Había terminado el partido tan sólo 15 minutos antes cuando alrededor de mí, ya a la salida del estadio, empiezo a notar un murmullo que pronto rompe en alboroto francamente llamativo. Mi sentido arácnido se activa y el palo 'selfie' se empieza a tensar. Detrás de mí está su majestad el Rey quien a pesar de los aprietos de su equipo de seguridad no tiene problemas en atender varias peticiones de los hinchas españoles. Gesto cariñoso con un niño, autofotos para el recuerdo de un partido inolvidable y firma sobre una camiseta de Casillas. Felipe VI ha hecho las delicias de todos, seguramente llevado por la emoción de un triunfo 'in extremis' de la Selección.