Tenéis que hacer, por supuesto, las visitas obligatorias en una región con un patrimonio tan desbordante: los castillos de Chambord, Chenonceau, …y todos los que podáis porque cada uno tienen algo especial…Pero hay otra serie de actividades que convertirán vuestro viaje en distinto…He aquí algunas sugerencias para que la escapada del Loira sea sencillamente inolvidable. Tomad buena nota…
CASTILLO DE SULLY
Castillos que se visiten hay muchos en toda Francia, y muchos más, alrededor de 300, en la Región que lleva su nombre. Pero vamos a empezar por uno no muy popular, pero con mucho encanto. Perfecto para no entrar de lleno en las aglomeraciones de Chenonceau o Chambord. Es el de Sully-sur-Loire y es el que podríamos considerar como la puerta de entrada al Valle del Loira.
Su aspecto exterior es Medieval porque su edificación comenzó en el siglo XII, aunque siglos después se reforzó con torres y murallas por miedo a una invasión inglesa. Sus huéspedes más famosos fueron ‘el gran Voltaire’, que encontró aquí inspiración para escribir ‘Artemis’ y hacer representaciones teatrales, y el joven Luis XIV que se refugió en la fortaleza tras huir de París por una revuelta contra la subida de impuestos en la época de Mazarin. Atención a la escalera de subida al segundo piso porque en ella se dice que tropezó y se cayó el Rey Sol. Es probable que en ese momento los presentes comprendieran que el niño era humano y no ‘un dios’ como aseguraba en la época lo que podríamos llamar el ‘Aparato del Estado Versallesco’…
Su propietario más poderoso fue el Primer Duque de Sully, Maximilien Béthune, un Señor que acaparó hasta 6 títulos nobiliarios a lo largo de su vida, aunque el más importante y lucrativo era un cargo político, el de Ministro de Finanzas de Enrique IV. Sully fue conocido por su ‘clarividencia’ económica, ya que se dice que salvó al país de morir de hambre tras la guerra de religiones. Promovió la agricultura, alentó la libre circulación de productos, prohibió la destrucción de bosques, drenó pantanos y planificó un amplio sistema de canales y puentes que resultó crucial para el desarrollo de la zona. Trabajar en el campo y criar animales son los dos pechos de Francia, solía decir. Murió a los 82 años. Una reproducción de su tumba y de la de su segunda esposa, con la que tuvo 9 hijos, la podréis ver actualmente en la capilla del recinto. Si tenéis suerte y el sol pasa por las vidrieras de colores, el mármol toma vida propia y se descompone en un arco iris. ¡Es una preciosidad!
Sully era también conocido por sus curiosas costumbres un tanto rebeldes para el poder religioso de la época. Se bañaba a diario en un momento en el que la iglesia amenazaba con condenar al infierno al impuro que disfrutara del agua más de la cuenta. De hecho lo normal era llevar escondida entre la ropa una bolsa con hierbas aromáticas que ‘despistara’ la nariz de los terribles olores corporales…El Castillo actualmente es un lugar interesante en el que podréis echar un vistazo a los distintos niveles de poder en los que se ordenaba la sociedad del XVI. Interesante la Espléndida sala Medieval en la que se celebraban banquetes, el camino de Ronda que permite observar la visión de los soldados que vigilaban el horizonte y la enorme bóveda de 15 metros de alto y 30 de largo que servía como granero. Es una perfecta obra de ingeniería que encierra un pequeño misterio: la madera de la que está hecha es de un árbol que no se encuentra en muchos kilómetros a la redonda. ¿De dónde se trajo?
PASEO EN BARCO POR EL LOIRA
Se dice que es bello y salvaje y se le llama ‘Le Fleuve des Rois’ , el Río de los Reyes porque casi todos los monarcas crecieron a su vera o cerca de él, y acabaron arrastraron hasta aquí a los nobles, sobre todo del XVI y XVII, que se construyeron grandes castillos para demostrar su posición. Es tan importante que atraviesa 5 regiones y 12 departamento, pero además da nombre a una amplia zona geográfica conocida en todo el mundo. Con todos estos datos comprenderéis que hay que dar un paseo por el Loira para conocerle, o si lo preferís ‘conocerla’ mejor (en francés los ríos son femeninos). ‘Les toues cabanées’ son los barcos típicos del lugar. Tienen una vela cuadrada y una estructura muy plana porque este Río presenta tramos en otoño en los que no es muy profundo. Parece inofensivo, pero tiene mucho carácter, ¡cuidado con él!. Si se deja el timón suelto, la corriente empuja con fuerza hacia la orilla. Durante muchos siglos fue el motor económico de cientos de villas, pueblos y ciudades porque era la única manera de transportar mercancías fácilmente…
La tarde puede ser la hora perfecta para disfrutar de un momento de naturaleza como éste. Os llevarán pescadores profesionales que os explicarán historias de este universo desconocido para los ‘urbanitas’: flora, fauna, cómo ha evolucionado el cauce en los últimos años y sobre todo con qué animales os iréis cruzando en el camino…La primera sorpresa fue encontrarnos con…¡unas ovejas que viven en una isla al lado del río!. Son la raza autóctona llamada ‘solognote’ que están atendidas por un pastor. Cada vez está más de moda pescar, sobre todo barbos y carpas, aunque cada vez hay menos lugares para hacerlo. El mayor espectáculo no está en ver echar el anzuelo a los hombres, si no a los cormoranes, por ejemplo. ‘Yo vi a más de 500 pescando al mismo tiempo’. Nos lo cuenta mi timonel, Jean Philippe Vanlauwe, un hombres que estudió forestales y protección del medio ambiente y que acabó ganándose la vida en el agua. Se ve que es una persona tranquila, que disfruta con las pequeñas cosas de la vida y sobre todo con su trabajo, algo que cada vez menos gente puede decir.
Una asociación de profesionales se ha reunido para reconstruir los barcos tradicionales e impedir que el tiempo y el desuso acabe con ellos. También hay empresas locales que os pueden preparar un ‘pick nick’ para disfrutar con más sabor de la ‘promenade’. Una de las mejores se llama ‘Pecheurs de Loire’ y la ha puesto en marcha Gabris Bruno. Ofrece todo tipo de actividades interesantes en torno al Loira: paseos, salidas con pescadores que instruyen sobre sus técnicas y hasta visitas nocturnas. Pero además Bruno tiene una pequeña conservera en la que se preparan de manera artesanal terrines, rilletes y platos combinados a partir de las capturas del río.
Anaïs Verger nos eligió una merienda que nos supo a gloria: pan ‘de pueblo’ y terrinas de pescado del Loira con eneldo y con somates secos… Todo bañado con un vino blanco… y ¡qué os voy a contar!.
Loire en francés, Liger en bretón, Léger o Leir en occitano, tres nombres para una misma realidad, la de un cauce que es el más importante de Francia y cuya fuerza y magia se siente en la distancia. En Órleans, hay un hotel, el ‘Empreinte’ con decoración moderna y funcional, situado en la ribera del río. La personalidad del Loira es tan fuerte que recuerdo el sonido de la corriente al acostarme. Me gustó. Y cerré los ojos pensando que el Loira es tan grande que se convierte en una presencia amiga que no permite que la ignores en medio de la noche.
‘LE PAVILLION BLEU’
Es toda una sorpresa encontrar un cobertizo de barcos convertido en un restaurante fabuloso y con un ambiente tan agradable que cuesta levantarse de la mesa. En otoño o verano la terraza es la auténtica atracción. La luz deslumbra, la temperatura adormece, y las flores de alrededor ayudan a entrar en un estado de letargo del que duele salir.
‘Le pavillion bleu’ está suspendido sobre el agua. No se toca, pero su presencia, su frescor y su olor convierten la comida en una fiesta…Una fiesta en la que también tiene mucho que ver el chef Bertrand Béreaud y su cocina de productos locales y frescos de temporada. Todo está delicioso, pero os recomiendo que os reservéis un sitio para el final.
Confieso que lo que más me gusta de los menús franceses es el ‘cafe gourmand’. La primera vez que lo pedí me quedé fascinada cuando me trajeron la bebida, acompañado por varias delicias dulces. Es el único país del mundo en el que cuando empiezo a comer, estoy pensando ya en el final.
JARDINES DE VILLANDRY
Los jardines retratan mejor que nada el alma del propietario del lugar. No me consta que nadie haya dicho antes esta frase, pero estoy segura de que está escrita por algún sabio porque es evidente la relación entre los dos conceptos. Dice mucho de las personas que pudiendo dejar su dinero y su esfuerzo en algo más tangible, prefieran cuidar con mimo las flores y las plantas que hay que renovar cada temporada.
El de la jardinería es sin duda el arte más efímero, pero quizá también el más íntimo. Villandry es un Castillo con una larga historia a sus espaldas, aunque hoy en día es fundamentalmente conocido por sus espectaculares jardines a la francesa que hoy tienen el título de ‘jardin remarquable’. Comprende cuatro terrazas: el jardín del sol, el de agua con un claustro rodeado de tilos, el jardín ornamental o de bordados con tejos recortados haciendo filigranas y en la terraza inferior está el huerto en el que además de las distintas variedades de hortalizas encontrareis cuadros con plantas medicinales usadas incluso en la Edad Media.
El parque del Castillo es excepcional y tiene un paseo en cualquier época del año, aunque es verdad que con el sol, el lugar cambia totalmente y parece otro. Es entonces cuando el jardín ornamental, el que se extiende bajo los salones del recinto, se vislumbra en todo su esplendor. Desde el mirador se distingue perfectamente todo el conjunto con los 4 famosos cuadros del amor: el amor tierno simbolizado por corazones separados por pequeñas llamas; el apasionado con el corazón roto por la pasión, el amor voluble con cuatro ventiladores en las esquinas para representar la ligereza de los sentimientos y finalmente el amor trágico con dagas.
El jardín es muy curioso y la historia del lugar, y de su actual propietario, también. Henri Carvallo es descendiente de un matrimonio de intelectuales que adquirieron el lugar en 1906 cuando estaba medio derruido. Él, Joachim Carvallo era un hombre de una familia pobre de San Benito, Badajoz, que se licenció en medicina y se marchó a París para investigar. Allí conoció a Ann Coleman, una colega americana, heredera de una gran fortuna, con la que se casó y con la que logró reunir 120.000 francos de la época, unos 600.000 euros actuales, para comprar Villandry. Ellos comenzaron a reconstruir y levantar este lugar que hoy tiene 7 hectáreas de jardín, 15 de bosque y 60.000 plantas. Desde 2008 no se suministra ningún producto químico en el terreno, así que contemplando esta maravilla es fácil acordarse por los 10 jardineros a tiempo completo que trabajan todo el año y que mantienen vivo este fabuloso palacio que una vez pisaron personajes como Ricardo Corazón de León o el propio hermano de Napoleón, José.
CONOCER TOURS CON UNA ‘GREETER’
Ya sabéis que es un movimiento mundial que pretende ofrecer otra cara de las ciudades…Los ‘greeter’ son voluntarios que deciden enseñar su ciudad a los visitantes de una forma alternativa…Sus datos no serán tan exactos, ni sus relatos tan precisos como los de un historiador, pero no tienen por qué…No son guías oficiales, pero enseñan otra ciudad totalmente distinta…Hoy vamos a probar esta experiencia en El Valle del Loira…
Recorremos Tours con Sylvie una mujer estupenda y muy activa, que gusta de la compañía de personas de otra cultura. Nos confiesa que la encanta conocer gente y sobre todo brujulear por las calles escondidas a las que no llegan los turistas. Sylvie elige como punto de partida la Estación de Tren, proyectada por un arquitecto reconocido en todo el mundo y autor de obras tan importantes como el Musée d’Orsay o el Ayuntamiento de París. Victor Laloux era ‘tourangeaux’, de Tours, y dejó su huella en varios edificios de su ciudad natal. Era un gran entusiasta del metal, que habitualmente escondía detrás de fachadas de piedras, y esa combinación eficiente a la vez que moderna le ha permitido ser reconocido como uno de los grandes arquitectos de la Belle Époque.
Si la Estación tiene todas las características típicas de sus inmuebles, el Ayuntamiento también, porque Laloux levantó varias ‘Marie’, todas construcciones sólidas en las que se ve la importancia que el artista concedía en su subconsciente a estos ‘santuarios de la democracia’ . La Casa Consistorial es una grandiosa construcción coronada por dos estatuas tumbadas que representan a los ríos Cher y Loire. Es un Ayuntamiento, pero si alguien nos dijera que es un Palacio desalojado durante la Revolución Francesa, nadie se extrañaría.
El día está complicado y llueve por lo que hay que cambiar el recorrido y acortar nuestro paseo. Silvie nos enseña el Boulevard en el que se llegaron a hacer ejecuciones públicas, los ricos edificios levantados con los beneficios de la seda y la plaza Plumereau, el centro de la vida nocturna de la ciudad estudiantil. Pasamos por ‘Le petit francheux’ un auténtico templo del jazz y de músicas improvisadas y acabamos en Saint Martin de Tours, una iglesia fundamental en la ciudad. San Marín fue un obispo que se convirtió al cristianismo después de un episodio singular. Era un Guardia Imperial Romano que se encontró a un mendigo tiritando de frío a las afueras de Amiens. Partió su capa por la mitad y se la regaló para que mitigara su sufrimiento (la otra mitad era del ejército al que servía), y dice la leyenda que Cristo se le apareció en sueños con la misma capa que entregó al pobre. Es un templo muy querido que por lo visto goza de gran popularidad en algunos lugares como Italia. Os podéis topar con peregrinos porque el camino de Santiago francés pasa por aquí. Se nos acaba el tiempo y tenemos que ‘volar’ a coger el AVE a París…Pero yo ya he pedido a San Martín un nuevo viaje al Loira para hacer amigos y purgar mis pecados, que el año que viene espero que sean menos que este…¡Ojalá que sea pronto!