Capítulo 3…Iguala esconde una historia legendaria que comienza hace más de un siglo porque fue justo en esta ciudad, dolorosamente célebre por la desaparición de los 43 estudiantes, donde se proclamó la independencia de México y se enarboló por primera vez la bandera nacional.
El plan de Iguala que aparece en los libros de texto recoge las tres garantías sobre las que se levantó el país: independencia, unidad y religión. Nada que ver con la escena que nos regaló la Iguala perdida de 2014, arañada y bien publicitada por la falta de escrúpulos, la corrupción y la connivencia de buena parte de los poderes del estado en el corazón del crimen organizado.
La llamada “pareja imperial” formada por el ex alcalde, José Luís Abarca y su mujer María de los Ángeles Pineda, primero huidos y ahora encarcelados, fuero el rostro visible y culpable de la “verdad histórica” que defendió el gobierno de Peña Nieto pero el imperio del crimen que facilitó aquel desastre era mucho más amplio. La pareja regentaba la ciudad como un rancho de poder donde un buen número de policías municipales les hacían la labor del sicariato elegante, protegiendo al matrimonio y cumpliendo sus órdenes, “lo que fuera” nos explicaba Tinoco, un policía municipal de Iguala que consiguió el trabajo cuando Abarca y Pineda conquistaron la alcaldía.
En paralelo, un cártel de narcotraficantes -los Guerreros Unidos- también de la familia, creado por los propios hermanos de María de los Ángeles Pineda, hacía el trabajo y reclutaba a los policías para el tráfico de drogas, los ajustes de cuentas, los secuestros, el cobro de sobornos y cuotas, los asesinatos por encargo. El pack completo de un cártel joven pero muy disciplinado. Aún hoy el gran centro comercial Tamarindos, donde los igualtecos van a pasear el sábado por la tarde, es propiedad de los Abarca-Pineda y se puede ver a la hija de la pareja controlar el rancho con total impunidad. Aún el cártel domina la Plaza de Iguala.
Fueron muchos los que facilitaron el crimen de aquella noche pero el itinerario de la “pareja imperial” nos sirve para trazar el comienzo del relato.
Imagen: Jesús Martínez