“La novia del canal de Panamá es la lluvia”, así explica uno de los responsables del centro de visitantes del canal de Panamá la importancia de los entre 8 y 9 meses de lluvia que empapan el país entre los meses de mayo y enero y así arranca la Ruta Quetzal BBVA 2103, con la visita a esta gran autopista de agua que atraviesan unas 14.200 naves al año.
Para Panamá la lluvia “es petróleo”, afirma, la gran cantidad de precipitaciones hace que se alimenten los 3 lagos que dan caudal al canal: el lago Miraflores, el Gatún y el Alajuela. La visita de los ruteros al canal comienza en la embarcación ‘Atlas 3’ en la que navegamos, a través del primero de los lagos, hasta llegar a la esclusa de Pedro Miguel.
Durante el trayecto, Orlando Acosta, especialista medioambiental del canal de Panamá, nos explica la magnitud y la importancia que esta vía de transporte de mercancías tiene para el país. La explotación de este paso, que une el océano Pacífico con el Atlántico, genera al Estado unos ingresos brutos de 2.000 millones de dólares al año, además de “dar trabajo a unos 9.000 panameños”.
“El canal es la última expresión tecnológica de una historia de tránsito en Panamá”, afirma Orlando Acosta. Desde que en 1513 Carlos V ordenara la construcción de una vía que aproximara ambos océanos, varios han sido los métodos de transporte de mercancías atravesando el país: por tierra por el Camino Real, navegando por el río Chagres y en ferrocarril, desde donde se transportaba el oro de las minas de la costa oeste de EEUU.
En 1882 comenzaron los titánicos trabajos de construcción del Canal, iniciados sin éxito por Francia y culminados por EEUU en 1914. De esta manera se creó el sistema de esclusas que hoy permite el tránsito a unos 40 barcos al día, cada uno de los cuales pagan entre 200.000 y 300.000 dólares por trayecto.
Los expedicionarios hemos tenido la oportunidad de comprobar con la aparente facilidad con la que un barco entra en la esclusa y se eleva o desciende de nivel en tan solo 10 minutos. “Para completar el tránsito del canal cada barco invierte unas 8 horas y se utilizan unos 200 millones de litros de agua”, nos explica Acosta, pero esta agua no se tira “simplemente se le da un uso antes de que continúe su curso natural hasta el mar”.
Convertido en bisagra del comercio mundial al lograr el transporte de mercancías en menos tiempo, el canal de Panamá asume el reto de su ampliación, que previsiblemente estará terminada para el año 2015. Las obras consisten en construir una tercera vía de navegación en el propio canal que permitirá triplicar el número de embarcaciones que atraviesan el canal. La autoridad del canal de Panamá afronta este proyecto con el objetivo de lograr superar la cantidad de mercancías que atraviesan sus aguas y con la confianza de que su novia, el agua, siempre les será fiel.