San Juan de Pequení. No hemos hecho las 10 horas de caminata por la selva. Un cayuco con motor nos ha traído desde Puerto Vigía, remontando el río Chagres hasta el poblado emberá en el que aún nos encontramos. Está junto al río más alto. Sólo venimos cinco personas, somos los primeros y aprovechamos para grabar a los emberá en su quehacer cotidiano. Nos reciben unas mujeres que nos saludan. Tienen el cuerpo tatuado por completo con la tinta que extraen de un fruto llamado "jaugua". Cada uno con el motivo que más le gusta.
Enseguida sale al encuentro Erito, el sustituto del Noko, el jefe, que está en otra aldea cercana. El también va tatuado y, como el resto de los hombres lleva una tela de colores a modo de taparrabos. Las mujeres sólo visten faldas multicolores.
Decidimos ir al encuentro de los ruteros y remontamos el río hasta alcanzarlos. Aún tenemos que andar un trecho y cuando encontramos a los primeros, nos hacemos una idea de lo que han pasado. Llevan encima toda la lluvia y el barro del duro camino. Nos sumamos a la marcha (ya llevan 8 horas) y aún tardamos en llegar 3 horas más al campamento emberá. Con más barro, sin lluvia, pero vadeado dos veces el río, llevando la mochila sobre la cabeza.
El último tramo, casi inteminable para los ruteros, se hizo en cayuco. El campamento los recibe con poca luz pero con ganas. Los emberá están ansiosos por ver a sus nuevos vecinos. Aunque reciben turistas nunca han visto casi 400 personas de golpe. La Ruta Quetzal BBVA se acopla entre las casas levantadas del suelo de los emberá, su casa de reuniones y las propias viviendas de los indios, que ofrecen amablemente para dormir. Mi familia de acogida esta noche son ocho miembros. El cabeza se llama Maximiliano, su mujer Irene, nombres latinos para una etnia que, a pesar de la occidentalización, mantiene prácticamente intactas sus costumbres.
Escribo este post tras un desayuno de huevo revuelto y plátano y una noche de sueño entrecortado. La mujer de la casa, como sus vecinas se ha levantado de noche para prepararlo. Los ruteros están ahora haciendo varias actividades: pesca, plantas medicinales, visita al cultivo de maíz, fotografía... Pedro descansa un poco la cámara. Yo aprovecho que Jesús de Hispasat nos ha conseguido conexión en mitad de la selva. Estoy descalza, como muchos en la Ruta: las botas están empapadas, las hogueras no dan abasto; la ropa no está mejor. Pero hay un ambiente animoso. Ha llegado Miguel de la Cuadra Salcedo. La Ruta está al completo.