Maribel Verdú, Juana Acosta, Paula Echevarría, Antonio Resines, Javier Cámara, Raúl Arévalo, Luis Tosar… etc., etc., etc. Vamos, que solo falta usted. Y con esto bastaría para finalizar la crítica, pero voy a darles algún despunte más para que se gasten su dinero este fin de semana en Coca-Cola y palomitas bajo un enorme proyector. Les aviso, en 'Ola de crímenes': hay muertos.
La directora Gracia Querejeta lanza los dados sobre la mesa de un juego delirante, en ocasiones macabro, pero sin duda efectivo. Vayan con la idea de que reirán a carcajadas, se les dilatarán las pupilas, fruncirán el ceño y, en definitiva, sentirán cositas en el estómago. Prime lo que prime, se van a sorprender. Todo el rato. Porque no se esperan este sinfín de acontecimientos que envuelven el guion en un giro constante. Más que giro, en un nudo con lazo.
Un par de matrimonios que no funcionan del todo, algún que otro asesinato, un hijo un poco raro, otro enamorado, un cura desencantado, celos, corrupción. Y alguna que otra cosa más que se me quiere escapar.
Miguel Bernardeau -el hijo de Ana Duato- está tan natural, tan sincero, tan gracioso. Y el joven Asier Rikarte, increíblemente auténtico. Una producción de Mediaset, Telecinco Cinema, y entre los que además figura hasta Santiago Segura. Vamos, que si no van, sí que es un delito. Un crimen. Una ola de crímenes.
Cinco comedias negras para ver en casa
Y ya que el tema produce cierto morbo les vamos a entretener un par de minutos más. Les propondremos cinco cintas de comedia negra de menos de diez años de antigüedad -de lo contrario habría aquí una Biblia- para que puedan verlas en casa.
Se lee por ahí que “la fuente secreta del humor no es la diversión sino el dolor”. Se viven tiempos de extrema corrección, un regreso al humor blanco, una patada de hemeroteca que Twitter abarca con recelo. Tiempos de indignación en los que todo el mundo está ofendido y donde hay que tener cuidado con lo que se dice porque alguien habrá por ahí a quien le siente mal -y creará una plataforma, un club, firmas o camisetas de reivindicación-.
El humor no debería tener límites, pero los tiene. Muchas teorías afirman que nuestro cerebro genera dopamina cuando nos sorprendemos. Al fin y al cabo, es terapéutico. Una forma de sobrellevar las tragedias, una catarsis, una autodefensa. El humor es nuestra respuesta natural al conflicto y a la confusión, así que aquí van unas cuantas contradicciones para estrujarles el cerebro:
Relatos Salvajes (2014), de Damián Szifrón. Sale Ricardo Darín, ya solo por eso merece la atención. Pero esta comedia negra coral es tan surrealista como real: son varias historias, créanme que al menos una de ella en su cabeza habrán protagonizado.
Tres anuncios en las afueras (2017), de Martin McDonagh. Más allá de lo brutal de Frances McDormand, si no la han visto todavía -me extrañaría- resulta ser un tremendo baño de pura y dura realidad. Lo más dramático, como la pérdida de una hija o una grave enfermedad, puede ser narrado con elegancia y sensibilidad sin caer en el melodrama. Humor inteligente.
Siete psicópatas (2012), de Martin McDonagh. Sí, él otra vez, pero es que tiene una tremenda capacidad de desdramatizar lo imposible que merece ser estudiado. Aquí, además, borda el delirio, y se vislumbra su mente británica en cada giro de guion. En ocasiones Tarantiniano.
El Nuevo Nuevo Testamento (2015), de Jaco Van Domael. Dios es un cabrón. Antes de martirizarme: esa es la sinopsis. Pero logra ser en ocasiones tan dulce como desoladora, que merece que le echen un vistazo. Una macabra y tierna reflexión sobre lo estúpido que es el ser humano.
La Visita (2015), de M. Night Shyamalan. Ciertas personas salieron indignadas del cine. Pensaron que verían una película de terror. No hay nada más perfectamente descabellado que un cómico terror. Pero acudan a ella con la mente abierta. Dejen que su cerebro lo procese como quiera. Les sorprenderá.
Son películas muy distintas pero cada una aporta un tesoro. ‘Relatos Salvajes’ es real, ‘Tres anuncios en las afueras’ es inteligente, ‘Siete psicópatas’ es ya una película de culto, ‘El Nuevo Nuevo Testamento’ por su cinismo, y ‘La Visita’… la verdad, sigo sin saber describirla. Pero en todas se mantiene ese eterno halo de Chaplin, la melancolía de Buster Keaton, algo de los hermanos Coen, la locura de los Python, la finura de Frank Capra o el surrealismo de Berlanga. Bendito humor negro.