Ahora que llega el puente de Diciembre y las Navidades hay que aprovechar los días que se tengan libres para conocer destinos nuevos. Y cuanto más lejos, a veces mejor, por aquello de cambiar radicalmente de ambiente y cultura. Hoy os propongo un viaje exótico y sorprendente. Un lugar del que los viajeros empedernidos hablan maravillas: Etiopía
Y ahora es el momento ideal para ir porque Ethiopía Airlines ha comenzado a operar vuelos desde Madrid-Barajas a Adís Abeba, vía Roma. Tenéis para elegir hasta 3 frecuencias semanales: martes, viernes y domingos, esquivando cualquiera de los países actualmente afectados por el ébola. Los aviones de la Etiopía Airlines llevan funcionando poco más de 2 meses, pero ya se nota cómo con ellos se ha conseguido aumentar la proximidad de viajeros entre los dos países. El pasado 2 de septiembre se realizó el tradicional ‘bautizo del agua’ para dar la bienvenida al primer vuelo que llegaba cargado de autoridades etíopes.
Y la verdad es que da muchas ganas de visitar el país, sobre todo cuando hablas con alguno de los periodistas que lo conocen, como mi amigo César Justel. Todas las fotografías del reportaje son de él. Estuvo allí en enero (atención que todavía estáis a tiempo) y habla maravillas porque Etiopía sigue siendo un lugar muy poco explotado turísticamente hablando que conserva vírgenes sus costumbres, sus ritos y sus fiestas. Por ejemplo, la de la Epifanía de Gondar que se celebra con un baño de agua bendita y la de San Jorge en Lalibela, ambas en enero.
Allí se puede ver la procesión con el Arca de la Alianza que el hijo de la Reina de Saba y de Salomón, Menelik, trajo a esta zona hace 3.000 años. Se guarda en Axum, aunque hay una copia de ella en todas las iglesias de Etiopía. Si al oír hablar de ésta historia os resulta conocida, no os extrañe. Spielberg la llevó al cine con Indiana Jones. La leyenda asegura que Menelik decidió viajar a Israel para conocer a su padre y al regresar robó el Arca de la Alianza que después de muchas peripecias acabó en Axum. Desde entonces, todos los reyes etíopes se han declarado descendientes de Salomón.
César es un gran viajero, con una parte de antropólogo y dotes adivinatorias, que cuenta que Etiopía es uno de los lugares que más le han impresionado. Sobre todo el Monasterio de Debre Damo. De entrada solo se puede subir si eres hombre, porque a las mujeres le tienen vetado el paso, como en muchos otros sitios por cierto.
El templo está situado cerca de la frontera con Eritrea y según cuenta César no es difícil ver a campesinos con su fusil al hombro. Debre Damo se alza sobre una roca a 3.000 metros de altitud, mide medio kilómetro cuadrado y la única forma de acceder a él es trepando por una cuerda. Su iglesia es la más antigua del cristianismo etíope, es decir del siglo VI. Y para entrar allí según cuentan hay que dejarse el alma y casi el cuerpo. Solo se puede llegar trepando.
Desde lo alto lanzan dos gruesas cuerdas, una para anudarla bajo los hombros y la otra para ayudarte a subir por un acantilado que mide casi treinta metros. Vamos, que conseguirlo es un triunfo mayúsculo. Al llegar te encuentras unas casitas de adobe rodeadas de una valla en la que viven cerca de 200 monjes, de los cuales la mayor parte vive en cuevas y santuarios rupestres. Son autosuficientes y se alimentan principalmente de cereales.
Otro mundo si lo comparamos con el nuestro lleno de nuevas tecnologías y ritmos frenéticos, pero otro mundo que puede que dentro de unos años ya no exista si los turistas lo han colonizado. Así que aprovechad. No hay muchas excusas. Es el momento de conocer Etiopía y sus sacerdotes parados en el tiempo. Su autenticidad seguro que merece la pena.