'El trópico es el sexo de la tierra’, decía Miguel Ángel Asturias. Esta frase del escritor centroamericano me vino a la cabeza nada más pisar El Salvador…Su clima, su calor, su humedad es un afrodisiaco para todas las plantas y especies que crecen sin piedad en todo el país. Esa frondosidad está presente vayas donde vayas y hagas lo que hagas: navegar por lagos, caminar por volcanes, seguir la ruta de las flores o del café…Aquí van algunas pistas de lo que podéis ver, hacer, comer y hasta vestir en esta zona de Centroamérica tan desconocida y a la vez con tantas cosas que ofrecer…
QUÉ VER…Pues comenzaremos por un pueblo empedrado en el que es fácil encontrarse a lugareños subidos a lomos de caballos perezosos. Este, por ejemplo, es Luis y estamos en Suchitoto. Nos tropezamos con él una mañana al poco de empezar nuestro recorrido. Él, todo orgulloso y lozano a pesar de su edad, posó con paciencia y sorpresa ante nuestras cámaras. ¡Qué elegancia llevando el sombrero!, ¡qué gallardía mirando al objetivo!. Hay veces que tienes la sensación de que retrocedes de golpe en el tiempo. De repente te encuentras con personas o escenas que solo has leído en las novelas o visto en las películas. Esto ocurre en la misma plaza de Suchitoto donde los hombres como Luis abundan. Están en las cantinas, paseando en cuadrilla o simplemente sentados en un banco viendo pasar la vida.
En esa misma plaza se levanta la Iglesia de Santa Lucía, una de las más antiguas del país. En un principio estaba construida en paja, pero un enorme incendio obligó a reedificarla en teja y ladrillo. Permanece abierta de par en par casi todo el día. Los salvadoreños son muy religiosos, la inmensa mayoría católicos, claro, y lo que sorprende es que si permaneces en una esquina del templo, contemplando el panorama, veras el movimiento de gente entrando y saliendo constantemente como si estuvieran en un club social. Casi parece un lugar de reunión más dentro del pueblo.
Lo mejor en estos lugares es perderse por sus calles, ver cómo son las casas, aunque sea desde la puerta…Hablar con los vecinos…Siempre hay sorpresas…Como la que me encontré en el Hotel Los Almendros. Su propietario, Pascal, tenía una vida totalmente solucionada en París dentro del mundo de la moda. Hace 12 años llegó aquí y el flechazo fue instantáneo. Reformó una antigua casa colonial y ha conseguido un espacio en el que los detalles se cuidan mucho. La Reina Letizia estuvo unas horas descansando en su último viaje de cooperación a Centroamérica, nos cuenta Pascal orgulloso. Fue algo fría. Pero muy educada, sonriente y amable con los camareros y la gente del servicio.
Los murales nos acompañan durante todo el recorrido. Arte urbano de artistas locales que quieren mejorar la vida de las casi 25.000 personas que luchan por abrirse camino en el municipio…Siempre que estéis en Centroamérica, no me cansaré de decirlo, aprovechad para hablar con la gente, para conocer su manera de vivir y de pensar. No todo el mundo tiene la suerte de poder sortear tan fácilmente la barrera del idioma…
El lugar del ‘pájaro flor’, que es lo que significa en maya Suchitoto está a un tiro de piedra del Lago Suchitlan. Allí podréis hacer una excursión en barca que os acercará a 5 islas, cada una con su historia: la Isla Colorada, por ejemplo, se llama así por el color de su tierra de donde se lleva arcilla para hacer platos y pucheros. También veréis la Isla de los enamorados en la que se dice que un guerrillero se quitó la vida con una granada tras ver a su amada con otro, y la Isla de la Leona donde vivía una mujer con tanto carácter que cuando se enfadaba temblaba la tierra.
QUÉ COMER… Y como nuestro recorrido ha sido largo, hay que reponer fuerzas con unas buenas pupusas, posiblemente la comida más tradicional de El Salvador. Son una especie de empanadillas que se hacen con una masa de maíz. Están deliciosas, son muy económicas (normalmente menos de un dólar) y podéis elegir entre la multitud de rellenos que encontraréis: chicharrón, cerdo, frijoles y hasta la ‘pupusa loca’, mi favorita, que lleva un poco de todo. Prácticamente en cualquier lugar en el que paréis podréis encargarlas al cocinero/a de turno…Ah, y no os dejéis engañar por la facilidad con la que ellos las hacen. Al verlos frente al fogón tienes la tentación de pensar que cualquiera puede ponerse un delantal y preparar unas buenas pupusas sin mucho esfuerzo, pero os puedo asegurar que nada más lejos de la realidad…Controlar la masa tiene su técnica.
QUÉ VESTIR…Por cierto que los típicos platos en los que se sirven, son utilizados también para hacer diseños con el añil, una planta ya usada por los mayas para teñir tejidos. Bolsos, vestidos, camisetas, pañuelos…Ahora están más de moda que nunca. Los veréis a lo largo de todo el país en multitud de tiendas de artesanías. Si os interesa os recomiendo hacer un taller en el que podáis ver de primera mano el proceso de creación.
En la Hacienda Los Nacimientos tienen alternativas para todo tipo de grupos. Su dueña, Rhina Rehmann ha puesto en marcha una plantación con cultivos ecológicos con la finalidad de revitalizar la agricultura (la planta del añil fija el nitrógeno en el suelo y lo mejora) y para dar trabajo a muchos inadaptados que quedaron a la deriva tras la guerra que se vivió en el país en los años 80.
Doña Rhina tiene claro que el mejor añil del mundo actualmente se produce en El Salvador. Eso es también lo que dice la Unesco de este colorante casi tan antiguo como el hombre y que está considerado como el rey porque no se marcha con el sol. Tanto es así que marcas como Benetton, Gap o Lewis lo utilizan para sus prendas.