Dubrovnik, el destino al que no debes faltar
Si hay un destino de moda, un lugar que no se puede dejar de pisar en verano, durante cualquier puente o incluso un fin de semana es Dubrovnik. No os extrañéis si lo encontráis con alguna celebrity de moda. Muchos famosos como Valentino han estado este verano disfrutando de la ciudad croata. ¿Me acompañas a dar un paseo por ella?.
Es famosa por sus monumentos, por sus murallas y por sus calles que todavía conservan el esplendor de otra época, de otra Dalmacia rica y poderosa que dominaba el Mediterráneo. Pero ya sabéis lo que dice el refrán: ‘el que tuvo retuvo’ , y como mucho tuvo, mucho retiene…
La puerta de Pile es la entrada principal al casco antiguo fortificado. Uno de los lugares más conocidos que encontraréis lleno de artistas callejeros. Mirad bien la plaza que encontraréis nada más entrar porque si sois seguidores de la serie ‘Juego de Tronos’, varias escenas se grabaron en éste mágico lugar. Todo Dubrovnik es distinto y especial. Pertenece a éste tipo de ciudades irrepetibles que se han ido labrando a lo largo del tiempo, de la historia y de la orografía. Capitales como Venecia, Nueva York o Londres, que se han ido forjando a base del paso de los siglos y que ahora tienen un sabor añejo que se saborea en cada paso que se da por la ciudad.
La Fuente de San Onofrio es otro de los monumentos mas conocidos de la ciudad. Fue diseñada por un arquitecto italiano entre 1438 y 1444 y sólo con sentaros a contemplar las idas y venidas de los transeúntes os dará para echar la mañana. A mi me dio para ver a un grupo de monjas todavía ataviadas con los hábitos más tradiciones y un artista de pompas de jabón. Una vez allí adentraros en la calle principal de la ciudad, la Stradum. Se construyó a mediados del siglo XII mediante el drenaje y posterior relleno del pantanoso canal que separa la isla de Ragusa de tierra firme. Actualmente está llena de restaurantes y tiendas de recuerdos, pero entre todos ellos podréis encontrar algún lugar con artesanía local que bien merece un rato.
Merece mucho la pena el monasterio franciscano que encontraréis sin problema. Su claustro es un lugar que rebosa paz y que permite aislarse del ruido que llega de la calle, sobre todo los días de crucero, cuando 8.000 personas se apelotonan en la ciudad. El pequeño puerto es absolutamente encantador. Y con una peculiaridad, te lleva rápidamente hasta los monumentos más destacables sin necesidad de recorrer grandes distancias. Entre esos lugares que no os podéis perder están el Palacio Sponza, un maravilloso monumento que cuenta con una elegante logia renacentista en la planta baja, y el Palacio del Gobernador. Gastad aquí todo el tiempo que queráis y mi consejo es que planeéis las visitas para no hacer estas con prisa. Son lugares muy especiales; con sabor añejo.
El Palacio del Gobernador fue durante siglos la sede de las instituciones más importantes del gobierno. Es una fortaleza medieval que ahora se ha convertido en el Museo Histórico y Cultural que contiene hasta 15 colecciones de objetos históricos creados en talleres de arte y artesanía de toda Europa. En la parte baja hay un auténtico recinto carcelario y hasta un juzgado.
Tampoco debéis perderos la Catedral con su tesoro. La visita a las murallas es otra de las paradas imprescindibles. Y ya os advierto que tendréis que reservar fuerzas porque engañan mucho. La vuelta completa a la ciudad no se hace en menos de una hora y a buen ritmo. Pero son vistas inigualables que permiten además colarse en la vida cotidiana de los ciudadanos de Dubrovnik. Al lado pasaréis por casa que ven pasar a los turistas mientras comen, planchan o hacen su vida cotidiana.
En los últimos años han proliferado algunos miradores que permiten ver ésta pequeña joya que es la vieja, pero bien conservada Dubrovnik desde lo alto. Desde ahí se puede ver su silueta mientras se van marchando las luces del día. La magia de la ciudad se intensifica todavía más cuando cae la noche porque sus calles se quedan más desiertas, los turistas se marchan y aparecen las sombras.
Y es imposible patear sus baldosas sin volverte a preguntar: ¿Cómo se guarda tanto misterio durante años y años?. ¿Es esa la razón por la que hay sitios a los que siempre quieres volver? . Después de tantos viajes no sé cuál es la respuesta, pero sí sé que merece la pena seguir buscando