En la selva como en casa
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Amanece en Sinaí con el cuerpo arrastrando aún el duro esfuerzo de la marcha por el Darién. Ampollas, picaduras, leves torceduras, nos recuerdan aún nuestro caminar por el barro, pero ante nosotros tenemos un escenario que no se puede ver empañado por nada. Rodeados de humildes casas de madera, construidas sobre pilares del mismo material y cubiertas con tejados de hojas de palma secas, los wounaan nos dan la bienvenida a su hogar con varias danzas tradicionales representadas por los niños del pueblo.
Pronto nos damos cuenta de que, a pesar de que hemos “invadido”su pueblo llegando a duplicar por dos días su población, los indígenas wounaan nos harán sentir como en casa. Tras las danzas de bienvenida y la entrega, por parte de la organización de Ruta Quetzal BBVA, de medicamentos y gafas para nuestros anfitriones, comienzan los talleres en los que los ruteros han tenido la oportunidad de conocer las costumbres de los indígenas.
Los ruteros han realizado con sus propias manos cuencos de navala teñida en el taller de cestería, han pintado sus cuerpos como los tintes tradicionales de los wounaan, han cocinado plátano sancochado (hervido con sal) y han practicado sus danzas típicas. Además de aprender a pescar como ellos y conocer el uso de una gran variedad de plantas medicinales.
Los wounaan viven de la agricultura, la caza y la pesca y algunos de ellos son artesanos o asalariados. Sus idiomas son el español y e wounaan y, como nos explica Eduardo Mejía, máxima autoridad del poblado, son conscientes de que “la educación evoluciona” y quieren tener la opción de dar a sus jóvenes “oportunidades similares” a los demás, ya que en el poblado solo pueden estudiar hasta los 12 años. Como la que está teniendo Eduar Mejía, hijo de Eduardo y expedicionario de la Ruta Quetzal BBVA 2013.
Uno de los problemas más graves que tienen estos indígenas es la falta de agua potable. Como nos explica Nuria Palao, gestora de formación del Canal de Isabel II, “los wounaan nos han dado una lección de cómo cuidar el agua”. “Para ellos el río es su medio de transporte, es la única manera de llegar al poblado además del camino por el que hemos llegado nosotros, donde se bañan con alegría y en familia” pero también es el agua que consumen y está contaminada, lo que provoca grandes enfermedades entre lapoblación.
Nos sorprende además saber que, a pesar de los 8 meses delluvias que hay en Panamá, el río que abastece a la comunidad wounaan en Sinaíen verano se seca y corre un grave riesgo de desaparecer por culpa de la deforestación y para ellos “el río es un lugar sagrado”.
Convivir con los wounaan es una lección constante. Nos han abierto las puertas de su casa ofreciéndonos todo de lo poco que tienen, nos han alimentado durante dos días nos han enseñado sus tradiciones y nos han tratado como uno más de sus numerosas familias.
Para culminar la inolvidable experiencia, la Ruta QuetzalBBVA ha celebrado junto a los wounaan la noche de San Juan, una hoguera de fuego purificador ha sido el centro de reunión para que ruteros de diversos países explicaran cómo se celebra en sus lugares de origen una de las noches más mágicas del año, el inicio del verano y, para nosotros, el día que estuvimos en la selva como en casa.
FOTOS: ÁNGEL COLINA