Guardianas de la cultura
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Escaparse de la agenda oficial para descubrir un auténtico mercado mexicano es un placer pero si la escapada va acompañada de Andrés Ciudad es un doble placer. Ciudad, subdirector de la Ruta Quetzal BBVA, es un profundo conocedor de la cultura mexicana y un especialista en la civilización maya que, en España, comparte sus conocimientos como profesor en la Universidad Complutense. Hablar con él es acercarse al punto de vista más histórico de una de las civilizaciones más poderosas de Latinoamérica pero también es descubrir al maya actual. "El hombre y la mujer maya son actuales y no dejan de ser mayas por adaptarse", resume Ciudad mientras recorremos el colorido mercado donde encontramos el picante chile habanero, yuca, rábanos o pobres escarabajos vivos recubiertos de oro.
Aún con las ruinas de Uxmal o Edzná en la cabeza, abandonamos la idea de una civilización del pasado que logró prosperar en medio de la selva para pegarnos a la realidad actual de una cultura que vivió su esplendor antes de la llegada de los conquistadores españoles. La maya fue una civilización agrícola y se refleja en su incorporación a la sociedad mexicana. Un mercado mexicano es un mercado de la tierra donde ahora las mujeres mayas venden los productos que cultivan. Chile habanero, maíz, calabaza, frijol… En el mercado Lucas de Gálvez conocemos el auténtico maya actual: la mujer. El hombre no ha perdido su identidad pero "ha evitado ser indio" para esquivar el conflicto y la discriminación, según Andrés Ciudad, y eso le ha llevado a perder elementos tan significativos como el atuendo tradicional.
En un mundo global y no tan global, ha pesado siempre que ser indígena creaba muchos conflictos. "Abusaban de él, le pagaban menos y ocultando su identidad pensaba que podía resolver mejor sus problemas", resume Andrés Ciudad antes de conversar con una mujer maya que ofrece sus productos y cuenta que 'Guadalupe' es la telenovela que más sigue. "A la mujer no le ha tocado del todo ese papel porque ha sido un agente interno, más pegada a su casa, a su jardín casero" que, por ello, ha conseguido preservar las tradiciones y ahora es la transmisora del mundo maya.
"Ellas ahora tienen una mayor capacidad de apertura. La mujer maya se está incorporando al cambio que ya sufrió el hombre hace años", cuenta Ciudad antes de reflexionar cómo son las ancianas o mujeres de más edad quienes siguen pegadas a sus raíces. "Las jóvenes estudian en institutos y eso significa, que salvo aquellas que son más reivindicativas, pierden el traje, intentan no hablar maya aunque luego en su casa lo hablen. Intentan no destacar en la sociedad que les ha tocado vivir", resume antes de reflexionar que "el maya no deja de ser maya por adaptarse a la situación".
La apertura de la mujer depende de los entornos rurales en los que les ha tocado vivir en la zona maya de México, Bélice o Yucatán. El proceso de integración ha caminado lento por la orografía de la zona, una península donde la selva domina todo y las comunicaciones se antojan difíciles. Quizás es el motivo que ha permitido a los mayas mantener elementos de cultura que han perdurado durante siglos y que ahora descubrimos en este mercado de Mérida, la ciudad fundada por Francisco de Montejo 'El Mozo' en 1542. Tras ver la casa donde vivió 'El Mozo', enfrento en mi cabeza la horrible estampa de este conquistador pisando cabezas mayas con la de las actuales "guardianas de la cultura".
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