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Tras una semana viviendo las extremas condiciones de laselva panameña y con las experiencias que hemos vivido en el Darién grabadaspara siempre en la memoria, la Ruta Quetzal BBVA vuelve a la Ciudad de Panamápara continuar el programa académico. Los ruteros ya han tenido la posibilidadde descubrir que este viaje les cambiará para siempre, “la Ruta es unaexperiencia única que no vamos a volver a vivir y que hay que aprender avalorar”.
El cansancio, algunas lesiones leves y los cuerpos cubiertosde picaduras son las huellas de nuestro paso por la selva, pero estos días handejado otras marcas que no se ven y que nunca se borrarán. “He aprendido que elesfuerzo mental es mucho más importante que el físico, hemos aprendido a superarnos,es alentador saber que esto está aquí y que es algo que antes no teníamos”,dice Íñigo, rutero de Madrid.
“A partir del segundo día te olvidas de todo lo que hasdejado en Madrid, te das cuenta de que estás compartiendo una experiencia congente que es muy afín a ti, compartiendo dudas que igual la gente de tu edad nolas tiene. Todo lo que tenías antes se te olvida, se rompe la rutina y cada díaaprendes algo nuevo”, afirma.
Los ruteros han creado lazos entre ellos como si seconocieran desde hace mucho tiempo, “yo no sabía que se podían hacer amigos tanrápido, no tenía tan claro que en 10 minutos puedas conocer a alguien y hahabido gente que en 10 minutos o por un solo detalle me he hecho amigo suyo”,explica Maasuma, rutera de Extremadura.
La experiencia que están viviendo cambiará su forma de verlas cosas y lo han comprobado desde el momento que arrancó la aventura, “la Ruta una experiencia única que no vamos a volver a vivir y que hay que aprender avalorar porque tiene muchos momentos duros, pero después siempre tenemos unarecompensa que lo triplica”, dice Sara de Alicante. Su amiga de Cataluña, Ángela,íntimas desde hace una semana lo corrobora, “hay momentos en los que piensasque no puedes seguir pero cuando llegas al final y ves el paraíso es una granrecompensa que no podrías tener en otro lugar, que es única y que quieroaprovechar al máximo”.
Además del programa académico, el día a día de la expediciónes el más importante de los aprendizajes. Los ruteros coinciden en que estaexperiencia les está enseñando a valorar las cosas sencillas que tienen en suscasas como el agua, “que aquí es un tesoro”, afirma Sara, de Alicante, o unbaño pero, sobre todo “estamos conociendo cosas que de otra manera nopodríamos. Estoy aprendiendo compañerismo, trabajo en equipo”, afirma CarlosAlcaraz, rutero extremeño.
Diego, del País Vasco, asegura que gracias a la Ruta se haabierto más a los demás, “la Ruta te abre un montón porque tú estás en tu casacon tus padres, tus cuatro paredes, tus cuatro amigos pero aquí conoces a muchamás gente, de todos los países. Me está aportando conocer más a la gente yconocer mi manera de relacionarme con los demás pero también conocer cuál es elmundo que nos toca”.