebración.
Es un ambiente arrollador ver tanto entusiasmo. En éstos tiempos, ojalá se pudiera ver más a menudo.