Se diseñó para estar seis meses en activo pero ya lleva 54 años funcionando. El Atomium de Bruselas está más joven que nunca. Se acaba de hacer una cirugía que ha rejuvenecido todo su aspecto. ¿Nunca os habéis preguntado que hay dentro? ¿Cómo son éstas curiosas salas de 18 metros de diámetro que todavía hoy continuan abiertas? Hoy os llevo de paseo por las tripas de uno de los monumentos más conocidos del mundo y símbolo de la ciudad de Bruselas.
Muchos sabréis que fue concebido para la exposición Universal del año 58. Representa un cristal de hierro ampliado, eso sí, 165.000 millones de veces. En su época quería rendir homenaje a la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, actual Unión Europea que se creó en 1950 y cuya capital se instaló aquí, en Bruselas.
No debe de ser nada fácil diseñar y sostener un edificio así, pero en aquella época tenía que ser todavía más duro. Por eso quiero recordar el nombre de la persona que lo concibió: André Waterkeyn, un ingeniero, británico de nacimiento, belga de adopción. Levantar ésta impresionante mole de hierro y acero fue todo un reto.
102 metros de altura, 9 esferas de acero unidas por pasillos metálicos dan forma a una estructura única que hay que visitar obligatoriamente si estáis en la capital belga por primera vez. ¿Y qué hay dentro? ¿Con qué se llenan éstas salas de forma mágica?. Bueno pues ahí va. Muchos de los habitáculos tienen exposiciones temporales de distinto tipo.
Ahora hay una que recuerda entre otras cosas las diferentes personalidades que han llegado hasta éste monumento europeo. Entre ellas, ahí la estáis viento, Elisabeth Taylor. La diva de Hollywood del momento no se resistió a él. La verdad es que visitarlo por dentro es una maravilla también desde el punto de vista de la técnica y de la ciencia. De las 9 esferas, 5 están abiertas al público.
Aquí tenéis lo que hay, por ejemplo en una de ellas. Las bolas redondas, ¿sabéis qué son?: camas para niños. Hay en marcha un proyecto para que un grupo de pequeños pueda dormir aquí. Lo concibió una artista española, Alicia Framis, que ha utilizado unas "moléculas de lluvia" como habitaciones para la convivencia y el intercambio de experiencias vitales entre los más pequeños.
Merece la pena ir a ver éste Atomium rejuvenecido. Es una sirueta entreñable, muy querida por los bruselenses. Cuando las autoridades decidieron ponerle guapo vendieron cada pieza de metal antigua por 1000 euros. Se acabaron rápido. Muchos lo compraron y algunos hasta lo han colocado en el jardín, conscientes de que tenían allí una pequeña estrella que guarda en su interior el esplentor de otros tiempos.