Pablo no trabaja no en una granja cualquiera. Entre los mugidos de las vacas se cuela con sus patines este ganadero patinador. En su explotación ganadera en un recóndito rincón de un concejo de Asturias con sólo 33 vecinos hace realidad una de sus pasiones. En su pueblo no hay instalaciones deportivas. Ha tenido que recurrir a su imaginación. Así, con tablas y barras construyó su propio skate y pista de patinaje. Afirma no tener tiempo para nada pero ahora, entre ordeñar y limpiar la vaquería, saca ratos para su pasión. Se calzó los patines por primera vez hace 8 años, le cogió el gustillo, fueron llegando las medallas hasta acudir el pasado verano al Campeonato nacional de Roller Freestyle. En lo del equilibrio y su metro noventa le ayuda bastante su experiencia domando caballos. Tiene por público a sus queridas vacas que siempre están de acuerdo. Vive para ellas y patinar le da vida.