Danzas y circo para despedir a la Ruta
Perú ha despedido a la Ruta BBVA 2014 rodeándola de la diversidad de las culturas que lo integran a través de dos visitas que han puesto el broche final a una expedición que los jóvenes ruteros no olvidarán: al barrio de San Juan de Lurigancho, en Lima, y el espectáculo ‘Gala’ de la compañía La Tarumba.
Ninguna de los dos son muestras culturales folclóricas sin más. Muy al contrario: son una expresión de la labor y responsabilidad social en la que se integran.
La jornada comenzó con la visita al barrio obrero de San Juan de Lurigancho de la mano del antropólogo César Ramos. Este barrio limeño nació con la emigración rural de la década de los años 80, que escapaba de la guerra. En la actualidad cuenta con millón y medio de habitantes y es el lugar del país donde más se habla quechua. Incluso esta lengua se ha convertido en un idioma para la economía ya que es la que utilizan los comerciantes para realizar las cuentas y para hablar entre ellos cuando quieren que el cliente no se entere de lo que tratan.
Esta población se asentó en un cerro de piedra y fueron construyendo un nuevo barrio reproduciendo, en la mayoría de los casos, la estructura de sus pueblos de origen. De tal manera que si en el pueblo dos familias eran vecinas, en la ciudad también lo eran. Estos pobladores levantaron su barrio con trabajo comunal y organización social. Ellos mismos construyeron los desagües, los sistemas sanitarios, colegios, la infraestructura básica y lo dotaron de agua. Cada ‘cuadra’ (manzana) tiene sus representantes de organización, de seguridad, de cultura, de fiestas… Al final, se ha construido un barrio que el Estado peruano y la municipalidad han acabado reconociendo y legalizando “El Estado aparece al final, para cobrar impuestos”, ríe el antropólogo.
“En este distrito tenemos todas las procedencias del país. La diversidad es una potencia y no una limitación. Nuestras familias son diversas y, por eso, podemos trabajar conjuntamente”, explica Ramos. Además, destaca que el capital cultural de los pobladores no se ha pasado solamente de padres a hijos, como suele ser habitual, sino que ha sido mucho más importante la transmisión de abuelos a nietos. En esta estructura familiar, la mujer tiene un papel importante: es la líder de la familia, controla la “caja familiar, como en las comunidades indígenas”.
A pesar de estos aspectos positivos, Ramos ha querido subrayar que este proceso no ha estado exento de “mucho sufrimiento, carencia y maltrato, lo que genera violencia”. “La violencia del Estado, la insatisfacción por los pocos logros ante la Justicia –con 30 años de juicios inacabados-, suponen una violencia que ha terminado siendo expresada en las familias”, apunta. Pero añade que “ni nos derrotaron ni nos rendimos”.
El recorrido por el barrio acaba con el cálido recibimiento de sus pobladores a los jóvenes ruteros en el Parque de Huiracocha, construido por los propios pobladores y ahora gestionado por el Servicio de Parques de Lima. Allí se realizan labores culturales, deportivas y de educación ambiental. Una orquesta folclórica nos recibe y los vecinos bailan con maestría la danza nacional del Perú, la ‘Marinera’, y una danza típica del norte del país, la ‘Huaconada’, que se baila el 1 de enero y representa a unos jueces, vestidos con máscaras y látigos, que ejercen justicia popular. Los ‘huacones’ guardan en secretos sus rostros con unas máscaras que tienen una identidad propia, integrada con elementos de la naturaleza.
Foto: Angel Colina
Los ruteros se hacen fotos con los bailarines y disfrutan en los talleres que les han preparado para mostrarles los diferentes pueblos originarios peruanos que están presentes en el barrio. Además, nos preparan un refrigerio con una muestra de la comida más típica peruana como el chuño, la patata deshidratada que puede durar hasta 100 años sin perder sus nutrientes, las habas asadas o la linaza con cebada para beber.
Foto: Angel Colina
Tras dar las gracias nos despedimos de San Juan de Lurigancho y de sus pobladores y nos dirigimos a otro lugar también creado por la lucha. Es Cantagallo, donde 270 familias shipibo llegaron desde la Amazonía para protestar por la contaminación de sus ríos y sus bosques. Su lucha continúa y ya son 1.500 las personas asentadas en este lugar. Conservan sus tradiciones y en la escuela se dan las clases en su lengua. Mantienen su cultura, su cohesión y su organización y su economía se basa en la venta de las labores y bisutería que realizan sus mujeres, cuya fuerza y determinación se muestra en sus caras, como en la de la maestra de la escuela, Olinda, que afirma: “No nos rendiremos”.
Foto: Angel Colina
La jornada de la mañana ha sido intensa, pero la de la tarde también. Tenemos una cita con La Tarumba, un proyecto que acaba de cumplir 30 años, ideado en 1984 por un grupo de jóvenes artistas peruanos con la intención de fusionar el teatro, el circo y la música. Está considerada la compañía de circo más importante de Perú y una de sus organizaciones culturales independientes más exitosas del país.
Foto: Angel Colina
Estos jóvenes tenían –y tienen- una profunda conciencia social y se propusieron, en un Perú entonces convulso y desigual, contribuir al desarrollo integral de niños, jóvenes y adultos impulsando la creatividad y el desarrollo cultural. Con este fin, diseñaron un proyecto de integración de jóvenes en situación de pobreza y con riesgo de exclusión social. Su intención era conseguir su inserción en el mundo laboral y su reingreso a los valores compartidos por la sociedad, empleando una metodología basada en el juego, el afecto y la creatividad.
‘Gala’ es el espectáculo que han creado para celebrar sus 30 años de trabajo y los ruteros fueron invitados a uno de los pases. Con la emoción de una salida al circo, los jóvenes mostraron su alegría de estar en la carpa de La Tarumba con sus cánticos y palmas antes de la función.
El espectáculo, donde destaca la música-fusión de una banda en vivo, que no para de tocar en ningún momento de la función, está lleno de colorido, pasión y emoción. Trapecistas, malabaristas, domadores de caballos y bailarines dejaron sin aliento en cientos de ocasiones a los espectadores. La Tarumba mostró la energía y vitalidad que lleva dentro y nos la ofreció en una despedida entrañable de Perú. La Ruta dice así adiós a estas tierras que, con su hospitalidad, han dejado un recuerdo ya imborrable en los expedicionarios.
Foto: Angel Colina