España aterriza entre turbulencias: metáfora final a una Eurocopa... ¿frustrante?
España, con su derrota, su selección y sus periodistas dentro de un Boing siete-algo-siete, aterrizó en suelo patrio entre turbulencias y no me negaréis que hay en esa realidad una cierta poesía. El equipo que conquistó todos los cielos y los encargados de contárselo al mundo eran expulsados de ese paraíso celeste a trompicones. Como si sobraran todos definitivamente, como si alguien se hubiera cansado de ellos y no quisiera que ocuparan un lugar en el que habían vivido tan bien, durante tanto tiempo. En medio de esta mudanza forzosa, unos jugaban al parchís digital o similar y otros hacían bromas sobre la profesión. El dos a cero de Italia quedaba detrás, en otro cielo, francés, gris y emborronado. Porque en veinte días en Francia, el sol salió para todos muy pocas veces.
Para España será una Eurocopa rara que le devuelve a la casilla de salida sin ni siquiera el consuelo de caer en cuartos. El modelo de la competición este año y la mala evolución del equipo en veinte días de torneo le condenan a quedarse en octavos de final igual que la rabia barra decepción obligaban en Saint-Denis a muchos aficionados españoles a quedarse en sus asientos mirando al vacío o a sus móviles, que a veces es lo mismo.
Para uno que llega de primeras a un torneo así, la afición del España F. C. es la mejor noticia de todas. Ni Lucas, ni Nolito. Saber que este equipo, el equipo de todos, tiene hinchas que lloran sus derrotas es algo que la Federación debería tener muy presente. Los jugadores también. Decía Juanfran que no sólo había que estar con la Roja en las buenas. Estoy de acuerdo aunque los buenos de verdad, los que se quedaron rumiando la derrota ante Italia, hubieran querido que los jugadores estuvieran con ellos desde el césped un poco más cerca o un poco más de tiempo. Y todos, claro.
Ya es lo de menos. La derrota siempre nos quita algo. A mí me ha dejado sin conexión después de veinte días recorriendo una isla y sus alrededores acompañado por mi palo-selfie. Al mismo tiempo, también me deja la experiencia de contar qué hay en torno a un gran equipo y una gran competición y la posibilidad de vivirlo con otro equipo que sabe muy bien lo que hace. Y lo hace muy bien. España cayó del cielo entre turbulencias y es una buena metáfora de su paso por esta Eurocopa 2016 aunque debo reconocer que mi viaje ha sido bastante más llevadero. Otra historia. Como el cielo de Madrid y su sol, que siempre sale. Para la selección, desde hoy, también.