¡Hoy me quedo en el paraíso!
No es por dar envidia pero hoy llegado a un pedacito de paraíso. Los mayas juran y perjuran que eso que nosotros llamamos cielo está más que reservado para los dioses. Sin embargo, llegar a Río Lagartos desmonta la teoría porque, a pesar de algún que otro molesto mosquito y de las tormentas tropicales imprevistas, cualquiera siente Río Lagartos como su hábitat natural. El sol abrasador con una humedad cercana al 100 % ya no hace mella porque tras una semana en México podemos decir que ya somos 'tropicales'.
Los mayas han sido una vez más los culpables de nuestro viaje a esta Reserva de la Biosfera. Río Lagartos era el lugar de paso de esta civilización mesoamericana hacia 'La Coloradas', donde extraían sal. Ahora, es un pueblo de pescadores, también cercano a las salineras, pero que exporta langosta, pulpo y pescado a EEUU y Europa. Sí, el producto de estas aguas caribeñas se consumirá en EEUU y en Europa. Precisamente ahora, es temporada de langosta y durante un paseo por el malecón conozco a Brenda Rodríguez, encargada e hija del dueño de la única 'maquiladora' de pueblo que exporta los productos de este espacio protegido. Brenda explica cada una de las dificultades de vivir en este pequeño pueblo pero también sabe de los beneficios porque son la única empresa de este tipo que consiguió pasar los filtros para instalarse en terreno protegido.
"No hay cine, no hay tiendas… ¡No hay nada!", exclama antes de confesar que lo único que se puede hacer en Río Lagartos es pescar. La empresa que dirige su padre y en la que ella trabaja lleva funcionando seis años. Compran la materia prima a las cooperativas de pescadores y la exportan. Brenda cuenta que acaban de reformar la nave donde empaquetan langosta porque la Unión Europea les exige controles mucho más exhaustivos que les obliga a cumplir una normas si quieren vender al otro lado del charco. Con amabilidad caribeña y una sonrisa, me cuela entre los trabajadores que seleccionan y preparan la langosta. En esta pequeña empresa, trabajan una veintena de empleados que "recepcionan el pescado" y lo dejan listo para partir hacia el punto de consumo.
Nacieron pescadores. Joaquín y Abel abastecen la empresa de Brenda y su padre. "Yo desde que nací fui pescador", bromean antes de enumerar la lista de manjares que sacan de este estuario rodeado de manglares. Es temporada de langostas y me sorprendo cuando cuentan que han sacado de estas cálidas aguas siete toneladas en los cuatro días que lleva abierta la veda de pesca. Abel y Joaquín la venden a un precio que ronda los 350 pesos mexicanos, unos 22 euros. Río Lagartos tiene la sede de la federación de cooperativas de pescadores que cada día madrugan para ganarse la vida con el producto de estas ricas aguas tropicales.
Flamencos, salineras, el llamado 'baño maya', pescar sábalos en aguas cristalinas o visitar el manglar son pedacitos de paraíso reservado, eso sí, para los que se atrevan a llegar a este remoto pueblo a 103 kilómetros de Valladolid en la Península de Yucatán. Ahora, este rincón está más amenazado que nunca y puede perder sus tesoros. Si la actividad humana, el crecimiento de la población, la pesca ilegal o la actividad salinera eran sus enemigos naturales, el petróleo expulsado por BP en el Golfo de México es ahora el enemigo venido de fuera. Pescadores y empresas comercializadores temen que el desastre ecológico se cierna sobre la isla. Las peores previsiones de los habitantes de Río Lagartos dicen que el petróleo que expulsa la plataforma de BP en el Golfo de México podría llegar en agosto y aumentar el desastre natural que ya ha causado en EEUU y México. Mañana investigaré más, ¡hoy me quedo en el paraíso antes de los 15 kilómetros de marcha nocturna que esperan en la playa para ver a las tortugas!