Hay que escaparse a Lituania un fin de semana ahora que todavía no aprieta el frío en firme y que suelen quedar algunos días para gastar antes de finales de año. Hoy os propongo un fin de semana en Vilnius rompiendo costumbres europeas y acercándonos a otra cultura hermana que tiene mucho que enseñarnos.
La visita comienza en el centro histórico, suele ser lo más indicado en éstos casos para ir directamente al meollo de la ciudad, pero es que además aquí es lo más propio porque estamos hablando del casco antiguo barroco más grande de Europa. La Unesco lo declaró patrimonio de la Humanidad hace años.
La Pilies Gatvé es la calle del Castillo y el núcleo de actividad más importante del corazón de la capital. Está empedrada y si tenéis suerte con el tiempo la encontraréis con terrazas bastante concurridas, gente paseando y hasta músicos callejeros.
Me encantaron los puestos con señoras que venden calcetines, jerséis, guantes…Prendas de lana echas a mano con diseños tradicionales. Vilnius es muy europea. Pero tiene también rasgos bálticos muy pronunciados, por ejemplo, las agujas de sus iglesias católicas y ortodoxas. Una de ellas es San Nicolás que la encontraréis casi sin daros cuenta siguiendo el trazado de la Pilies Gatvé.
Es la iglesia gótica más antigua de Lituania. La fundaron los alemanes en 1320 y durante 38 años, desde 1901 a 1939 fue la única iglesia de la capital donde se celebraba misa en Lituano. Pensad que la historia del país no ha sido fácil. Fue fundada en la década de 1320 cuando el Gran Duque Gediminas soñó con un lobo de hierro que aullaba con el alarido de cien lobos, señal de la grandeza de la ciudad que nacía en esos momentos. Los lituanos han conocido ocupaciones y guerras y han tenido que luchar mucho para alcanzar la independencia…
…Y todo eso se ve en toda la ciudad, también en esas callejuelas estrechas donde os podéis perder. No dejéis de acercaros a la llamada calle de la Literatura. Es peatonal y allí encontraréis pequeñas obras de arte que recuerdan a los literatos más importantes del país. Se puso en marcha con motivo de una capitalidad cultural, pero a los lugareños les gustó tanto que se ha perpetuado en el tiempo.
Si entre unas cosas y otras, entre las compras y los paseos ya tenéis hambre, hay que ir a comer. En ‘Pas Lina Samena’ encontraréis un lugar tranquilo para poder degustar la gastronomía refinada. Todos los productos son de buena calidad y en un ambiente muy agradable. La carta no es muy amplia, pero cada cosa está en su punto. Aquí os dejo uno de los platos que degusté por si os abre el apetito. Y una pequeña sugerencia. Si tenéis suerte, aquí podéis probar una bebida única: Sula de Abedul. Es un zumo de éste árbol que se obtiene en primavera. Se sangra y se consigue un delicioso jugo dulce que mezclado con yerbabuena o con menta resulta absolutamente delicioso. Solamente algunos restaurante lo conservan durante más tiempo en la nevera. Aquí lo podréis probar y he de decir que fue uno de mis descubrimientos culinarios favoritos.
Después de reponer fuerzas vamos a por algunos monumentos imprescindibles: La Catedral, La Universidad y la Colina de Gediminas. Por partes. La plaza de la Catedral es un lugar lleno de trasiego. Y siempre ha sido así. En el siglo XIX es aquí donde se celebraban los mercados y las ferias. Un enorme foso con agua recorría lo que hoy es el perímetro de lo plaza, lo que quiere decir que los barcos llegaban incluso hasta el mismo corazón de la ciudad con sus mercancías. Hoy sigue siendo un sitio con gente que va y viene.
La Catedral de Vilnius se sitúa en el mismo emplazamiento donde se rendía culto a Perkunas, el dios lituano del trueno. En la época soviética, hizo las funciones de una galería fotográfica pero hoy ha vuelto a recuperar su antigua utilidad, máxime cuando los lituanos católicos en gran medida. El primer edificio, de madera, se levantó en el siglo XIV y desde entonces se ha ido reconstruyendo hasta el día de hoy. Ojo que en el interior está la Capilla de San Casimiro, el patrono del país. Es muy rica en decoración y venerada por todos los lugareños.
La siguiente parada obligatoria es la Universidad. Dirigida por Jesuitas durante dos siglos, fue uno de los mayores centros de enseñanza del país. Está íntimamente relacionada con España porque la fundó un jesuita español en 1550 y después ha habido hombres como Miguel Ortiz, que fue rector, y Pedro Ruiz de Moros nacido en Alcañiz que han dejado su impronta.
La Universidad de Vilnius dio al país muchos eruditos e intelectuales hasta que los rusos la clausuraron. Esta cantinela, ‘hasta que los rusos lo cerraron, hasta que los rusos lo clausuraron’ la vais a oír muchas veces en vuestra estancia. Sus 13 patios son un pequeño laberinto que tiene salida a calles adoquinadas. En una de ellas podéis encontraros con el Palacio de Gobierno. Fijaros cómo está la bandera, así podréis saber si la presidenta del país está dentro o no…Y así se os va a ir pasando el sábado casi sin enteraros…Al final del día subiros a la Colina de Gediminas. Allí tendréis unas buenas vistas de la ciudad con el río Neris que la bordea. Disfrutad de las últimas horas de sol o de luz. Mañana será otro día con muchas cosas por descubrir.
Una última recomendación. Buscad un lugar que se llama ‘La Boheme’. Tiene un ambiente moderno y distendido muy agradable. Podéis sentaros en cualquiera de sus mesas o podéis decantaros por ser más hippies y acoplaros en el suelo (buscadlo al entrar a la izquierda). Lo que sí os advierto es que como no seáis directamente ‘Dios’ os harán descalzaros.