Un despertar increíble
Los compañeros del equipo que pasan su jornada en Playa Paraíso o Laguna Cacao, grabando a los supervivientes codo con codo, regresan a descansar al hotel en el que nos alojamos. Al menos, la mayoría de los días. En un programa de este tipo, y como quedó claro en la pasada gala, estamos a expensas de los elementos: lluvias torrenciales, oleajes insondables o carreteras impracticables son imprevistos frecuentes a los que nos enfrentamos en nuestro trabajo. En algunas ocasiones, las circunstancias climatológicas impiden que las barcas que deberían traer de vuelta a nuestros compañeros salgan al mar. ¿Qué pasa entonces? Que redactores, cámaras, sonidistas e inspectores de playa se ven obligados a pernoctar en los cayos. No en la isla de los concursantes, por supuesto, sino en el cayo principal del pequeño archipiélago. No regresar a casa tras una larga jornada que se inicia con el amanecer y termina al atardecer es una incomodidad, eso está claro, pero también es cierto que estos compañeros regresan extasiados contando la noche tan maravillosa que han pasado durmiendo bajo las estrellas, sobre un colchón en el muelle, oyendo las olas y abriendo los ojos a uno de los amaneceres más espectaculares que hayan visto nunca.