37 años de vida fueron suficientes para crear una de las obras más fascinantes de toda la historia de la pintura. Van Gogh lleva 125 inspirando de una u otra forma a todas las generaciones de pintores que le han sucedido. Para conmemorar este aniversario el museo Kröller Müller de Arnhem, en Holanda, inaugura una exposición que no se queda solo en mostrar el trabajo del genio holandés. El gran valor de la muestra es que compara sus cuadros con las pinturas de los artistas que le precedieron, y le sucedieron e imitaron años después. Una recopilación única que se puede disfrutar hasta finales de septiembre.
La leyenda de Van Gogh comenzó el día que se suicidó. “Soy un hombre de pasiones” escribió en alguna ocasión. Y no se equivocaba. Aquel triste día de 1890 fue el final de un camino marcado por un espíritu atormentado que se percibe en cada una de las pinceladas de su obra. Ese es quizá su gran secreto, que en cada toque de pigmento se arrancaba un pequeño trozo de vida para dejarla impresa en el lienzo. Acercarse al artista holandés es adentrarse en la trayectoria de un hombre marcado por la relación con su hermano, la penuria económica y su enfermedad, la locura. Una locura infinita y recurrente que le llevaba más allá de los límites y le permitía ver de una manera especial la realidad. El mundo desfilaba ante sus ojos de una manera incomprendida por sus contemporáneos.
Todo esto queda perfectamente reflejado en la muestra ‘Van Gogh & Co. Criss-crossing the collection’ en la que se pueden ver más de 50 obras del holandés, incluidos varios dibujos que para mi han sido una auténtica revelación. Estamos acostumbrados a su trabajo de pincelada poderosa y a veces colorida. Con los dibujos, Vincent demuestra que es un artista completo que domina la técnica del lápiz y es capaz de captar la realidad con materiales más modestos. Especialmente conseguidos están los labradores que durante su época de Arles son una constante en su producción. Junto a ellos, las obras de su admirado Jean-Francois Millet , pintor cuya temática campesina le influyó de manera decisiva. Los jornaleros eran los parias de la época. Los trabajadores invisibles de la sociedad, pero aquellas gentes entre las que Van Gogh se encontraba confortable.
Fijaros bien en ‘Los comedores de patatas’ que se puede ver en esta exposición. Los críticos dicen que es su obra más importante porque la sitúan en una frontera personal: la época del aprendizaje y la de la profesionalización del genio. Justo en el limbo entre el dominio del color oscuro y la maestría del color claro. Atención a la fabulosa tabla de más de un metro de largo de los ‘4 girasoles cortados’ que se contempla al final de la muestra. Los girasoles, pintados de manera casi obsesiva a lo largo de toda su vida, representaban para Van Gogh la amistad generosa y desinteresada. Hay paisajes urbanos, campos, flores y también retratos. Algunos de los más conocidos e importantes tienen también cabida: ‘La Berceuse’, ‘Retrato de Josep Roulin’ y ’ L’Arlésienne’ están representados, junto a otro titulado ‘Retrato de Hombre’ de 1888 que me ha resultado inquietante a la vez que inolvidable. Lo reconoceréis por su fondo de tonos pistacho.
Es uno de sus retratos más desconocidos y sin embargo reside en él la misma magia y fuerza que cualquiera de sus obras de mayor esplendor. Su mirada directa y penetrante habla de alguien fuerte y de gran personalidad. Vincent fue un hombre muy adelantado a su tiempo y de mente muy abierta. Su inquietud le llevó a recorrer muchos lugares si tenemos en cuenta sus apenas 37 años de vida. En esa trayectoria se topo y se relacionó con importantes artistas: Renoir, Signac, Pisarro, Millet, ya mencionado, Israels y un largo etcétera de maestros, todos ellos representados en Arnhem.
El Kröller Müller es un museo sorprendente. Reúne una colección excepcional de artistas de primer orden que comenzó debido al empeño de la mujer de un acaudalado industrial. Ella, Helena Kröller Müller fue una de las primeras en reconocer el enorme talento de VG y a ella se debe que el museo reúna actualmente la segunda mayor colección del mundo de este genio holandés sólo superada por la de Amsterdam. Más de 250 obras de Vincent se puede contemplar en este edificio construido en medio del Parque Nacional de Hoge Velune y rodeado de 5.000 hectáreas de Naturaleza. Su jardín, con esculturas de Rodin, Moore o Penone al aire libre merece un buen paseo, sobre todo si hace buen tiempo. Pero volvemos a Van Gogh porque él va a ser el protagonista absoluto del verano en Holanda. Las iniciativas para honrar su memoria son muchas y variadas. Si visitáis la zona podéis demandar en algunos restaurantes el menú denominado ‘the taste of VG’. Está elaborado inspirándose en platos y productos de esa época. Fijaros en esta ensalada decorada con flores con los colores.
Precisamente las flores son la materia prima de los Jardines y alguno como el de ‘Appeltern’ a 40 kilómetros de Arnherm ha organizado un concurso titulado ‘Jardines para Van Gogh’. Él ha sido la inspiración para que los jardineros expresen en 10 metros cuadrados lo que representa para ellos el genio holandés. Hay algunos muy curiosos.
Jardines para Van Gogh…y cerámica inspirándose en Vincent. Algunos artistas como Esther Van Groeningen han diseñado un maravilloso plato de porcelana partiendo de sus pinturas japonesas. El resultado es un objeto fino y delicado que muy bien os puede servir para llevaros un recuerdo. Va a ser el verano de Van Gogh, lo veréis por todo Holanda, también en las calles. Arnhem tiene ya en marcha una ‘street painting’. En unas semanas se podrá admirar en todo su esplendor, pero algunos artistas callejeros ya se han puesto manos a la obra.
He aquí otro ejemplo de cómo 125 años después de aquel desgraciado 29 de julio en el que el genio se marchó, el arte sigue mirando e inspirándose en su obra. Escribió Signac que Vincent era ‘el encanto personificado. Una persona ardiente y buena’ que sin embargo vivió atormentada. Fue tan generoso que nos dejó como herencia el mayor de los regalos: la felicidad que producen sus cuadros. Obras tan mágicas y emocionantes que siguen batiendo récords en las subastas internacionales de arte y que sus admiradores pensamos que valen cada euro que se paga por ellas.