Karlovy Vary y sus aguas mágicas
Hoy vamos a dar un paseo por ciudades balnearias que nos dejarán como nuevos. Lugares que ya eran conocidos entre la Realeza Europea del siglo XIX que se escapaba en cuanto podía a disfrutar de esta agua milagrosa que renueva el cuerpo y rejuvenece el espíritu…La República Checa esconde un triángulo mágico de aguas curativas: Karlovy Vary, Mariánské Láznê y Frantiskovy Láznê poseen un encanto singular que sigue intacto después de varios siglos…Son lugares en los que el tiempo se ha detenido y en los que parece que Sissi o Francisco José, huéspedes del lugar cuando el mundo les pertenecía, pueden doblar la esquina… Hoy probamos el poder del agua en la República Checa…¿Vienes conmigo?
Comenzamos en la ciudad fundada por el Gran Carlos IV, el Rey y Emperador que llevó al país a sus mayores cotas de esplendor. Karlovy Vary es a día de hoy una localidad en la que se huele lo exclusivo. Fortunas europeas, sobre todo rusas, se someten a los tratamientos que ofrecen casi todos los hoteles. Pocos balnearios de los antiguos quedan ya en funcionamiento, aunque sus edificios siguen en pie como recordatorio del esplendor que una vez tuvieron. Aquí tenéis uno de ellos…
Es el número 1 o Imperial. Su entrada la presiden dos leones que representan la región de Bohemia…Miradlo porque contempláis un edificio fabuloso que llegó a tener más de 100 cuartos de baño para atender la demanda de la clientela. Desde el exterior su apariencia es la de una ópera preparada para recibir a mujeres emperifolladas con trajes de cola y joyas relucientes…Y no es de extrañar porque los arquitectos que lo proyectaron diseñaron varios teatros en distintas ciudades europeas. Su exterior es grandioso, pero su interior no se queda atrás. Quizá la sala más sorprendente sea una del primer piso llena frescos y grandes ventanales. Ahora está en restauración, pero incluso así parece una sala de baile…Nada más lejos de la realidad.
El lugar era… ¡un gimnasio!. Sería imposible de creer si no fuera por algunas fotos que dan cuenta de la veracidad de esta afirmación…¡Esto sí que era auténtico lujo!: hacer aparatos, espalderas y estiramientos, contemplando frescos de dioses y columnas palaciegas…
Como aquella época ya nos queda un poco lejos ahora vamos a colocarnos en el presente y ver lo que se ‘cuece’ hoy en día en Karlovy Vary. Para empezar la inmensa mayoría de los balnearios ya no son tal; casi todos los hoteles tienen el suyo y también médicos especialistas en las propiedades de estas aguas sulfurosas con propiedades únicas. Lo primero que harán será pasaros consulta para determinar la cantidad de líquido que hay que beber al día y de qué fuente en concreto.
Dos consejos básicos para enfrentaros a la tarea: el primero, haceros con una típica jarra de pitorro, ‘lázensky pohárek’, que os acompañará como una lapa durante toda vuestra estancia…Veréis que la lleva todo el mundo en el hotel, en los jardines y, por supuesto, en cualquiera de las diferentes columnatas de las que está llena la ciudad. La segunda advertencia es que os preparéis para el sabor del líquido porque no es muy agradable. Ya hemos comentado que es sulfurosa, y su gusto y su olor son lo más parecido que se puede imaginar a huevos podridos. Taparos la nariz si es necesario, pero no podéis dejar de probarla, aunque solos sea para ver el efecto en vuestros intestinos…Entre el enjambre de personas que siempre se arremolinan alrededor de las fuentes veréis que hay muy pocos turistas…La mayoría son checos que vienen aquí con ‘receta médica’. La Seguridad Social también prescribe tratamientos en Karlovy Vary para mejorar distintos tipos de dolencias: reumatismos, gastritis y hasta infertilidad…
Para mezclaros en el ‘paisaje’ lo primero que hay que hacer es comprar una jarra de pitorro que os permita beber de los manantiales. Sobre todo del número 13, el más famoso, aunque no el único. En las cinco columnatas, ‘kolonády’, instaladas a las orillas del río Teplá, hay hasta 15 surtidores para elegir. Seguro que por todos ellos pasó Goethe porque el escritor alemán visitó Karlovy Vary más de 20 veces para mejorarse de sus dolencias. Hay incluso un diario de sus estancias que, como poco, le conservó intactas las ganas de vivir hasta el final. Con 70 años se enamoró de una mujer de 16 que se convirtió en su última pasión.
El paseo a orillas del Teplá, ‘caliente’ en checo, está salpicado de decenas de joyerías con collares de piedras preciosas de varias vueltas. Nosotros los podemos contemplar desde el escaparate, pero el público que mayoritariamente entra a comprarlos es el ruso. Ahora se ha puesto de moda entre la clase pudiente moscovita instalarse en Bohemia a pasar largas temporadas. Spa, tratamientos corporales, aguas sulfatadas y largos cafés a la orilla del Río: igual que hace siglos, el tiempo, aquí, discurre a otra velocidad…
Os llamará la atención que las puertas no tienen números. Ni uno…Entonces, ¿cómo se encuentran las direcciones?. Pues es fácil, las casas tienen nombres y hay que fijarse en los símbolos de las entradas. Todos son diferentes, no se repite ni uno sólo…¡Id mirando!…Veréis ‘el águila roja’, ‘el conejo blanco’ o la ‘krasna kralovna’, la ‘reina bonita’, la casa en la que Pedro el Grande pasó un tiempo entre 1711 y 1712. Se mezcló entre la plebe y trabajó como albañil para saber cómo vivía y se ganaba la vida el pueblo llano, sus súbditos al fin y al cabo… Muy cerca del lugar, el famoso Café ‘Elephant’, el favorito del excéntrico Goethe donde pasaba las horas muertas. O la casa en la que se alojó el hijo de Mozart, el que más talento heredó de su padre y el que intentó vivir profesionalmente de la música al calor de su progenitor. Franz Xaver viajó dos veces a Karlovy Vary para someterse a varios tratamientos que aliviaran su dolencia. De hecho, aquí se encontraba cuando murió
Seguro que durante esas temporadas Mozart hijo se dio más de un paseo por las colinas cercanas. Ahora todo es algo más fácil y se puede subir a ellas con funicular. La parada intermedia es la llamada ‘el Salto del Ciervo, ‘Jelení skok’, el lugar desde el que según la leyenda, el rey Carlos IV descubrió las aguas medicinales de la ciudad, él o mejor dicho sus perros porque en realidad fueron ellos los que descubrieron el charco con líquido caliente que les hacía ladrar.
El teleférico se coge en la parte de atrás de otro de los edificios históricos del lugar, el Grandhotel Pupp. Un complejo de gran reputación compuesto actualmente por 5 enormes edificios que comenzó como una casa de comidas. Hoy es uno de los alojamientos favoritos de todas esas fortunas que vuelven una y otra vez a tomar las aguas. Y un lugar en el que merece la pena tomarse un café o un té y revivir el ambiente de la época de máximo esplendor.
Claro que hay un tipo de turismo que no tiene nada que ver con el sanitario. Cada mes de julio desde hace más de 50 años Karlovy Vary se llena de estrellas. De las que más brillan, por cierto, las de Hollywood. El Festival de cine que se celebra en el Hotel Thermal se queda pequeño para acoger a las miles de personas que durante esos días desfilan por las salas de proyecciones. Es una buena oportunidad para poner el cuerpo y la mente a tono. No es difícil conseguir entrada si lo hacéis con algo de tiempo y el panorama internacional es impresionante, no hay más que ver las fotografías que recorren los pasillos del interior del hotel. NO hay estrella importante de cine que no haya pasado por aquí…Otra razón más para no perderse esta fabulosa ciudad que consigue en apenas unas horas dejarte como nueva…