Los investigadores de la Guardia Civil creen que éste es el hombre que pudo secuestrar y matar a Yéremi Vargas en Gran Canaria, quizá la última cara que vio el chiquillo. No pretendemos ser tan duros de forma gratuita, todo lo contrario. Fíjense bien en esta cara, es el rostro del presunto secuestrador y asesino de Yéremi en la época en que ocurrieron los hechos. Es la imagen más cercana de Antonio, imputado policialmente por los guardias, en aquel triste momento de marzo de 2007. Fíjense bien, quizá le vieran por la zona de Vecindario, quizá lo vieran cerca de algún parque o solar, el territorio por el que según los guardias el presunto solía merodear en busca de víctimas. Los investigadores no descartan que otras víctimas puedan reconocerle engrosando el listado de cargos en su contra.
Antonio se estrenó en los albores del caso presentándose como un testigo clave, él mismo se situó en el lugar, a la hora del secuestro y con su coche Renault 5 modelo oasis. No obstante, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil comprobó paso a paso el relato que dio y descubrió que era mentira. Sin embargo Antonio ya no era vecino de la familia de Yéremi desde hacía unos meses, tampoco tenía antecedentes por pederastía, y así se colocó en los márgenes de la investigación sin dejar de figurar entre el listado de sospechosos, mientras los guardias se centraban en la veintena de pederastas de la zona, y en el medio centenar de delincuentes sexuales que merodeaban entonces por la isla.
En 2012 su nombre salió a relucir de nuevo. Un chico de alrededor de 9 años, vecino de El Doctoral en la zona de Vecindario fue abordado supuestamente por Antonio que le prometió una bicicleta para alejarle de la zona concurrida…el chico sospechó cuando ya se habían alejado más de 1 km de la zona caminando a pie por una carretera solitaria rumbo a la chabola de Antonio. Intentó huir pero éste le arrastró hasta el chamizo donde presuntamente le agredió sexualmente e intentó retenerle aún más. El muchacho escapó en un descuido…nadie de su desestructurada familia le creyó. El padre de un amigo suyo sí, éste convenció a la abuela del chico y juntos fueron a poner la denuncia. Habían pasado una decena de días, los rastros físicos de la agresión habían desaparecido en gran parte, el caso terminó archivado y Antonio libre.
Libre hasta que en 2013 la UCO de la Guardia Civil volvió a revisar, como de costumbre, todos los sospechosos. Se fijaron en él, aportaron informes e indicios, consiguieron reabrir el caso, el chico declaró y amplió su acusación y un juez mandó a la cárcel al presunto pederasta de forma provisional a la espera de juicio. A la vez, se convirtió en el principal sospechoso del caso Yéremi. Los guardias se convencieron de que habían seguido una pista falsa, la de los testigos que vieron al presunto secuestrador en un Opel corsa blanco…¿Y si era el Renault 5 de Antonio? El mismo se situaba allí como testigo en el momento de la desaparición de Yéremi, ¿es que nadie iba a relacionar ese Renault 5 con Antonio? En marzo de 2016 el capitán Montero acudió a Telecinco y presentó los avances de la nueva línea de investigación solicitando colaboración ciudadana. Entraron 60 llamadas de interés, 11 llamadas “calientes” en argot policial, 3 o 4 de ellas dijeron que Antonio tenía ese Renault 5 blanco pero lo desguazó después del asunto Yéremi. Este fue el último empujón que animó a los guardias a visitarle en la cárcel de Algeciras.
En prisión era sabido que Antonio presumía ante presos y funcionarios de saber mucho del caso Yéremi. Los guardias no tenían pruebas de cargo, pero sí una montaña de indicios nos dicen. Indicios antiguos, como que estaba en el lugar y en el momento de la desaparición del niño, su Renault 5 blanco o su otro presunto ataque a otro chaval. También tienen indicios nuevos, pero Antonio se negó a declarar. Antonio mantiene su versión de que él fue testigo de cómo se llevaron al niño. Ni una palabra más. Desde ésta semana está imputado-investigado por la Guardia Civil por la retención y homicidio de Yéremi Vargas casi diez años después. Un duro golpe para la familia, sedienta de justicia pero esperanzada por recuperar su niño. Si se trata de éste hombre, la esperanza saltará hecha pedazos.