‘Quiero comerme tu páncreas’. Una querida personita me contó una vez que en el mercado asiático la traducción de los títulos de cine es una ironía en sí misma: al parecer, en el propio encabezado, ya están incluyendo de qué va la peli y cómo termina. Para que lo entiendan, se alcanzan límites de la talla de ‘El sexto sentido’, ‘Él es un fantasma’ o ‘La boda de mi mejor amigo’ traducida a ‘¡Socorro mi novio
falso es gay!’. Y esto es real. Y me sorprende que la gente vaya al cine por allí. Pero, por otro lado, es una cultura de la que me separan abismos, por lo que comprender su comportamiento, de momento, no es el objetivo de este artículo.
Dicho esto, entiéndanme, no sabría determinar si ‘Quiero comerme tu páncreas’ ha sido la
traducción más idónea para España, teniendo en cuenta que el anime, por lo general, no causa sensación a este otro lado del mundo. Yo misma sentí cierta contrariedad ante la dulzura del cine japonés y este canibalismo gore que evoca el título. Pues bien, la cinta no tiene nada que ver con la antropofagia. Es más, es pura hidalguía, ternura en cada secuencia, el altruismo como férreo hilo conductor.
Si se atreven con este título -se estrena el 12 de abril-, les cuento sin spoilers: a la protagonista le queda poco tiempo de vida y se hace amiga del chico retraído de clase (ya saben cuánto afán tienen en China o Japón por los periplos de la adolescencia). Habrían de partir de la base de que, en su cultura, existen unas normas de comportamiento más estrictas, un protocolo ineludible por cada faceta de la vida. Así que no se extrañen si sus personajes piden permiso para llorar o si entregan los regalos necesariamente con las dos manos. Habrá talantes que se escapen de nuestra lógica, así que será necesario un tímido ejercicio de empatía.
Shiichirô Ushijima -admito el copia y pega- adapta la novela de Yoru Sumino con tremenda delicadeza. La animación, especialmente en los últimos minutos del filme, es un vívido y lúcido ensueño capaz de elevarnos hacia un estado de placer y paz. Cuasi un Nirvana. La protagonista es la personificación del altruismo y una oda a la vida en vísperas de muerte. La constatación de lo imprescindibles que son los demás para uno mismo, la magnitud del detalle en cada diálogo. Un personaje a punto de morir y otro a punto de nacer. Quizás peque de cursi, sí, pero no nos viene mal algo de amabilidad. Aun así, no esperen la excelencia de ‘Your Name’. Se toparán con una versión sincera de ‘Flavors of Youth’ o ‘A Silent Voice’. Sin embargo, si realmente están dispuestos a pagar unos 9 euros por verla, significa que sabrán apreciarla. Si, por lo contrario, son primerizos en el mundo del anime, les recomiendo que vean primero ‘Your Name’. Definitivamente.