“El 68% de los jóvenes de entre 16 y 19 años se graban vídeos de sí mismos y los comparten. No tiene nada de extravagante. No son la excepción".
La polémica surgida tras el hackeo sufrido por muchas estrellas de Hollywood (todas mujeres por cierto) encabezadas por la emergente Jennifer Lawrence está justificada. Es un ataque a la vida privada de las personas. Es delito. Y probablemente, como ya pasó con Scarlett Johanson, el autor o autores acabarán en prisión.
Pero en la avalancha de argumentos a menudo se olvida una cuestión de fondo. Además de las dudas razonables surgidas sobre la seguridad de los dispositivos conectados, también se han escuchado planteamientos adyacentes: “Si no quieres que te ‘roben’ fotos o vídeos privados no te los hagas”. Una afirmación que deja en el tintero un razonamiento básico: grabar vídeos y compartirlos es una práctica más que habitual entre los adolescentes y jóvenes, más aún entre los anglosajones. De hecho, según un estudio de la consultora GWI dos tercios de los jóvenes de EEUU y de Reino Unido se han hecho vídeos con su teléfono en el último mes.
El éxito en los países anglosajones de apps como Snapchat o el reciente lanzamiento por parte de Instagram de Hyperlapse van en esa misma línea. El uso de la propia imagen sin pudor para compartir con los conocidos forma parte de su vida.
Para mayoría de las jóvenes estrellas emergentes del mundo del entretenimiento ‘pilladas’ (Jennifer Lawrence, Selena Gomez, Cara Delavigne y Kate Upton tienen 22 años) hacerse fotos y compartir momentos íntimos con amigos o parejas es algo que está dentro de su día a día.
Un dato más pone de relieve que no sólo es una práctica habital entre la nuevas generaciones: de media, el 43% de la población (incluidos todos los tramos de edad) también se graba vídeos y los comparte. Es decir, tampoco es una actividad desconocida para el resto de ciudadanos. Es algo común. Y el sexo también lo es. Por lo tanto, la combinación entre sexo e imagen no debería de extrañar a nadie. El problema no está ahí, sino en los hackers.
"No desvíen el tiro por favor”.