La mirada de Sorrentino se posa ahora en Berlusconi
Le conocí una tarde de verano durante la presentación de la serie The Young Pope. Parecía algo incómodo entre los focos y ante el histérico sonido de los flashes, veloces, compulsivos. Una horda de periodistas le estábamos esperando para los canutazos (preguntas rápidas), pero prefirió dejarle el protagonismo a Jude Law y a Javier Cámara, y se escondió, literalmente, detrás de un árbol. Me aproveché del idioma y le abordé en italiano. Parecía aliviado de toparse con alguien de su misma ciudad: Roma.
De hecho, empezamos hablando precisamente de eso. Y me sorprendió la naturalidad con la que conseguía transmitir toda su pasión por ese lugar. Porque de eso tiene mucho, de pasión. Y se nota en cada uno de sus metrajes, ese gusto exquisito por la vida. Dijo que cuando no estaba pensando en planos le gustaba ver el fútbol en pijama con su hijo. Consigo imaginármelos perfectamente, los dos sentados en el sofá, despeinados y con una cerveza en la mano. Lo cierto es que para hacer buen cine es fundamental apreciar cada instante de la vida, por muy rutinario que pueda parecer.
Aquellos lugares comunes en los que todos podemos reconocernos. Se marchó pronto de la rueda de prensa, con esa pinta de rockero trasnochado y ya cansado, pero, aun así, me dio la sensación de haber
estado charlando con él horas, aunque fueran en realidad escasos minutos. Se hizo internacionalmente notorio tras su magnífica ‘Gran Belleza’, pero ya había logrado fascinar al público italiano con sus obras anteriores. Quisiera hablarles primero de ‘Il Divo’, película de 2008. Un cuidadoso retrato de Giulio Andreotti, un personaje político muy interesante y controvertido en Italia. Le interpreta, como siempre en sus cintas, el camaleónico Toni Servillo. Grandísimo actor.
La película gira en torno a la vida de Andreotti durante los años ’90, cuando saltó a la luz su posible relación con la mafia siciliana. Es increíble cómo consigue mezclar hiperrealismo y surrealismo. Logra que sintamos piedad, rechazo, admiración, pena… todo un vórtice de sensaciones que perpetúan la dualidad propia del ser humano. No existe el bien sin mal, ni la bondad sin maldad. Recoge los detalles más costumbristas de su vida y los vierte sobre planos grandilocuentes. Se sentirán voyeurs de su intimidad, como si le espiaran sigilosamente en sus últimos días en política. Es una obra maestra, se lo aseguro, han de verla.
Pasamos a ‘La grande belleza’, de 2013. Un presupuesto que sobrepasaba los 9 millones de euros. Los mejor empleados, me atrevo a decir. A Sorrentino le apasionaba la idea que tenía Gustave Flaubert sobre la nada. A fin de cuentas, la nada forma parte de nuestra vida diaria. Pues bien, esta película trata de todo y de nada a la vez. Ya los primeros planos nos advierten de la maravilla artística a la que estaremos sometidos durante los siguientes 140 minutos. Cada imagen ha sido escogida minuciosamente. Cada plano es una obra artística, como un cuadro de Botero, la luz de Caravaggio o el histrionismo de Botero. Una vez más tenemos a Toni Servillo de actor principal. Retrata aquél dolce far niente de la élite italiana, ese excentricismo nocturno, la spensieratezza más absoluta. Y un vaivén de miedos, sensaciones y comeduras de cabeza sobre la verdadera naturaleza del hombre. Si no la han visto todavía, es una cita obligatoria para cerciorarse de lo efímero de la vida.
‘La giovinezza’, de 2015. Tremendamente emotiva y barroca. Recibió críticas muy dispares, claro, después de ‘La grande bellezza’, cualquier otra maravilla sufriría el desdén del público. Pero no se dejen impregnar por la película anterior: conciban esta como un punto y a parte, como un final distinto, una vía paralela. Vuelve a colocarnos entre escenarios repletos de elegancia, y nos arrastra hasta el último gran miedo del hombre: la muerte, la vejez. Plasma personajes que a primera vista distan mucho de cualquier vida normal, parecen lejanos, inalcanzables, pero, como siempre, es capaz de otorgarles miles de detalles tan cercanos, tan reales, que terminamos por sentir lo mismo que sus protagonistas.
El mismo Sorrentino lo decía en entrevistas, para hacer buen cine hace falta cinismo. Y lo verán. ‘Loro’ (“ellos” en italiano), su última película. Gira entorno a la figura de Silvio Berlusconi. Ya solo con ese titular pueden hacerse una idea de lo que les espera. Se estrena en España dentro de muy poquito, pero me arriesgo a decir que dará mucho de qué hablar. En Italia ya lo ha hecho. Escojan la que escojan, será una elección acertada. Porque cada centímetro de su metraje es un puro deleite visual. Déjense envolver.