Toscana: por qué se ha convertido en el escenario ideal para mostrar el paraíso en el cine
Todo amante del cine y del buen vino se ha imaginado, ya saben, en uno de esos momentos en los que dejamos divagar libres la mente, subido a una moto recorriendo los campos de la Toscana, en alguna tarde de verano, bajo el sonido intermitente de los grillos, con la sal aún seca en la piel. Paraje idílico de grandes
creadores de todas las artes, cuna de Leonardo da Vinci, inspiración para Galileo, incluso exilio de Dante. Sus colinas le han servido a renacentistas e impresionistas para enmarcar su imaginación y plasmar su calma. Así, aquellos campos curvos han sido partícipes de grandes romances, de viajes clandestinos, incluso batallas y elegantes desdichas. Verdes, naranjas, azules. La genuinidad de sus tonalidades cambiantes es el escenario favorito de los románticos.
En junio se estrenará ‘Dolce Fine Giornata’, traducida al castellano como ‘Un atardecer en la Toscana’. Filme polaco dirigido por Jacek Borcuch y protagonizado por la enigmática Krystyna Janda. Un drama sobre la hipocresía europea y el incesante miedo. Unifica en 92 minutos lo mejor y peor del ser humano, desde su capacidad artística hasta su afán destructivo. La fotografía plasma cada rincón que pueda ofrecer la luz, y lo hace poesía. La última escena, de hecho, es pura poesía.
Pero aún quedan días para el estreno y ya habrá tiempo de explayarse, volvamos a la Toscana. Si de algo es capaz el cine, además de adornarnos de ajenas íntimas sensaciones, es de hacernos viajar. Así que si aún le están dando vueltas a sus destinos de verano, les ofrecemos una vuelta por la Toscana a través de la gran pantalla. Comencemos por ‘James Bond: Quantum of Solace’. Enseguida vemos a Daniel Craig, en un ejercicio cuasi profano, en medio de una incesante persecución por el casco histórico de Siena, inmiscuido entre la muchedumbre (hasta 2.000 extras sieneses), saltando de cornisa a cornisa (falsas, eran falsas). La ambientación es fidedigna, salvo por ciertos edificios instalados a medida y alguna terraza ficticia.
Bueno, cierto folklore le añadieron, eso sí, porque sus calles no llevan siempre de adorno las banderas de la Contrade Della Torre, a menos que estemos festejando el Palio del 2 de julio. Pero ya saben, ni comemos pizza a diario, ni lleva mantón negro nuestra mamma (lo de gesticular compulsivamente sí es verdad).
‘Gladiator’. Ya. No le pega tomar vino al atardecer. Pero si agudizan la mirada podrán reconocer la Val d’Orcia. ¿Recuerdan las escenas de los sueños, cuando Maximus aparece acariciando trigo entre colinas, con aquella fila de cipreses? Su paraíso es precisamente ese valle, el más emblemático de las inmediaciones de Siena. Y la finca que aparece en la película, en realidad, se sitúa cerca de Pienza.
Pero si quieren recorrer realmente sus campos, vean ‘Bajo el sol de la Toscana’. Rodada casi íntegramente allí, concretamente en Cortona, muestra sus calles -y algún rincón de Roma y Positano- en su máximo esplendor. Diane Lane se encuentra a sí misma y se re-enamora de sus sensaciones. La película en sí, ni fu ni fa, pero la localización es realmente grata. Les entrarán ganas de comprarse una vieja villa y reestructurarla.
‘Belleza Robada’, del genio -y con todo lo que eso conlleva- Bertolucci. Cinta de 1996 que muestra toda la sensualidad que puede ofrecer tal paraje. Liv Tyler también pone de su parte. La película, hay que admitirlo, no obtuvo buenas críticas. Quizás se pierda excesivamente en largos planos artificiosos, quizás quede hueca, pero si quieren imaginarse retozando entre olores y frescas pasiones, es el filme indicado.
‘El Paciente Inglés’. La retahíla de galardones que conserva obvia ya cualquier comentario. Anthony Minghella se trasladó a Montepulciano, en Pienza, hasta el Monasterio di Sant’Anna in Camprena. Lo reconocerán enseguida, envolviendo el punzante desazón del Conde Almasy, una maravilla del siglo XVI acariciada por la bella Juliette Binoche. Merece la pena tanta intensidad. Y podríamos seguir descubriendo sus rincones con ‘Sueño de una noche de verano’, ‘Obsesión’, ‘Retrato de una dama’ e incluso ‘La vida es bella’. Porque la hipnosis que provocan sus colinas es puro lirismo, y el cine tenía que valerse de ello. Vayan a respirarlo.