¿Os imagináis que para celebrar vuestro cumpleaños montáis una conferencia en uno de los museos más importantes del país e invitáis a todos vuestros amigos?...Pues eso ocurre…sí, en Basilea… porque Babilea y el arte tienen un romance que dura siglos…La ciudad y los artistas se entienden y complementan a la perfección desde siempre, y el resultado es que la capital helvética alberga la colección de arte público más antiguo del mundo…
Así que cuando hubo que ampliar el Kunstmuseum,( las monumentales obras acaban de finalizar), las donaciones privadas no faltaron. Casi la mitad de los casi 100 millones de euros que ha costado la remodelación los ha pagado Maya Oeri, descendiente de los laboratorios La Roche y una mujer que posiblemente gastará su dinero en mansiones y yates, pero que también se deja unos cuantos millones en patrocinar arte…¿Quieres saber cómo ha quedado?...Pues ven conmigo…
Bueno, conmigo y con una arquitecta que nos va a llevar por este recorrido y que nos va a ayudar a ver el lugar con otros ojos. Os presento a Helen Wyss, una chica menuda y vivaracha que habla deprisa y sonríe con facilidad…Ella nos desvela todos los secretos, empezando por el patio central de acceso que ya guarda alguna sorpresa como los ‘Burgueses de Calais’ de Rodin…Aquí los genios nos reciben en la misma puerta…
Es bueno danzar primero por el inmueble antiguo para comprender lo que se ha hecho en el nuevo, un lugar que ha duplicado su espacio para las exposiciones. El edificio primitivo recuerda a los que se construyeron en Alemania durante el Tercer Reich inspirándose en el estilo clásico: ventanales largos, espacios amplios, orden y simetría por doquier…En sus pasillos, obras de grandes autores como Matisse, Kandinsky, Klee, Chagall, Picasso, Juan Gris…Además de los ‘archivalorados’ impresionisas franceses y pintores más locales como Hans Holbein y su conocido ‘Cristo muerto en la tumba’…
Pero si hay algo que no para es el arte, y si hay un público que lo demanda es el de esta ciudad, por eso hubo que plantearse, de nuevo, una ampliación del Kunstmuseum que ahora cuenta con 19 nuevas salas y 11.500 metros cuadrados de espacio limpio y diáfano, casi quirúrgico igual que un quirófano. Todo está preparado para que las obras luzcan…’Mirad el contraste de los materiales’ nos dice Helen. Madera y yeso en las zonas de exposición; mármol y acero en las de tránsito.
Las cuadrículas de madera de las salas que acogen pinturas o esculturas están puestas una a una…Es un trabajo artesano que acaba teniendo su protagonismo en el entorno y resaltando las fotografías.
El acero galvanizado es otro de las materiales que dominan el lugar…Está en las contraventanas, inspiradas en las que ya existían, en las puertas de las salas, en los percheros donde se guardan los abrigos y hasta en los baños. Es quizá uno de los materiales que se está introduciendo más rápidamente en la arquitectura moderna debido a su resistencia a la oxidación y a su estética industrial.
Una enorme escalera que lleva al infinito es la protagonista única del vestíbulo. En lo alto, un enorme tragaluz inunda el recinto…La luminosidad es la prioridad, se busca que entre a raudales del exterior, aunque si hay que poner focos dentro no perderse la vigas de hormigón con las que se construye el techo.
El concurso, al que se presentaron más de 200 estudios de todo el mundo lo ganó ‘Christ&Gantenbein’, unos arquitectos locales que conocen muy bien la ciudad y lo que les gusta a los suizos…Nadie como ellos han sabido interpretar el gusto de una sociedad que busca fundamentalmente que sus edificios estén integrados en el paisaje urbano y que no quiere ver neones ni carteles anunciando sus exposiciones temporales. El nuevo ‘Kunst’ ha incorporado en su fachada un frontal, un friso led, construido con 3 tonos distintos de ladrillos grises. Mediante un complejo sistema de iluminación logran dar forma a las letras que se leen a varios metros de distancia.
Basilea continua su idilio con el arte… Un flechazo que comenzó con Picasso, cuando la ciudad decidió por referéndum en 1967 adquirir dos obras fundamentales del pintor malagueño: ‘Arlequín sentado’ y ‘Dos hermanos’ . Para ello, además del dinero público, hubo que recaudar con pequeños donativos de gente anónima más de dos millones de francos suizos. Cuentan que la movilización ciudadanía fue enorme, vendiendo todo lo que se podía, desde pasteles a ropa usada. Picasso se sintió tan conmovido con el gesto que regaló otras 4 pinturas que actualmente se conservan entre las 300 piezas firmadas por el español que reposan en el Kunsmuseum. ¿Cuántas ciudades en el mundo hubieran hecho algo parecido? No creo que muchas, pero sí Basilea.
Llegaréis bien con Swiss que vuela tres veces al día desde Madrid hasta Zúrich. Una vez allí desde el mismo aeropuerto cogeréis un tren que os llevará hasta la cpital cultural del país helvético, Basilea. Sólo os queda disfrutar de la estancia y dejaros llevar en una ciudad con multitud de ofertas.