La isla del tesoro
Isla Robinson Crusoe, 18 de diciembre
. En España el termómetro baja varios grados del cero y aquí, en mitad del Pacífico, en el archipiélago de Juan Fernández el verano es ya un hecho. Hace dos días que llegamos a esta isla, la más grande y la única habitada (la cercana isla de Selkirk sólo tiene habitantes durante la campaña de pesca de langosta, desde el 1 de octubre y hasta el 15 de mayo). Su censo registra 700 habitantes, muchos de ellos estudiantes que residen durante el curso en el continente chileno, y que ahora vuelven a casa para pasar la Navidad. Pero estos días días la población se ha incrementado en 300 habitantes más: los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA.
La única población, San Juan de Dios, se ha llenado de ruteros, monitores, periodistas y organizadores que campamos como si estuvieramos en casa. Así nos hacen sentir los robinsonianos o juanfernandinos. Gente amable y cariñosa como JImena (la patrona del hostal Martínez Green donde nos alojamos casi todos los periodistas), como Teresa, del cyber (punto de encuentro para propios y visitantes para comunicar con el resto del mundo)como Fernando Sancho, secretario de la Municipalidad (gracias desde aquí al alcalde Gonzálo Fernandez Carpentier por poner a nuestra disposición su conexión a la red para que podamos enviar estas crónica). La lista es tan larga como la que incluye a cuantos habitan la antigua isla de Más a Tierra como la bautizó su descubridor Juan Fernández y que ásí se llamó hasta los sesenta.
Aquí el coche es una rareza que sólo sirve para moverse por alguna calle de la población y, al otro lado de la isla, para transportar pasajeros hasta el aeródromo. Y como todo el territorio es Parque Nacional, las rutas se hacen a pie. Así se estrenaron los expedicionarios, caminando 28 kilómetros a través de bosques de helechos gigantes, con una lluvia persistente y el ánimo dispuesto a llegar al Mirador del Selkirk y disfrutar de las vistas espectaculares. Pero las nubes no dieron muchas oportunidades. Asún así la caminata, dura y cansada, sólo dejó gratos recuerdos.
A cada paso uno se encuentra con la leyenda que se mezcla con los hechos reales. Esta es la Isla Robinson Crusoe, el personaje que Daniel Defoe creo con la inspiración en la vida de Alexander Selkirk, marinero escocés que, por voluntad propia, o porque lo abandonaron sus comopañeros de un buque inglés con patente de Corso), llegó a la isla en 1704 y en ella se pasó cuatro años y cuatro meses hasta que fue rescatado. De aquello hace ya 300 años y aun su historia se llena de realidad y fantasía.
De aquella estancia queda la posibilidad de que el náufrago Selkirk tuviera dos casas en la isla. Una cueva a pie de mar, en la Punta del Inglés, objetivo turístico habitual, y otra a unos 500 metros montaña arriba sobre lo que es la población actual de San Juan Bautista. De eso sabe Ernesto Paredes "Güagüi", un pescador que cuando tenía 12 años descubrió esta casa en mitad del bosque cuando buscaba madera para hacer con su padre un bote, y en la que, al excavar los arqueólogos, se encontraron instrumentos de navegación y objetos del náufrago escocés.
Güagüi es protagonista de una de las historias que dan vida a esta isla, también lo es de otra de sus leyendas: hay un fabuloso tesoro escondido con joyas, monedas, oro y otras riquezas y aún nadie lo ha encontrado. Güagüi lo busca desde hace casi 30 años, como parte del equipo Bernard Keiser, un estadounidense empeñado en encontrarlo. Y Güagüi también. Este isleño de 66 años está desendo volver a excavar; dice que allí, en alguna parte, está el tesoro, que ya encontraron botones de plata en alguna ocasión.
No le importa volver a hacer túneles, zanjas y volver a poner donde estaba cada palmo de tierra, cada piedra, tal y como estaba antes de excavar. Ese es el acuerdo con el Gobierno de Chile que hace concesión del terreno para buscar el tesoro, siempre y cuando todo lo que se remueva vuelva a su sitio. Damos fe de que al ir a la Punta del Inglés no parece que se haya removido la tierra.
Escucho al grupo musical de la Comunidad de Juan Fernández que en uno de sus temas canta a la tierra insular. "Tenemos el tesoro: esta isla es una joya".