Trakai: El orgullo del Castillo Rojo
No se parece a ninguno de los que estáis acostumbrados a ver. Es rojo porque sus ladrillos son de ese color. Y es Castillo porque es una fortificación defensiva escoltada por torres redondas que se reconoce al primer vistazo y que os encontraréis en la portada de más de una guía de viajes de Lituania. El Castillo de Trakai se eleva entre las aguas del lago Galvé y representa la bravura y el orgullo del pueblo lituano así que no os lo podéis perder…¿Venís?
Está a unos pocos kilómetros de la capital, de Vilnius y resulta ideal para una excursión. De hecho es muy popular entre los turistas, pero también entre la población local. Yo encontré un curso entero de estudiantes que aprovechaban su clase de dibujo en el embarcadero del lugar. Todos buscaban poder captar sobre el papel el espíritu de un lugar con mucha historia y magia a raudales.
Trakai, que también da nombre a una población, y que se pronuncia ‘Traku’ fue capital del reino de Lituania alrededor de 1320. Gediminas, el gobernante medieval del Gran Ducado, se encaprichó del sitio y de su emplazamiento, así que en el siglo XIV instaló aquí la corte. La fortaleza del lago surge cuando en torno a 1400 Vytautas el Grande, uno de los gobernantes más famosos e influyentes del Gran Ducado de Lituania necesita un edificio más grande del que hasta entonces estaba construido porque su guarnición no cabía en el Castillo. Cuando penséis en Vytautas, hacedlo en un hombre muy grande en su tamaño y muy grande en su política de expansión. Con él se alargaron las fronteras desde el Mar Báltico al Mar Negro así que es fácil de comprender que a día de hoy represente el prototipo de héroe nacional.
Veréis que un único puente lo une la fortaleza con la orilla, y un foso separa el patio triangular exterior de la torre principal con su patio central y una serie de galerías, vestíbulos y salas.
Una vez dentro, en el corazón mismo de la fortaleza, lo primero que se aprecia es el patio medieval, pequeño y rústico. Nada que ver con lo que estamos acostumbrados a ver en las películas. El Castillo ha sido reconstruido, la verdad es que veréis poco original, pero sí os servirá para haceros a la idea de cómo era la construcción antiguamente. Las salas recogen la historia y sobre todo la evolución del edificio, hace solo un siglo, totalmente abandonado a su suerte. Veréis el salón del trono y distintas armas y enseres mediales como un cofre para guardar dinero con doce cerraduras. ¿Y por qué?. Pues porque cada llave de esas 12 cerraduras se le daba a una persona influyente. De esa forma para gastar el dinero necesitaban la conformidad de los 12 depositarios de las llaves. Buena idea para apretarse el cinturón , ¿no?.
A mi me resultó muy curiosa la exhibición de los trajes típicos de los Caraítas, una etnia judaica originaria de Bagdad regida por la Ley de Moisés. Sus descendientes llegaron a Trakai desde la península de Crimea en torno al año 1400. Vinieron para ejercer como guardaespaldas, pero poco a poco fueron desapareciendo y actualmente quedan solo unas pocas familias en todo el país. Ellos son la minoría étnica más reducida del país, lo que se teme su extinción. En Trakai, hay una Kenesa, un templo caraíta, del siglo XIX que se puede visitar. Pero su horario es muy restringido y no se abre todos los días. Si tenéis oportunidad de echarla un vistazo no os lo perdáis porque es muy raro encontrar kenesas en la actualidad. Quedan muy, muy pocas. La excursión es de verdad interesante y el lugar tiene mucho encanto.
Si acabáis a buena hora y el día está agradable siempre podéis alquilar un pequeño barquito a la misma puerta del Castillo que os da un paseo por el lago. Trakai presume de ser el único Castillo de Europa del Este construido en un lago y el único que nunca ha sido atacado. Quizá a los enemigos les daba pena destruir algo tan bello. Quizá llegaban hasta aquí y pensaban que era algo irreal tal era su belleza. Sea como fuere es el Castillo Medieval más bonito de Lituania y bien merece una visita. Ah, y aprovechad para comprar artesanía. Es todo echo a mano. Eso sí que es un lujo.