En la Isla de Robinson Crusoe
San Juan Bautista. Isla Robinson Crusoe, 17 de diciembre. Hace tres días que no me asomo a esta ventana y, aunque intenté ponerme al día desde Valparaíso el 15, no pude enviar el post porque perdí la conexión a poco de zarpar del puerto. Así que, aquí va lo acontecido.
Visitiamos Isla Negra, la casa que Neruda construyò como un barco, porque era "un marinero en tierra" que necesitaba tener el mar cerca, un lugar maravilloso que conserva el espíritu del poeta y al que la Ruta Quetzal BBVA en pleno (somos 350 personas, expedicionarios, organización y prensa) llegó entre la bruma de la mañana. Y a medida que levantaba el día recorrimos cada estancia de la casa para ver las cosas (Neruda decía que era "cosista" no coleccionista") que el escritor atesoraba. Mascarones de proa (entre ellos Celeste, de madera y ojos de cristal y Guillermina, con los pechos al descubierto), barcos en botellas, y más de 600 caracolas a cual más espectacular.
Con el mundo de Neruda por compañía llegamos a Valparaíso, la ciudad chilena que se dice fue bautizada asi por Juan de Saavedra, en recuerdo de su pueblo natal Valparaíso de Arriba, Cuenca; aunque tambièn se dice que le dieron nombre los soldados de Juan Bautista Pastene. Era nuestro punto de partida para embarcar en la Valdivia, nave de la Armada de Chile: nuestro transporte a la Isla de Robinson.
El buque, que perteneció a la Armada de los Estados Unidos con el nombre de "USS San Bernardino", participó en las guerras de Vietnam (1972) o en la Operación Tormenta del desierto, en el Golfo (1990), es una auténtica ciudad flotante que durante un día y dos noches se ha convertido en la casa de la Ruta (volveremos a repetir viaje de vuelta al Continente) En total 600 personas a bordo, poco menos de doscientas, militares.
Todo el barco se ha transformado para alojarnos: Se han habilitado literas (he dormido en una litera de 3 pisos), aseos, y salas para chicas (en el buque no hay mujeres, hasta 2012 no se incorporarán las que ahora se preparan en centros de la Armada), las bodegas de carga han servido de sala de conferencias, la cubierta ha sido el lugar de respiro, de recreo, de reunión, de ensayo para el grupo de música.
Durante el dia de navegación, rumbo suroreste, hemos convivido con los oficiales y marineros de la armada que nos han mostrado su día a día en un barco que, en tiempos de paz, realiza misiones de ayuda humanitaria, maniobras y lleva víveres o materiales de construcción a poblaciones alejadas del Continente como es el archipiélago de Juan Fernández.
Tras una travesía de mar tranquilo (algunos ruteros han pagado el precio del vaivén del mar con malestar, pero los menos), con el movimiento que supone atravesar la corriente Humbolt que lleva las olas contra la nave, avistamos la isla de Robinson Crusoe en el horizonte. Primero como una línea, luego se recortó su perfil inmenso, de montañas picudas y negras al anochecer.
Varados frente a la capital San Juan Bautista pasamos la noche. Con la mochila preparada para desembarcar temprano. Y con ayuda de las lanchas militares hemos bajado a tierra. La isla se ofrece al sol verde y hermosa, llena de historias, mitos y naturaleza por descubrir. Náufragos, piratas, lobos marinos y tesoros nos aguardan. Será otra historia.