Hablando de cerveza y 'whiskey' irlandés
En Irlanda, beber no es solamente una actividad social, es el fundamento más básico y profundo de su cultura. No podéis salir del país sin haber disfrutado de una buena cerveza en alguno de sus pubs o probado whiskey irlandés en cualquiera de sus tabernas. Hoy vamos a pasear por dos fabricantes de las bebidas nacionales más universales.
De todas las bebidas irlandesas, la cerveza negra es la más celebrada y si hablamos de ella, tenemos que hablar de la ‘Guinness’ cuyo nombre se ha convertido en una de las marcas de país más potentes y extendidas. Así que, por sorprendente que parezca, el lugar más concurrido de la ciudad, el más popular sin lugar a dudas es el recorrido multimedia que ofrece la fábrica. Se trata de una enorme instalación que ocupa una mínima parte de las 26 hectáreas de terreno de la factoría. No os asustéis por las hordas de turistas que hacen cola para entrar a cualquier hora del día. La espera es menor de lo que parece y si sois aficionado a la bebida y sobre todo a la marca disfrutaréis seguro.
El edificio es una enorme estructura de 7 pisos de altura en torno a un enorme patio dentral con luz natural que se transita en las escaleras de subida y bajada. En el último nivel, un Bar ofrece vistas panorámicas de Dublín y alrededores. Es también el mejor lugar para hacerse a la idea de las dimensiones de esta fábrica, fundada por Arthur Guinness en 1759.
Guinness se plantea como una serie de exposiciones interactivas y audiovisuales donde se enseñan todo el proceso de producción de la cerveza y también toda su historia a través de las campañas publicitarias que se han ido llevando a cabo. Un ejemplo de su buen hacer en marketing, algo que han conservado hasta nuestros días, es el primer anuncio que se insertó en prensa nacional. En él se decía que una cerveza ‘Guinness es buena para ti’, porque ‘es una de las bebidas más nutritivas. Más rica en carbohidratos que un vaso de leche’. Esa, continuaba, ‘es una de las razones por las que es tan buena cuando la gente está cansada y exhausta’ . Corría el año 1929, y aunque el tiempo ha pasado, lo que sigue intacto es su olfato a la hora de elegir campañas de mercadotecnia que conecten con el mercado.
De hecho su apogeo fue tal que llegó a tener trenes propios y barcos que transportaban en sus bodegas miles de litros de cerveza a cualquier parte del mundo. Y será así durante mucho tiempo, porque aunque hubiera una catástrofe, ahora mismo inimaginables e improbable, dice la leyenda que una muestra de la levadura que Arthur Guinness utilizó en el siglo XVIII para levantar su imperio está guardada en una caja fuerte en el despacho del director. Con eso y con los 8 millones de litros de agua de las montañas de Wicklow que se utilizan diariamente para hacer la cerveza negra, se podría volver a poner en marcha el emporio empresarial que permaneció en la familia durante 6 generaciones, pero que ahora pertenece a un conglomerado empresarial internacional.
La parte más práctica de la visita os ofrecerá la posibilidad de llevaros un diploma para exhibir delante de vuestros amigos y conocidos… Un título que os acreditará como ‘tiradores’ de cerveza Guinness. He aquí algunas pistas. El vaso tiene que estar inclinado 45 grados sobre la boca del grifo antes de abrirlo. Después se deja salir el líquido muy lentamente hasta que llegue justo al límite de los letras del vaso y se espera 2 minutos para que repose. Se rellena el recipiente con espuma hasta el borde, y ya nos hemos convertido en expertos cerveceros.
Si en Guinness hemos visto manadas de turistas, en la destilería de whiskey que vamos a visitar ahora, es todo lo contrario. ‘Teeling’ se ha convertido en la primera destilería en Dublín después de 125 años. El ‘viejo’ Walter comenzó en 1782 a producir el conocido como ‘uisce beatha’, ‘el agua de la vida’, y hoy la empresa sigue en manos de la misma familia. Los actuales dueños quieren hacer un esfuerzo por respetar el pasado a la vez que buscan nuevas técnicas de depurar y mejorar su elaboración. Y de momento parece que les está resultando. Este 2015, su ‘small batch’ ha sido proclamado el mejor irlandés en ésta categoría en la competición mundial de San Francisco. El año pasado fue su ‘single malt’ el que consiguió este reconocimiento al medirse con los de su misma clase irlandeses.
Por si a alguien le extraña verlo escrito con ‘e’, es decir ‘whiskey’, hay que puntualizar que la letra fue añadida para diferenciarse de la bebida escocesa y americana. La controversia sobre quién inventó el líquido ‘que beben los ángeles’ sigue abierta porque también las tierras altas de Gran Bretaña reclaman su paternidad. En Irlanda se dice que se comenzó a elaborar en el siglo X cuando los monjes aprendieron el arte de la destilación en sus visitas a Oriente. Allí la utilizaban para obtener perfumes, pero los hombres de dios pronto le dieron otro provecho, consiguiendo el whiskey a partir de la cebada. En cualquier caso hay otra importante diferencia con el escocés que también explica que sus precios sean distintos. La bebida irlandesa se destila 3 veces, mientras que la hecha en la ‘Highlands’ , 2.
Teeling acaba de abrir su ‘tour’ recientemente y además de explicaros sus avatares y vicisitudes del inicio y cómo sobrevivieron a la ley seca norteamericana, por ejemplo, también conoceréis en profundidad su proceso de creación. Llaman la atención los magestuosos alambiques fabricados en Siena. En ellos se concentra toda la sabiduría de un arte que lleva siglos refinándose y que se madura con el tiempo. De ahí también que no sea una bebida barata. Para hacernos a la idea hay que decir que un whiskey de 30 años guardado ha perdido el 70% del líquido inicialmente guardado en la barrica antes de poder embotellarse. Lo que queda, claro es un tesoro para elegidos que encierra la esencia de un pueblo agreste, hermoso y salvaje como pocos.