El temblor de barbilla era evidente. Estaba en juego, su vida. Muerte o eterna prisión para el preso español que llegaba a la sala esposado y con dos vueltas de cadena a su cuerpo. Hasta 12 veces preguntó el juez si Pablo Ibar merecía la muerte. Una a cada miembro del jurado. Con cada 'Yes', Pablo se hundía hasta que de pronto, se escuchó: NO. Ibar abría los ojos, cogía aire y soltaba un THANK YOU; de eterno agradecimiento. Se libraba de la pena capital por falta de unanimidad.
El padre del condenado contaba cómo fue muy duro escuchar los sies pero al final, salió el no y le salvó. Y Salvado y con la mano en el corazón abandonaba la sala. Nunca más pisará el corredor de la muerte. 16
de los 25 años que lleva encerrado, los pasó allí. Desde ahora compartirá celda en una prisión de Florida. Recibirá visitas, paseará, podrá aprender un oficio. Mientras, sus abogados seguirán luchando por su inocencia en un nuevo juicio . En el cuarto fue declarado culpable de un triple crimen en 1994. Las pruebas son unos planos borrosos y un mínimo trazo de ADN por posible contaminación.